¿Qué hace un director técnico? Con Raúl Colomer
Aunque el nombre del cargo no lo sugiera, es un cargo más artístico de lo que podrían imaginar.
8 de noviembre de 2022Por Luis Miguel Cruz
Cuando se habla de un director técnico, es muy posible que el grueso de la gente piense en un entrenador de fútbol. Esto está bien, pero no nos olvidemos del cargo homónimo en la producción animada, ya que se trata de un rol fundamental para la realización de cualquier proyecto de este tipo. Después de todo, hablamos del responsable de “gestionar la parte del pipeline y la parte tecnológica con respecto a IT, es decir, hardware”. Así nos lo explica Raúl Colomer, quien cumple con estas funciones en Hampa Studio y quien formara parte de dos obras cumbre en la animación iberoamericana contemporánea como son The Windshield Wiper y Jibaro de Alberto Mielgo. En la primera fue lighter y lighter td, en la segunda fungió como CG supervisor de Pinkman.
De acuerdo, pero ¿qué significa esto? El español es sumamente cuidadoso para evitar los tecnicismos y así garantizar la máxima comprensión. Empieza por explicar qué es el pipeline del que tanto se habla en la industria, al que describe como “el envío y recepción de archivos entre los diferentes departamentos de un estudio”.
Si se opera de este modo es porque “trabajamos por departamentos en los cuales tenemos […] todas las áreas de los departamentos de animación [que] están compartimentados como el nombre dice, pero intraconectados y trabajando casi siempre en paralelo. ¿Cómo se consigue esto? Utilizando herramientas que te permiten el traspaso de información y al mismo tiempo dicen qué información es validada en un lado para que pase al siguiente departamento y viceversa”.
Una vez aclarado esto, resalta que los directores técnicos o CTO por sus siglas en inglés “lo que hacemos es optimizar ese flujo de trabajo desde el principio al fin”.
Esta tarea incluye manejo del hardware, recordando que “cualquier estudio de animación tiene ordenadores que están conectados a servidores. Esos equipos necesitan una potencia de conexión para poder transmitir los datos con la suficiente velocidad como para que el artista trabaje de una forma correcta”. También implica “la parte de tecnología en software, es decir, las herramientas con las que trabajan los artistas […] que diseñamos para cada departamento y que hacen que los artistas trabajen de una vida más sencilla”.
Concluye que “soy el encargado de mirar todo eso y mi objetivo es que tecnológicamente el estudio esté funcional o puesto al día en corto, medio y largo plazo”.
Director técnico: ¿un rol técnico o artístico?
El nombre del puesto y la descripción concedida por Raúl Colomer sugieren que estamos ante uno de los puestos más técnicos de toda la industria animada. ¡Lo es! Sin embargo, el entrevistado asegura que su trabajo también tiene una importante carga artística y creativa.
Prueba de ello es que es egresado de Bellas Artes y aunque esto podría verse como un caso aislado, tiene varios conocidos con esta misma formación. En su caso, esta educación ha sido de gran ayuda para trasladar su “creatividad a un rol técnico porque tienes que imaginarte como va a quedar todo”. Una labor que va más allá de cualquier programación y que implica una gran visión.
Por esto mismo, labora muy de cerca con los directores, pero sobre todo con los artistas. “Dedicamos normalmente el 90 por 100 de nuestro tiempo a escucharlos”, confiesa, “porque en el fondo gran parte de la optimización es hacer la vida más fácil a un artista. Mi trabajo creativamente es contar cómo un artista puede ser creativo”. Considera además que el mejor modo de lograrlo es que estos “piensen lo menos posible en las herramientas”.
Logros y retos
La dirección técnica en animación es un rol que implica distintas adversidades. Estos van de los problemas técnicos que surgen diariamente y que pueden entorpecer el flujo de trabajo a los dilemas “a largo plazo que consisten en estudiar, pensar, observar qué hace otra gente […] e intentar ver que están haciendo bien”. O lo que es lo mismo: estar al día.
Uno de los mayores desafíos del director técnico es estar siempre a la vanguardia en lo técnico y lo estético. Pensar “cuál es la tecnología que a diez años tendríamos que estar implementando para que el empuje sea lo más eficiente y al mismo tiempo no se caiga en gustos antiguos o se pierda la capacidad de reacción por no tener las herramientas modernas adecuadas”. Suena relativamente sencillo, pero no lo es.
