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Álvaro Robles: «Quiero proponer historias que salgan de la norma»

Luego de un exitoso debut animado con Umbrellas, Álvaro Robles busca dar su siguiente gran paso con A veces silencio.

5 de octubre de 2022
Por Luis Miguel Cruz
Álvaro Robles: «Quiero proponer historias que salgan de la norma»
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Álvaro Robles debutó en el terreno animado con Umbrellas y no tardó en demostrar sus cualidades, las cuales le valieron una nominación al Goya a Mejor cortometraje de animación, entre muchos otros reconocimientos. Pero el cineasta no se conforma y ya trabaja en su próximo proyecto animado, A veces silencio, largometraje sobre el amor imposible de una mujer que enmudece todo lo que toca por un músico.

Un cuento de hadas contemporáneo cuya singular premisa no ha pasado desapercibida para las altas esferas de la cinematografía española, que eligieron el título en desarrollo para las Residencias de la Academia de Cine de España. Aunque el creativo es consciente de que queda un largo camino por recorrer, es incapaz de ocultar su pasión, que comparte en exclusiva con Radix en el marco de Weird Market 2022.

 

¿Qué es A veces silencio?

A veces silencio es un proyecto de largo de animación para adultos que ha sido recientemente seleccionado por las Residencias de la Academia de Cine. Son unas residencias que seleccionan veinte proyectos normalmente cada año y este han cogido mi proyecto de animación.

Cuenta la historia de Silvia, una chica que cuando nace tiene una condición especial. Todo aquello que entra en contacto con su piel pierde la capacidad de emitir sonido. Es decir, si toca un perro, el perro no ladrará. Si toca un coche, el coche no sonará su motor. Entonces, cuando crece y se vuelve adulta, Silvia conoce a Marco, que es un músico de gran talento y se enamora de él. Entonces tiene el problema de que si lo toca, Marco perderá la capacidad de cantar y tocar. Entonces cuenta un poquito esa historia.

 

¿De dónde nace la idea?

Es esta cosa de que la creatividad nace un poco del caos. Tiene varias fuentes de influencia, en primer lugar, yo tenía una idea que era intentar llevar el cuento original de La sirenita de Hans Christian Andersen a la actualidad. Sin sirena, ¿vale? Es decir, cómo puedo coger esta historia, esta estructura, estos paisajes emocionales que recorre el cuento original y me lo puedo llevar a la actualidad. Claro, esta cosa de que la chica perdía la voz y luego aparte cada vez que caminaba sentía cuchillos clavándose en sus pies. Era una cosa muchísimo más distinta al cuento original. Había algo dentro, tanto de lo romántico como de lo oscuro de la historia que me atrajo un montón.

Y luego al mismo tiempo, investigando sobre eso, leí una historia de una princesa tailandesa que después descubrí que era falsa. Pero al final me da igual, porque las historias si son verdad para ti, de eso se trata. No soy historiador, me gusta contar historias.

Lo que pasaba era que por ley estaba prohibido tocar a la princesa. Mientras ella estaba viajando en un barco por el río, empezó a hundirse. Y claro, como había una pena de muerte de tocar a la princesa, nadie se lanza a salvar a la princesa y se ahogó. Entonces había una tragedia dentro de esto de no poder tocar a alguien.

Entonces creo que esas dos cosas del no tocar a alguien y el hecho de perder la voz se mezclaron un poco en mi cabeza y di con este personaje de Silvia: una persona que cuando la tocas pierdes la capacidad de emitir sonido. Y de ahí empecé a trabajar un conflicto y dije esto te lo puede llevar hacia cualquier sitio. A lo mejor puede ser la espía perfecta porque igual puede detonar una bomba y no va a producir un sonido o puede disparar una pistola y no va a producir un sonido. Esto por ponerte un ejemplo de los caminos que llevó mi cabeza, pero tampoco me terminaba de cerrar.

Entonces fue un poco por contraste, ¿qué es aquello que depende más del sonido? La música. Entonces ahí fue cuando empecé a desarrollar este personaje que es Marco. He tenido muchos amigos músicos [en Madrid] y me he juntado un poco con ellos. Entonces el proyecto tiene una raíz muy profunda en la ciudad de Madrid, que creo tiene mucho que ver con la música.  Aparte, como he estado en contacto con estos perfiles, pude nutrirme de ahí para dotar de realidad al personaje de Marco. De ahí sale un poquito de todo esto.

