Brasil siempre ha sido sinónimo de alegría, el baile y el futbol. Es tiempo de agregar una opción más a la lista: animación. El gigante sudamericano puede presumir una de las industrias animadas más poderosas de Iberoamérica y el mundo, la cual se ha disparado hacia lo más alto en el siglo XXI. Una evolución que puede apreciarse en el número de obras, el desarrollo de las distintas técnicas y la riqueza narrativa palpable en historias con mensajes cada vez más complejos.

Celebramos lo mejor de la animación brasileña contemporánea con un repaso de sus diez películas imprescindibles del siglo XXI.

O Grilo Feliz (Dir. Walbercy Ribas, 2001)

Todas las industrias animadas del mundo tienen películas que marcaron un antes y un después, y que son vistas como puntos de transición rumbo a la era moderna. En el caso de Brasil, el crédito corresponde a O Grilo Feliz. Sus antecedentes son curiosos, ya que el personaje nace en los 80 como parte de una campaña promocional. Aunque el plan original era estrenar en esa misma década, el proyecto enfrentó numerosas adversidades que extendieron su desarrollo por más de 20 años, mientras que sus complejidades técnicas resultaron en una producción cercana a los tres años. Todo esto para contar la entrañable historia de un grillo muy feliz que debe emprender un viaje en defensa de todo lo que ama. Un clásico en toda la extensión de la palabra.

Brichos (Dir. Paulo Munhoz, 2007)

La animación iberoamericana ha cosechado pocas franquicias cinematográficas, por lo que siempre es buen momento para recordar y celebrar las que tenemos. Tal es el caso de Brichos, que debutó en la gran pantalla en 2007 para dar el primero de tres largometrajes. ¡Y los que faltan! Que la popularidad de estos personajes parece destinada a continuar por muchas generaciones. Historias entrañables de carácter familiar, todas plagadas de mensajes imperecederos que invitan a la tolerancia y la armonía mediante la exaltación de la multiculturalidad reflejada en los más diversos animales. Todo un referente de la animación brasileña y cuyas reflexiones lucen más urgentes que nunca.

Minhocas (Dir. Paolo Conti, Arthur Nunes, 2013)

La de Minhocas es una historia curiosa. Buena parte de su popularidad puede atribuirse al cortometraje homónimo en que se inspira y que obtuvo numerosos reconocimientos por la manera en que plantea la separación entre padres e hijos a partir una familia de gusanos en la que los progenitores prohíben a los pequeños cavar hacia arriba por los riesgos del mundo exterior. Aunque el largometraje sigue esta misma línea narrativa, la naturaleza del formato hizo que la producción se decantara por una trama que pone el entretenimiento muy por encima de cualquier reflexión. Esto mediante con la exploración de una superficie plagada de amenazas más bien caricaturizadas. La alteración tan extrema de su esencia le ha convertido en un objeto de estudio desde su estreno hasta la actualidad, pero nada ha podido privarla de su paso a la historia como la primera película de animación stop motion hecha en Brasil.

Uma História de Amor e Fúria (Dir. Luiz Bolognesi, Jean Cullen De Moura, Marcelo Fernandes De Moura, 2013)

La animación brasileña ha abordado la identidad desde distintos enfoques. Uno de los más celebrados ha sido el de Uma História de Amor e Fúria, que conduce al público por un viaje de seis siglos que parte de lo histórico con la colonización brasileña hasta desembocar en la ciencia ficción con el país sumido en una guerra por el agua en vísperas del siglo XX. Todo esto, desde la perspectiva de un guerrero inmortal que aprovecha su naturaleza para luchar siempre del lado de los afligidos, pero también para la incansable búsqueda de un amor perdido. Una obra ambiciosa cuya remembranza de los claroscuros nacionales obliga a reflexionar sobre los distintos pesares que han aquejado a este territorio a lo largo de los años, en lo que parece ser un ciclo sin fin de conflictos y amenazas. Pero también de esperanza, ya que en cada época resurge el sueño de un futuro mejor. Una obra cumbre de la animación brasileña, ganadora del Cristal de Annecy, pero que nunca tuvo el impacto merecido en el panorama global. Siempre es buen tiempo para descubrirla y revivirla.

O Menino e o Mundo (Dir. Alê Abreu, 2013)

Hablar de O Menino e o Mundo implica romper fronteras. Decir que es una de las mejores películas brasileñas de animación del siglo XXI es quedarse corto, ya que realmente es una de las mejores obras cinematográficas de todos los tiempos. Un filme que captura la alegría y la inocencia mediante la combinación de distintos elementos que se manifiestan de lleno en Cuco, un niño que tiene su primer acercamiento directo al mundo real cuando su padre debe dejar el hogar para partir en busca de trabajo a la gran ciudad. Ansioso por reencontrarlo, el pequeño partirá a un viaje del que no hay vuelta atrás. Pasó a la historia tras convertirse en la primera película de animación latinoamericana en ser nominada al Oscar y segunda iberoamericana sólo después de Chico & Rita. Su legado no ha hecho sino crecer con el tiempo, consecuencia de su grandeza, pero también de un mundo que se torna cada vez más adverso, lo que ha motivado a su director Alê Abreu a retomar este universo para una nueva obra que actualmente está en desarrollo.

