Reseña: El artbook de Decorado
Un libro imprescindible para los aficionados de Alberto Vázquez, los amantes de la animación y los entusiastas del cine en general.
20 de octubre de 2025Por Viridiana Torres

Todo aquel que ha disfrutado del cortometraje Decorado, de Alberto Vázquez, sabe que uno de sus aspectos más representativos es el carácter metanarrativo que lo rodea en todo momento. Dicho esto, a nadie sorprende que este tratamiento haya sido replicado en la adaptación al largometraje. Más curioso, además de gratificante, es el hecho de que esta misma naturaleza haya sido replicada por el artbook, siendo este el primer gran indicador de la atención al detalle que se ha puesto en la publicación.
Esta construcción inicia desde una portadilla realmente memorable que combina elementos del póster final, el storyboard e incluso el timeline audiovisual, fusionados a su vez con una imagen que replica el ruido televisivo con la paleta de colores empleada para el filme. Una imagen tan poderosa que bien pudo ser empleada para la portada de la obra. La tendencia continúa con toda clase de sutilezas que serán bien apreciadas por el ojo avisor, lo que incluye cinta o manchas de café que enlazan directamente con la amenaza que rodea al personaje principal de nuestra historia.
Mención especial para las marcas de rotulador empleadas para enfatizar las menciones de la corporación ALMA, pero también los nombres de los múltiples artistas mencionados en las páginas. Y es que otra de las mayores riquezas del artbook es que no se limita a mostrar el making of, sino que también da nombre a quienes hicieron que esta película fuera posible. Una decisión que da el valor merecido a quienes integran nuestras industrias animadas y que va en continuidad con otros esfuerzos similares vistos en otras producciones, como sería el caso de Pinocchio, que priorizó los nombres de los animadores en los créditos finales.
Un primer vistazo al índice deja ver un manejo ordenado de la información, lo que facilita la comprensión de los procesos de producción y permite visualizar la evolución de la obra animada. Una mejora importante en contraste con el artbook de Unicorn Wars, que comenzaba con capítulos dedicados a producción, dirección y animación.
El libro está segmentado en doce capítulos —Introducción, Producción, Cortometraje, Dirección, Storyboard & Layout, Arte, Color Script, Diseño de personajes, Layout, Props, Personajes principales y Animación— que desglosan la manufactura casi completamente y de un modo envidiable hasta para los artbooks de los gigantes de la animación. Eso sí, es un hecho que quienes amamos este arte siempre buscamos el modo de profundizar más en las producciones, lo que en este caso pudo darse desde la vía de la banda sonora y la iluminación. La primera omisión es relativa, pues aunque no se habla al respecto, la publicación incluye un código QR que permite escuchar el score. No podemos decir lo mismo de la segunda, una verdadera pena si se considera el estupendo tratamiento del filme.
La inmersión también es favorecida porque, además de las numerosas imágenes, el libro incluye reflexiones de artistas destacados como José Luis Ágreda (dirección de arte) y Pamela Poltronieri (dirección de animación), además de artistas destacados como Albert Monteys (diseño de personajes), lo que ayuda a conocer algunas de las razones artísticas tras la obra. A estas intervenciones se suman las de los productores Iván Miñambres, Chelo Loureiro y José María Fernández de Vega y el director Alberto Vázquez, este último, como no podía ser de otro modo, en mayor cantidad y profundidad.
Y finalmente, las imágenes de las distintas etapas. Piezas que invitan a ser contempladas como lo que son: obras de arte en toda la extensión del término, las cuales exploran la magia del arte animado al tiempo que invitan a revivir lo mejor del filme.
Elegir las más destacadas es una misión complicada, aunque los capítulos destinados a explorar el amplísimo catálogo de personajes son verdaderamente hipnóticos, mientras que el correspondiente a la animación sobresale por su deconstrucción de escenas, algunas de las cuales conducen a cuadros verdaderamente poderosos.
Su mayor pecado es el papel. Las imágenes lucen bien en mate, aun cuando las más oscuras se pierden un poco. La combinación de brillo y mayor grosor habría evitado este problema y, de paso, habría elevado todavía más el nivel del artbook. No es un fallo mayor, pero es un detalle que vale la pena destacar en beneficio de futuras publicaciones de este tipo. O, por qué no, de futuras ediciones de este mismo libro.
Y es que estamos ante un libro que tiene todo para enamorar a los aficionados de Alberto Vázquez, uno de los máximos referentes de nuestras industrias; a los amantes de la animación, que podrán deleitarse con una obra que apunta a lo más alto; y también a los entusiastas del cine en general, que buscan profundizar en todo tipo de producciones. Por supuesto, también a los coleccionistas de artbooks, quienes descubrirán que están ante un título que se gana con creces la etiqueta de imprescindible.
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