Juan Pablo Zaramella: «Me preocupa el futuro del cine en Argentina»
Juan Pablo Zaramella, finalista de los Premios Quirino a Mejor cortometraje por Pasajero, ahonda en el valor del corto y externa su preocupación por la industria argentina.
29 de junio de 2023Por Luis Miguel Cruz
Juan Pablo Zaramella es un maestro del stop motion. Pero no olvidemos que, con más de veinte años de carrera, es también es un maestro del cortometraje. Por ello, nadie como él para ahondar de lleno en el formato: desde su valía narrativa hasta los desafíos que ha enfrentado a lo largo de los años, algunos de los cuales se acentúan en la actualidad ante las tendencias de la industria audiovisual.
Es también un referente de la animación argentina. Por consiguiente, alguien que puede alzar la voz ante la situación crítica que atraviesa la industria audiovisual en el país sudamericano. Una que, sobra decirlo, atenta de lleno contra la producción animada nacional.
Es, finalmente, uno de los grandes talentos animados del bloque. Algo que puede apreciarse en toda su filmografía, lo que incluye su más reciente obra Pasajero. Un título que ha cosechado incontables reconocimientos en el mundo, lo que incluye un paso destacado por los Premios Quirino 2023 donde fue finalista en cuatro categorías, incluyendo Mejor cortometraje de animación.
Radix habló con Juan Pablo Zaramella durante el encuentro iberoamericano. El cineasta explicó a profundidad la riqueza del cortometraje, sin perder la oportunidad de reconocer todo lo que el formato ha significado para él.
¿Cuál es el valor del cortometraje?
El valor del cortometraje… Primero que es un formato que escapa de la industria en una medida enorme, no hay una industria del cortometraje por detrás. A ver, sí, se venden y todo, pero en comparación a lo que son las series o los largos, está como totalmente fuera. Es un espacio de exploración importantísimo. Por otro lado, para mí, en términos narrativos, el formato corto me parece único, me parece fundamental. El cuento, si lo trasladamos a la literatura, el cuento es el formato más viejo que tenga registro la humanidad. Lo primero que se contaron, que se transmitieron a generaciones enteras, eran historias cortas, las historias conectadas, con pocos elementos. Y para mí el corto, en el mundo audiovisual, ocupa ese lugar, es como la base. A ver, de momento entiendo por qué no es más popular. Pero como espacio de exploración y narrativo me parece súper, súper rico. Es un lugar donde uno puede hacer lo que quiera. Uno apuesta mucho y pone poco en riesgo.
Cuando los jóvenes van empezando, muchas veces se imaginan en películas o series ¿por qué el cortometraje es una buena vía para incursionar en la animación?
Porque se aprende. La animación es muy compleja. Es, desde el lado de la producción, muy compleja. Y me parece importante que todo animador pase primero por la experiencia de resolver esos formatos chiquitos. Es como hacer un croquis, como entender el funcionamiento en una escala chica. Después si te funciona, eso mismo lo podés seguir haciendo, crecer y trasladar a un formato más grande. De hecho, es un poco lo que estoy haciendo yo ahora, tengo más de 20 años de carrera y recién ahora estoy en un largo. Hice series en el medio que se parece más a una producción grande, pero para mí el saltar de un corto a un largo es otra escala y hay cosas que tenemos que demostrar e ir analizando como con mucho cuidado. Obviamente la experiencia del corto nos da un backup enorme, como una base muy necesaria.
Mencionabas que el corto no es tan popular como debería, ¿a qué lo atribuyes?
Bueno, está fuera del mercado. Quizás es el ¿qué fue primero, el huevo o la gallina? Al estar fuera del mercado, hay menos difusión del corto. Si se fomentara más la presencia del corto, por ejemplo en cine, yo creo que tendría mucho más éxito. Las pocas experiencias que en mi país se hicieron de hacer proyecciones de cortos fueron buenas y tuvieron mucho público. Yo creo que es una cuestión cultural, falta de la cultura de ver cortos. Está la cultura de ver largos y ahora en particular estamos en un momento en donde la gente quiere ver horas y horas y horas de lo mismo. Se engancha en una historia. Quiere que esa historia se la estire hasta agotarla, que es lo que está pasando con las series y las plataformas. El corto en este punto está perdiendo terreno, pero no va a desaparecer.
En todos estos años que llevas de carrera, ¿cuáles son las mayores satisfacciones que te ha dado el cortometraje?
Aprender. Para mí es un ámbito de exploración. Es un poco eso que te decía antes, está mi carrera que es prácticamente de corto, así que todo lo que conseguí lo logré haciendo corto. Hay alguna serie ahí por medio que me dio algo también, pero la verdad que todo el mundo me conoce por los cortos principalmente. Así que yo le debo todo a los cortos.
¿Cómo va el largometraje de Soy Nina?
Estamos más en cuestiones técnicas de posibles esquemas de producción, presupuesto, estamos en eso. Cómo repartiríamos el trabajo, cómo sería el equipo. Tratando de entender desde el guion, pero desde el punto de vista de producción, estamos en todo ese proceso ahora.
Mientras tanto ¿estás planeando más cortometrajes?
Tengo algunas ideas dando vueltas.
¿Algo que se pueda adelantar?
No, no, porque no las tengo nada claras, son conceptos así, muy básicos.
Eres responsable de algunos de los personajes más memorables del stop motion, ¿qué haces con las marionetas después?
Las que se pueden guardar, las guardo y hago muestras como la que se hizo en Animac. Y otras termino, al principio las guardo por miedo a tirarlas, pero hay materiales que el tiempo no les pasa bien, no los favorece y se terminan tirando. Hay de todo. Trato de conservar todo lo que pueda conservar.
¿Hay alguna que tenga un lugar especial en tu colección/corazón?
Me gusta mucho el personaje del primer corto (El desafío a la muerte, 2001), el faquir que se mete en la licuadora. Me gusta mucho este personaje, pero porque fue el primero.
Pensé que sería el hombre más chiquito del mundo?
¡Ah, también! Bueno, sí, al hombre más chiquito lo quiero mucho. Viajó mucho tiempo conmigo durante muchos años, lo llevé a todos lados, le sacaba fotos en todos lados, después lo abandoné un poquito. Las copias que andaban se terminan rompiendo todas, nunca las repuse y por eso lo dejé de llevar.
Cine Bonsái y los Premios Cóndor demostraron la fuerza del corto animado en Argentina. ¿Cómo ves el futuro del formato en el país?
Lo que más me preocupa es el futuro del cine en Argentina. ¿Cómo vamos a producir cine si no hay concursos? Eso la verdad que me da un poquito de miedo. No hay concursos de animación, no hay concursos para hacer cosas, eso es fundamental. Necesitamos de ese apoyo los que producimos en Argentina. No sé, yo con mis años de trayectoria tengo acceso a la posibilidad de poder conseguir dinero de otros lugares de afuera, pero pienso en las nuevas generaciones, gente que está queriendo hacer cosas ahora. No se puede cortar esta racha de grandes talentos que están surgiendo todo el tiempo, no podemos cortar eso, es muy necesario que haya concursos. Necesitamos, es urgente y no está pasando. Así que no sé, estoy un poco preocupado. Argentina pasó por muchas crisis y terminamos sobreviviendo, pero como sea no está bueno. Sé que vamos a salir, no está bueno que pasemos por el momento que estamos pasando.
Y bajo esta premisa, qué le dirías a la gente que va empezando y muestra cierta preocupación por esto que comentas?
Que traten de hacer las cosas como puedan. Que pongan todo su esfuerzo, que en algún momento se va a traducir en algún resultado.