Y luego el tema de las flores creo que es interesante para el personaje. Yo tengo esta idea de ella, no se permite tocar absolutamente nada en el mundo. Ella es una persona muy cuidadosa, muy consciente de lo que puede generar. Del peligro y no quiere fastidiar a nadie por su culpa. Sólo hay una cosa que se permita tocar, que son las flores. Entonces me gustaba esta cosa de que una flor no depende de su sonido. Su belleza procede de la vista y procede del olor. Entonces ella se identifica un poco con eso. No necesitas sonar. Iba por ahí un poco.

 

¿Qué tan complicado ha sido construir una historia centrada en el sonido?

Bueno, ahora mismo el guion está en fase de tratamiento. Es un reto al que todavía no me he enfrentado realmente. Pero sí que creo interesante concebir las historias, lo que tú dices, hablamos de un medio audiovisual, entonces empezamos con el cine mudo, luego nos fuimos al cine sonoro. Pero el sonido siempre es un poco el tapado, sólo nos damos cuenta del sonido en una película cuando está mal y si está bien, pasa desapercibido.

Hay una película española que se llama Tres, de acción real de un director que se llama Juanjo Giménez y tiene una premisa me parece muy interesante. Una editora de sonido está empezando a procesar el sonido más tarde que las imágenes y hay una escena que lo explica muy en la película. Ella da una palmada, saca un cronómetro y espera hasta escuchar la palmada. Entonces la palmada suena hasta un minuto después. Es una historia que está construida desde el sonido.

Yo estaba buscando porque no había visto lo que yo quería hacer es que tú comentas, una historia cuyo núcleo, cuya base, cuyo cemento con lo que está hilada toda la narrativa sea en base al sonido. Y no había visto nada parecido hasta que descubrí esa película. Entonces también ha sido un poco una influencia a la hora de decir ‘se ha hecho algo parecido, se ha hecho algo que usa el sonido, seguramente se habrán hecho más cosas’. No sé, me gusta el cine, pero me gustaría ser más cinéfilo y seguramente haya un montón de más cosas en base al sonido.

Es un reto, es lo que te puedo decir. Al final va a ser un reto concebirlo, ya no solo por el tema de construirla en base al sonido, sino también los diálogos con la lengua de signos, que creo que es una cosa también interesante.

 

¿Por qué en los últimos años ha habido un mayor interés en la diversidad sensorial?

En animación sí que cositas relacionadas. Tienes A Silent Boy, una película japonesa u Ōsama Ranking, que es un animé. Estoy viendo que sí, que se está tocando más. Por qué creo que ahora la cuestión de la diversidad, no solo de género, también funcional o diversidad sensorial, pues creo que la fragmentación de audiencia que ha provocado la aparición de las plataformas tiene problemas, pero también tiene este tipo de cosas que ahora un producto no tiene que gustar a cine millones de personas para justificar su existencia. Ahora podemos tener productos que sean más específicos y que atraigan otro tipo de audiencia.

Entonces está por un lado está el tema de la representación y por otro lado está el tema del interés. Porque yo puedo sentir interés por una cosa, por una historia de diversidad de género, de diversidad funcional, pero luego también está el tema de la representación. Normalmente, tenemos que hacer una película que la vean cien millones de personas, pues vamos a poner a un estereotipo con el que mucha gente se pueda sentir identificado. La cuestión de la representación está cobrando importancia y yo creo que es importante que se haga, pero que se haga bien, desde el respeto y no como una cuestión ‘voy a hacer una historia de representación para apelar a un sector concreto, para llevarme su dinero, para quedar bien’. Si vas a hacer una historia con representación tiene que ser desde el respeto y desde el conocimiento.

Y en último caso, creo que también hay una cuestión de reto en todo esto. Lo que decíamos también del diseño de sonido, de la lengua de signos… a mí como contador de historias me supone un reto a la hora de decir ‘¿cómo voy a dialogar esta escena?, teniendo en cuenta que se hace con lengua de signos, ¿cómo puedo al final estar hablando con las manos?’ Son signos y como cineastas usamos los signos todo el rato. Es semiótica pura y dura. Entonces, cómo puedo incluir eso en el lenguaje de la película, en la narrativa. Entonces empiezan a surgir muchas posibilidades que antes no me había planteado. Me motiva eso como algo positivo para mí, como creador.

 

¿Qué tratamiento consideras para el diálogo y la música?