Tito e os Pássaros (Dir. Gabriel Bitar, André Catoto, Gustavo Steinberg, 2018)

Un mundo al borde del colapso por una epidemia suscitada del miedo y un niño que se arma de valor para encontrar una cura que se apoya en el cantar de los pájaros. Esta es sólo la premisa de Tito e os Pássaros una de las producciones brasileñas más celebradas del panorama contemporáneo, y que ha cautivado por sus poderosos mensajes y su inigualable estética. Sobre el primer caso, es una potente alegoría política en torno al control y la necesidad urgente de una liberación social; en cuanto al segundo, es una obra que combina animación digital con técnicas artesanales de dibujo y pintura. Su victoria en Anima Mundi, su participación en Annecy y su nominación a Mejor película independiente en los Annie Awards la afianzó entre los grandes clásicos animados de nuestra región.

Tarsilinha (Dir. Celia Catunda, Kiko Mistrorigo, 2021)

Su alegre estética es sólo el punto de partida de una de las películas más memorables que ha dado la animación brasileña en los últimos años. La espera para poder disfrutar de Tarsilinha fue larga, pues la concepción tomó más de una década y cuando la obra finalmente estaba lista para su estreno, hubo que aguardar un poco más ante la pandemia. Esto no fue del todo negativo, pues su apertura después de la crisis sanitaria contribuyó a que sus esperanzadores mensajes adquirieran aún más fuerza. Inspirada en la obra de la artista modernista Tarsila do Amaral, la cinta sigue la historia de una niña que emprende un viaje fantástico para recuperar los recuerdos perdidos de su madre, en una travesía que la obligará a enfrentar sus miedos y a revalorar lo más importante de la vida. Sus cualidades le valieron el Grande Prêmio do Cinema Brasileiro a lo mejor del cine nacional.

Bob Cuspe – Nós Não Gostamos de Gente (Dir. Cesar Cabral, 2021)

La industria brasileña es profundamente rica. Basta con ver la variedad de tendencias que pueden apreciarse en la filmografía nacional para corroborarlo. Entre las más representativas están esas obras que sobresalen por su naturaleza ecléctica, capaces de arrojar críticas, plantear dilemas y arrancar risas desde narrativas imposibles. Bob Cuspe – Nós Não Gostamos de Gente de Cesar Cabral bien puede ser vista como la obra cumbre de este peculiar estilo: una exquisita metanarrativa que coquetea con el documental y la ciencia ficción para explorar el sentir de un personaje que padece la agonía creativa de su creador Angeli y que debe emprender una cruzada por un desierto posapocalíptico para garantizar su supervivencia. Todo esto, además, en glorioso stop motion. Su carácter único le valió numerosos premios internacionales incluyendo el Contrechamp de Annecy y el Quirino, así como la admiración de un creciente número de aficionados en todo el mundo que la han ascendido al culto.

Tromba Trem: O Filme (Dir. Zé Brandão, 2022)

Hace tiempo que Copa Studio se ganó un puesto entre los gigantes de la animación iberoamericana con títulos como Irmão do Jorel y Tromba Trem. Sin embargo, todavía quedaba una cuenta pendiente para la consolidación total: la realización de un largometraje. El paso de gigante, ¿o deberíamos decir de elefante?, se dio con Tromba Trem: O Filme que llevó a Gajah, Duda y compañía a la pantalla grande bajo la batuta de Zé Brandão. Como ya es una tradición para el estudio, la obra se caracteriza por su alocado sentido del humor, pero también por la importancia que da a las reflexiones sociales. En este caso, al aprovechar al personaje central para cuestionar la superficialidad que impera en el mundo contemporáneo ante la sobreexposición que dan las redes sociales. Sus nominaciones al Grande Prêmio do Cinema Brasileiro y a los Premios Quirino dejaron muy en claro la capacidad de la comedia para abordar todo tipo de mensajes.

Perlimps (Dir. Alê Abreu, 2022)

Tuvieron que pasar casi diez años para el nuevo largometraje animado de Alê Abreu tras O Menino e o Mundo. Un tiempo largo, pero comprensible, no sólo por las adversidades que implica hacer animación en nuestra región, sino porque el cineasta era muy consciente de que su nueva obra debía ser igual de poderosa, pero para nada podía replicar lo visto anteriormente. La espera valió la pena. Perlimps retoma el choque directo entre la inocencia y un mundo corrupto, esta vez desde la perspectiva de dos animales antropomorfos. Que su simpática apariencia no los confunda, pues realmente son agentes de reinos enemigos que deben unirse para solucionar un mismo conflicto: salvar a los Perlimps de la amenaza que acecha en el bosque encantado. ¿O tal vez estamos ante algo más? Una obra tan dura como crítica, y cuyo desarrollo obliga a cuestionar el mundo en que vivimos, pero también el que estamos construyendo para nuevas generaciones que desde muy temprana edad deben lidiar con sensaciones como el odio y la desesperanza.