Reseña: artbook de Pinocchio de Guillermo del Toro
Un artbook único en su tipo que deja muy en claro que la animación es arte.
17 de enero de 2023Por Luis Miguel Cruz
Puede que Pinocchio sea la primera película animada dirigida por Guillermo del Toro, pero el mexicano tiene un largo recorrido en esta industria que se remonta a sus primeros años como creativo. Esto lo convierte en una voz más que autorizada para opinar al respecto, lo que aunado a su jerarquía construida por los años, ha obligado a escucharlo en cada una de las ocasiones en las que ha asegurado que la animación es arte. Pero ya sabemos cómo es esto y más que palabras, el mundo exige pruebas. En caso de que la adaptación al clásico de Carlo Collodi no lo dejara claro, el artbook lo demuestra con creces.
No hablamos de un libro cualquiera dentro de este tipo de publicaciones. Se trata más bien de uno sumamente detallado. En lo visual, con todo tipo de imágenes que fascinan al demostrar lo elaborado del proceso animado, y que van de los primeros bosquejos a los detrás de cámaras de la producción animada. También en lo narrativo con explicaciones claras sobre los retos que implica de cada uno de los distintos pasos. Pero no se conforma con lo técnico, sino que también ahonda en lo narrativo y lo simbólico al explica cómo es que todo esto impacta dentro de la trama.
La meticulosidad puede apreciarse desde las primeras páginas, con un prólogo profundamente intimista en el que el cineasta comparte lo personal que le resulta esta historia. Declaraciones que ayudan a entender su obsesión por trasladarla a la pantalla, así como lo complicado que resultó hacerlo ante los numerosos obstáculos surgidos en el camino por más de una década. La perseverancia valió la pena.
Luego de una introducción en la que se detallan un poco más los orígenes de esta película, el artbook de Pinocchio se sumerge de lleno en el terreno de la producción. No lo hace de la manera convencional, sino con un índice que adentra al lector de lleno en la magia y que comienza con el capítulo Once Upon a Time (Érase una vez). Empieza hablando del stop motion y la fascinación que este provocó en la figura de Guillermo del Toro desde muy temprana edad, lo que eventualmente provocó que el mexicano se empeñara en realizar una cinta de este tipo. La elegida fue Pinocchio por sus temas que siempre resultaron profundamente atractivos para el cineasta, entre los que sobresalen las relaciones entre padres e hijos.
Posteriormente comparte un resumen de la trama, que culmina con una serie de reflexiones con las que se comparte la importancia de contar una historia completamente nueva. “Es un cuento muy existencial”, asegura el director. “Un personaje arrojado al mundo con una hoja en blanco para descubrir quién es, qué hace en el mundo y las razones por las que nació”. Es así como llegamos a Netflix, cuyo interés dio luz verde al proyecto de ensueño.
En el capítulo Carving Pinocchio (Tallando a Pinocchio) se ahonda en el diseño de los personajes, inspirados directamente en las ilustraciones previas concebidas por Gris Grimly. Esto para nada significa que el departamento tuviera una labor sencilla, pues fue necesario adaptar a los protagonistas de la historia para las necesidades del stop motion y para cumplir con la visión de Guillermo del Toro. Esto último también implicó la creación de nuevos personajes como el Duende de la Madera y la Muerte que emulan directamente al Ángel de la Muerte visto en Hellboy II: The Golden Army (2008).
Es así como saltamos a la construcción de las marionetas. Un paso fundamental, pues como bien dice Guillermo del Toro, “esta es una historia de marionetas, actuada por marionetas. No tienes por qué creer que son personas reales, sino creer en ellas como personajes”. Para ello, se explican las decisiones detrás de algunos de los personajes más significativos, ahondando además en la supervisora de la fabricación de marionetas Georgina Hayns. El personaje titular es reservado para el final, pues su naturaleza de madera implicó retos adicionales.
La realización de estos protagonistas se complementa con el vestuario y el color, así como con la elección de las voces. Esto último era una responsabilidad mayor debido a que los actores en la filmografía del mexicano siempre han sido meticulosamente elegidos por su talento, pero también por lo que cada uno de ellos puede aportar a la historia.
Pero para entender la vida de Pinocchio y compañía, es necesario hablar de la animación, la cual es detallada en el tercer capítulo del artbook. Este apartado inicia hablando de la disciplina y la paciencia que implica el stop motion, razón por la cual se crearon ocho mandamientos. Todos resultaron fundamentales, pero nos quedamos con el sexto: “busca la vida”.
Contrario a lo que muchos podrían imaginar, este proceso va más allá del movimiento de las marionetas. También involucra la construcción de maquetas y props que contribuyan a la creación de un mundo realista para la historia. El éxito de la empresa puede apreciarse en secuencias que son explicadas a fondo más adelante.
Si hay algo gratificante para la animación iberoamericana es que el artbook no se olvida del Taller del Chucho, que cuenta con su propio segmento titulado Factor Guadalajara dentro del capítulo animado. En este se detalla el talento del equipo que integra el hub y lo importante que su trabajo resulta para impulsar la industria mexicana. Puedes saber más de ellos en nuestra mesa redonda con tres de sus siete pilares fundamentales: Rita Basulto, René Castillo y León Fernández.
No menos curioso es el capítulo Completing the Tale (Completando la historia) en el que se habla de elementos que muchas veces pasan desapercibidos para este tipo de producciones. Tal es el caso del hospital de marionetas que aminora los costos mediante el mantenimiento y la reparación.
Destaca también la exaltación de los valores simbólicos en tres secuencias clave del tercer acto como son la guerra, el escape de la ballena y el desenlace. Momentos que desde ahora ocupan un lugar en la historia del cine por su belleza estética, pero también por las importantes reflexiones a las que invitan.
Para terminar, un capítulo enfocado de lleno en la música de Pinocchio que se ha convertido en uno de los elementos más representativos de la película. Tanto la banda sonora a cargo de Alexandre Desplat, como la letra de las distintas canciones. Ningún tema es casualidad, pues todos han sido cuidadosamente trabajados para ser un personaje más dentro de este fascinante cuento de hadas. Por cierto, versión digital del libro permite escuchar el score de manera simultánea. Si lo tienen en físico, siempre pueden disfrutar de las melodías aquí.
“La vida es un regalo maravilloso”, concluye el artbook. Una de las líneas más icónicas del filme que invariablemente obliga a pensar en todo el empeño puesto para que Pinocchio sea una película distinta, una de esas que marcan un antes y un después en la historia del cine. O lo que es lo mismo, arte en estado puro.