Directores de animación iberoamericana que preparan el salto del corto al largo
Del cortometraje al largometraje, una transición que define el pulso actual de la animación iberoamericana.
10 de septiembre de 2025Por Viridiana Torres

La animación iberoamericana se encuentra en un punto de inflexión. No se trata solo del desarrollo técnico o del reconocimiento internacional, sino de una madurez autoral que transforma cada obra en una declaración de intenciones y que se manifiesta en el creciente número de cineastas de nuestra región que preparan su inminente salto del corto al largometraje.
La tendencia no es nueva. Solo en los últimos años hemos visto a talentos como Alberto Vázquez, Isabel Herguera, Irene Iborra, José Miguel Ribeiro y los hermanos Arturo y Roy Ambriz dar el salto. Ahora es turno de disfrutar con el viaje de una nueva generación de artistas que llevarán su talento al formato audiovisual más popular.
A continuación, un recuento con algunos de los artistas iberoamericanos que preparan el salto del corto al largo.
Alberto Mielgo (España)
Oscar, Emmy, Annie, Cristal… Alberto Mielgo ha ganado de todo desde el formato corto, incluyendo el derecho a ser considerado entre los máximos exponentes de la animación contemporánea. Todo esto, apoyándose siempre en poderosas narrativas y en un estilo fuertemente inspirado en las artes pictóricas que alcanzó su punto más alto con The Windshield Wiper, que lo llevó al olimpo hollywoodense. Pero el español no se conforma y recientemente ha compartido que está trabajando en su primer largometraje. Los detalles no han sido revelados y la única información que tenemos, publicada en su sitio oficial, es que “tomará tiempo, eh”. Al final, esto es lo que menos importa, pues su grandísimo talento deja claro que la espera valdrá la pena.
Carmen Córdoba (España)
Carmen Córdoba solo necesitó dos cortometrajes para posicionarse entre las artistas más talentosas del panorama animado contemporáneo: Roberto, que le valió más de 160 reconocimientos, y Amarradas, con el que exhibió su sentir sobre los vínculos maternos. Una filmografía breve, pero poderosa, con la que dejó claro que el salto al largo solo era cuestión de tiempo. La premisa se ha cumplido por partida doble con Un mundo propio y El Sinnerman. La primera de estas obras, producida por Nico Matji, contará la historia de una mujer ansiosa por cumplir sus sueños artísticos en los 20; la segunda, sobre una joven ansiosa de encontrarse a sí misma en un verano regido por la música y la libertad. La española no entiende de límites, pues en su momento nos confesó que no descarta una película de Amarradas.
David Doutel & Vasco Sá (Portugal)
De O Zapateiro (2011) a Garrano (2022), David Doutel y Vasco siempre han dirigido de manera conjunta, estableciendo una auténtica mancuerna de oro dentro de la animación lusa. Dicho esto, a nadie sorprende que la dupla mantenga la alianza en su primera incursión al largometraje con Una. El filme mantendrá los tintes reflexivos que han caracterizado toda su obra, en esta ocasión con una adolescente arrancada de sus raíces y que busca refugiarse en su mundo interior como consuelo, para quedar atrapada en sus fantasías y obligada a emprender un doloroso viaje iniciático que la devolverá a la vida y a un mundo necesitado de transformación. Mucha atención a este proyecto que promete marcar un punto de inflexión dentro del colectivo BAP y en toda la animación lusa.
Esther Vital (España)
Esther Vital puede presumir uno de los debuts más poderosos de la animación contemporánea con Cadê Heleny?, en el que aprovecha las virtudes artísticas del stop motion y la fuerza simbólica de las arpilleras para un corto documental que combina arte y resistencia por igual. Ahora la cineasta busca aprovechar la madurez obtenida con esta experiencia para el largometraje Se Eu Morrer. Al igual que su ópera prima, el filme profundizará en los horrores de la dictadura brasileña, esta vez desde la perspectiva de Inês Etienne Romeu, superviviente del centro de represión clandestino conocido como la Casa de la Muerte, y quien fuera clave para que el mundo conociera las atrocidades cometidas por el régimen del país sudamericano. Apunta a resonar con fuerza en un mundo que nunca debe olvidar las pesadillas del pasado para evitar que estas se repitan.
Gabriel Osorio (Chile)
Resulta imposible hablar de Gabriel Osorio sin rememorar uno de los episodios más gloriosos de la animación iberoamericana. Nos referimos, por supuesto, a Historia de un oso, ganador del primer Oscar animado para nuestras industrias. Quizá fue la importancia de este reconocimiento, el enorme poderío narrativo de la obra o la sensación de que todavía quedaba mucho camino por explorar, pero nadie se sorprendió del todo cuando Punkrobot anunció que el cineasta chileno regresaría a este universo con el largometraje Brave Cat. “No es una secuela”, explicó en su momento, “en cierto sentido es un sucesor”. Los objetivos del proyecto son claros: “al día de hoy todavía hay personas desaparecidas [y] la película intentará explorar el perdón de lo imperdonable”.