Primero, por las implicaciones económicas que estos avances tienen en los estudios. Algo que puede resultar especialmente sensibles para las industrias emergentes como es el caso de las iberoamericanas. Segundo y no menos grave, porque cualquier adelanto es un arma de doble filo que puede popularizarse o venirse abajo, lo que implica una pérdida de dinero, tiempo y esfuerzos. El CTO debe ser capaz de minimizar estos riesgos con un conocimiento de las innovaciones en la industria.
Para ello se debe ser precavido sobre cuando las innovaciones están en estado beta. “Normalmente los estudios esperamos a que la tecnología sea eficiente [y cuente] con una base de errores adquirida”, explica. Esto es de gran importancia, ya que conocer los posibles fallos hará que su solución sea más sencilla, mientras que “implementar tecnologías que están muy en pañales, aunque sea muy novedosa o muy beneficiosa, potencialmente no tienes conocimiento para poder arreglar los problemas que te vienen”.
Esto implica el seguimiento de lo hecho por otros estudios, pero también la existencia de un laboratorio propio para experimentar. “En Hampa tenemos una pequeña rama en la cual estamos desarrollando pequeñas cositas, en la cual es como donde empiezas a cocinar”, detalla. “Si se quema algo no pasa nada, lo tiras y vuelves a hacer otro plato. Pero lo que no puedes hacer es meterlo en esta cadena masiva de producción”.
El trabajo, sin embargo, también puede representar grandes satisfacciones. En el caso de Raúl Colomer, está “un flujo de trabajo realmente complejo” realizado en colaboración con José María Tejeda para Jibaro. El segmento de Love, Death + Robots implicó tres logros decisivos como son los bosques “impresionistas pero a su vez realistas”, los caballeros cuyas armaduras están compuestas por “alrededor de más de 40 millones de polígonos” y finalmente su protagonista femenina, una “Golden Woman con tantas joyas colgadas, cadenas y que debía de ser artísticamente dirigible”.
Esta labor que se tornó aún más desafiante porque duró poco más de un año y además fue realizada durante los meses más críticos del COVID-19. “El estudio lo montamos desde cero y era totalmente virtual”, recuerda el CTO, “era pandemia y toda la gente estaba conectada a los equipos de forma remota”. Nos comparte en exclusiva una imagen de lo que era Pinkman durante la crisis sanitaria.
Cómo llegar a la dirección técnica
Existen muchos caminos para llegar a la dirección técnica. Sin embargo, Raúl Colomer piensa que el estudio de las ingenierías gráficas es una buena ruta para hacerlo al tratarse de “programación enfocada a objetos”. Asegura, sin embargo, que los aspectos más técnicos de la profesión pueden cubrirse con el respaldo de un buen equipo. También que “siempre va a ser importante que cualquier director técnico haya tenido experiencia artística”, ya que es el único modo de comprender las necesidades de los artistas que trabajan en la obra.
Esta situación que haya tantos perfiles distintos dentro de la profesión, aunque el entrevistado habla de un punto en común al tratarse de personas con “una inquietud artística pero muy relacionada con la tecnología”. Si de cualidades se trata, sorprende que se decante por la empatía para la gestión de equipos y para ponerse en la posición de los compañeros, lo que a su vez resulta fundamental para entender sus necesidades. Esto suele ser fundamental para el tratamiento de sus inquietudes, entre las que sobresale el cambio de tecnología, ya que este viene acompañado de potenciales fallos que podrían atentar contra sus tiempos de entrega.
Eso sí, asegura que a diferencia de otros puestos dentro de la producción a los que se puede acceder directamente, el de director técnico es más bien un rol “experiencial”. O como él mismo detalla, “debe de ser el de una persona que haya recorrido varios puestos dentro de un estudio para comprender las necesidades de los demás”.
A pesar de su importancia dentro de la producción, Raúl Colomer asegura que el rol aún es joven en los estudios iberoamericanos en comparación con los estudios anglosajones que lo tienen desde hace décadas, ya que sólo ha empezado a ser requerido para el desarrollo de proyectos cada vez más grandes. Por esto mismo, es una pieza clave para que nuestras industrias puedan crecer. Esto, aunado a su inusual combinación de elementos técnicos, artísticos y humanos, hace que haya pocos en la región, lo que debe cambiar cuanto antes para “poder convertirnos en grandes, tenemos que pensar cómo llegar”.