No pretendo hacer un musical, no pretendo tampoco hacer una historia completamente muda. Porque al final un personaje como Marco sí que habla y luego la protagonista… se parecería más en este sentido a la protagonista de La forma del agua de Guillermo del Toro, que es muda pero no es sorda. Todavía no lo sé porque no he llegado a ese punto. Creo que estoy explorando, porque obviamente la música tiene que tener un papel protagonista donde hay un personaje protagonista que es músico.

Creo que sé por donde quiero tirar más o menos esta cuestión de la música y quiero que forme parte central, porque hay ficciones como La serie de Euforia o la serie de Atlanta [donde] tienes la música como colchón para contar esta historia. Sin la música no se podría contar esa historia y creo que en mi caso voy a necesitar eso también. Estoy explorando ahora mismo distintas posibilidades.

 

¿Y en cuanto a la estética?

Todavía no lo tengo claro. No soy director de arte. Creo que en ese sentido, cuando tenga un poco más avanzado el guion y qué me gustaría contar… ya he hablado con algunos miembros del equipo de Umbrellas para que me echen un cable a la hora de hacer algún concept para empezar a explorar ciertas opciones.

Ya me han hecho un par de ilustraciones en acuarela y creo que la acuarela es un es un estilo que le podría pegar con esta cuestión artesanal, esta cuestión sensible. La acuarela cuando la estás pintando no es como el digital, que puedes borrar y empezar a hacerlo. La acuarela tiene como un punto en el que si te sobre esfuerzas, al final estropeas el dibujo, entonces tiene que tener como un punto de equilibrio concreto. Ya es algo que me interesa, me atrae, pero no sé si es porque es la técnica que he conocido para hacer Umbrellas. La animación, aunque fuera digital, tenía textura de acuarela. Entonces te diría que a priori sería la técnica que más me atrae para contar esta historia, pero esto es un prejuicio ahora mismo.

 

¿Cómo influye Umbrellas en A veces silencio?

Totalmente. Umbrellas, para mí ha supuesto un aprendizaje brutal. Yo venía de hacer cine de acción real, había hecho dos cortos y fue la primera incursión que tuve en animación. No sabía nada de animación, no había hecho ningún master, ningún curso ni nada. Entonces tuve que aprender al mismo tiempo que lo estaba haciendo, porque fue un aprendizaje brutal y un aprendizaje de esa manera te cala los huesos, se te mete dentro de ti. No es esto de leer un libro y luego lo intento aplicar de alguna manera. No, esto fue ‘tienes que aprender mucho y muy rápido para poder llevar a cabo el corto’.

Por suerte tuve unos compañeros maravillosos: José Prats como director, Alicia Canovas, que participó desde el principio, idea original también suya, y he podido aprender de ellos muchísimo. Del director de animación, de Thierry Torres, de todos los animadores que tuvimos. Yo era el que menos sabía de este equipo. De cada uno de ellos pude estar aprendiendo cositas sobre la técnica.

Umbrellas no deja de ser un corto de aventuras, pero con un toque un poquito más sensible, una historia un poquito más íntima. A pesar de que estamos creando un mundo fantástico donde los niños llegan en paraguas mágicos voladores, lo que conecta no es tanto el universo, son los personajes y es el drama interno que ellos tienen. Y creo que ahí es donde yo tengo esa herencia en esta historia nueva. Al final sigo hablando de relaciones familiares donde Silvia pierde a su madre al principio de la historia, tiene una relación muy complicada con su padre, entonces la herencia de la relación padre e hija que tiene Umbrellas se sigue trasladando un poquito. Este tono también sensible, un poquito lírico, que creo que tiene también lo quiero explorar y lo quiero expandir más en A veces silencio.

 

Por cierto, que pasa el tiempo y Umbrellas sigue dando de qué hablar…

Umbrellas está superando nuestras expectativas totalmente. El proyecto nació un poco como una inconsciencia: vamos a hacer un corto de animación y como digo, tampoco sabíamos muy bien. José sí que sabía un poquito más que él tenía experiencia en el mundo de la animación; yo venía del mundo de la publicidad. Entonces sí que más o menos sabía cuáles son los pasos para que un proyecto se lleve a cabo, pero cuando lo estás haciendo, lo estás haciendo porque quieres contar algo o porque quieres practicar, o porque quieres probar tus habilidades como narrador. Pero en ningún caso estás pensando en que el corto iba a tener este recorrido maravilloso que está teniendo, que no podemos estar más que agradecidos por eso.