Juan Pablo Zaramella (Argentina)
Juan Pablo Zaramella es uno de los grandes maestros del stop motion, pero también es uno de los máximos referentes del cortometraje a escala mundial. Basta decir que en su momento ostentó el Récord Guinness al corto más premiado de todos los tiempos con Luminaris. Aunque es un eterno enamorado del formato, hace tiempo que el cineasta trabaja en su salto al largo con Soy Nina, una ambiciosa historia que plasma las brechas sociales desde el choque de dos mundos como metáfora: uno luminoso habitado por conejos y otro lleno de estigmas en el que viven las ratas. En cuanto a su futuro, el realizador nos adelantó en su momento que “quiero seguir haciendo cortos. Me es muy difícil no hacer cortos”. Sus palabras quedan confirmadas por la realización de su nuevo proyecto, Anamorfia, que marca su retorno a la pixilación.
Hugo Covarrubias (Chile)
Hugo Covarrubias ya había dado grandes satisfacciones a nuestras industrias con su trabajo en la serie Puerto Papel y en los cortometrajes El almohadón de plumas y La noche boca arriba, para finalmente alcanzar el estatus de histórico con Bestia. El título en cuestión ofreció una cruda exploración de Íngrid Olderöck, torturadora durante la dictadura de Augusto Pinochet y cuyos métodos le llevaron a ser conocida como ‘la mujer de los perros’. El corto le valió la nominación al Oscar y, más importante aún, abrió la puerta a una serie de inquietudes que continuarán extendiéndose con Bautizo, un largometraje que ha sido descrito por el cineasta como “una especie de autobiografía, pero ficcionada”, en la que se mostrará cómo fue crecer en uno de los periodos más oscuros en toda la historia de Chile.
María Cristina Pérez (Colombia)
Una de las voces autorales más poderosas de la animación iberoamericana, así como una de las artistas más representativas de una animación colombiana que no deja de crecer y sorprender, María Cristina Pérez ha cosechado toda clase de reconocimientos con su filmografía altamente reflexiva y su inconfundible estética cimentada en las virtudes del óleo, siendo Una vez en un cuerpo el ejemplo más reciente. La cineasta busca extender este exitoso recorrido a los terrenos del largometraje con Mi papá el camión, una entrañable road movie protagonizado por una familia rota y que se perfila como una de las propuestas independientes más destacadas de los próximos años. Así lo confirma la poderosa alianza establecida entre el estudio base Pez Dorado Animaciones con el español Sultana Films y el francés Sacrebleu Productions, respectivamente responsables de El sueño de la sultana y Flow. Aunque le auguramos un futuro brillante, la artista tiene claro que nunca abandonará el corto, al considerarlo “un formato supremamente libre”.
Patricio Plaza (Argentina)
Debutó en la realización en 2008 con El empleo y alcanzó el estado de gracia en 2022 con Carne de Dios. Fue así como Patricio Plaza se alzó entre los grandes talentos de nuestra región, con una visión única que en buena medida ha florecido con las libertades del cortometraje. Ahora el cineasta argentino busca nuevos desafíos desde el largometraje con Diarios negros, un documental híbrido animado que aprovecha “la relación entre animación y memoria” para abordar la historia de un irlandés que debía supervisar la extracción de caucho en África a inicios del siglo XX, hasta que terminó tornándose contra el imperialismo y quien años más tarde fue señalado por sostener relaciones homosexuales con los nativos. Una compleja inmersión en temas como el imperialismo y la sexualidad, y la manera en que estos han delineado el destino del mundo hasta nuestros días.
Rodrigo Blaas (España)
Rodrigo Blaas dio un golpe sobre la mesa con Alma, un cortometraje exquisitamente inquietante que no tardó en convertirse en un favorito de las audiencias. A más de una década de distancia, el español volvió a demostrar su oficio en Sith, el episodio que dirigió para la segunda temporada de Star Wars: Visions. Una pieza visualmente desbordante, animada con la libertad del pincel y cargada de simbolismo, que convirtió un duelo clásico en una meditación sobre el miedo, la identidad y la creación artística. Ahora, el cineasta se prepara para dar el salto al largometraje con Duende, que, inspirada en Japón y en la música de Rosalía, promete indagar en las pulsiones más profundas del arte, el mito y la identidad cultural.
Sofía Carrillo (México)
Con dos Arieles a sus espaldas, una obra construida sobre cortometrajes que ahondan en las sensaciones de nostalgia y una enorme destreza en las artes del stop motion, nadie mejor que Sofía Carrillo para la dirección de un largometraje animado sobre el fin del mundo. No esperen una crisis desde la espectacularidad visual a la que nos han acostumbrado las superproducciones en acción real, sino una dominada por las nociones de tragedia y desesperanza propias de una historia enfocada en la desaparición de los insectos. Insectario nació como una extensión de Cerulia, pero no tardó en hacerse con vida propia ante las necesidades de la historia. Con un guion de Monika Revilla y el respaldo desde la producción de Valérie Delpierre y Nicolás Celis, estamos ante un filme que tiene todo para llevar la revolución stop motion de nuestras industrias hasta lo más alto.