 

¿Cómo reaccionaste cuando descubriste que A veces silencio había sido elegido para las Residencias de la Academia?

La elección es una pasada. Como guionista y como directo es una profesión complicada. No hay unas oposiciones, no hay ofertas de trabajo, en este mundo casi siempre te preguntan de cómo se puede entrar o cómo se puede romper y yo estoy dando mis primeros pasitos. Y cada uno tiene su forma de hacerlo, su camino tiene que encontrarlo. Una de esas maneras es aplicar a muchas convocatorias. Ahora, por suerte hay muchos laboratorios, hay muchos talleres, hay muchas convocatorias de todo tipo y entre ellas estaba la de las Residencias de la Academia.

La historia de A veces silencio, yo la llevaba trabajando años ya, está en tu cabeza, de vez en cuando acude a ti, tienes una idea, la escribes, la abandonas, la echas a un taller, no te cogen, te frustras, la abandonas todavía más, pero luego la idea te vuelve a tocar la puerta y entonces la vuelves a trabajar. Entonces yo hice la convocatoria de las Residencias de la Academia, como había estado en otras residencias varias y me acuerdo cuando me llamaron por tal por teléfono me dijeron ‘somos de la Academia’. No entendí, porque tu proyecto ha sido seleccionado y luego [grita emocionado]. La chica que me cogió el teléfono dijo ‘no, hombre, alégrate que es la mejor llamada que hacemos a lo largo del año. Entonces me alegro de que te alegre’.

Y nada, lo afronto con mucha ilusión, porque además está esto que dicen de que si eres la persona más inteligente de la habitación, estás en la habitación equivocada. Yo, desde luego, estoy en la habitación correcta porque hay gente con muchísimo talento, gente que tiene varios largos estrenados, gente que ha dado la vuelta al mundo con sus películas. Y luego estoy yo ahí abajito. Yo siempre hago la broma de que me van a quitar el bocadillo a la hora del recreo, porque tengo muy poquita experiencia [ríe].

Y luego bueno, en las Residencias tengo gente que admiro como cineasta, que jamás me podría haber imaginado. Entonces estoy en la habitación correcta y creo que voy a aprender un montón. También con un poco de vértigo, con esta cuestión de querer estar a la altura y de querer trabajar mucho para que el síndrome del impostor no me ataque. Con muchas ganas de trabajar.

 

¿Cuáles son tus planes a futuro?

Tengo un proyecto de cortometraje en preproducción de imagen real que lo paralicé porque empezaban las Residencia y fue una decisión complicada porque me apetecía mucho volver a rodar, pero necesito centrarme en una cosa o en la otra. Entonces mi idea es que cuando terminen las Residencias, volver a arrancar el proyecto de cortometraje.

Es un cortometraje que me que me hace mucha ilusión porque sigo expandiendo. Yo antes había hecho mucha comedia, mientras que ahora está explorando otros tonos en mis historias, un tono un poco más sensible. Lo coescribí junto con un guionista que es una estrella, Enric Rufas, guionista de La soledad y Las horas del día. Ha ganado premios en Cannes, nominado varias veces al Goya. Es un gigante y tuve la suerte de poder coescribirlo con él. Es un proyecto al que le tengo mucho cariño y quiero producir esa historia cuando acabe las Residencia.

Por tanto y respondo tu pregunta, para mi la animación no es un género, es una técnica que se utiliza para contar historias de todo tipo. Algún día veremos un largo de animación de terror, algún día veremos un drama romántico como el que yo quiero hacer. Japón sí que lleva la delantera en este sentido a la hora de tener menos prejuicios, en Francia se hacen este tipo de propuestas. En España estamos asomando la patita también. Alberto Vázquez con Unicorn Wars o Alberto Mielgo con The Windshield Wiper yo creo que ha dado un puñetazo en la mesa de decir ‘tenemos el talento, tenemos las historias, se pueden hacer cosas distintas’. Entonces para mí es fundamental que se elimine esa barrera de animación como género y que pase ya de una vez a considerarse como técnica.

Que haya un largo de animación español nominado a Mejor película, por ejemplo, sería una cosa que ayudaría a quitar ese prejuicio. Entonces yo en mi humildad y en mi pequeñito paso de bebé que estoy dando ahora, quiero seguir construyendo en esa dirección y por lo menos proponer historias que salgan de la norma.