Crítica: En medio del medievo
Las cualidades de la webserie creada por Pablo Díez invitan a pensar que estamos ante el surgimiento de un nuevo fenómeno animado al interior de nuestras industrias.
2 de diciembre de 2024Por Viridiana Torres
“Todas las grandes historias comienzan con un haz de luz iluminando un libro abierto de par en par”, asegura un no tan enigmático narrador en los primeros segundos de En medio del medievo, para luego recalcar que “pero esta no es una gran historia, así que…”. No teman, que no haremos spoiler del primer gran chiste de la webserie, ya que sólo pretendemos dejar muy claro que bastan poco más de veinte segundos para que la obra creada por Pablo Díez deje ver el humor que le caracterizará a lo largo de todos sus episodios. Que es prácticamente el mismo tiempo que necesita para enganchar de lleno a su público.
Divertida, alocada, disparatada… existen muchas palabras con las que podríamos describir esta producción y lo cierto es que todas aplicarían a la perfección. Nosotros nos decantaremos por refrescante, pues el mundo hiperconectado en que vivimos ha convertido a los streamers en un tema recurrente dentro de los más diversos escenarios: desde la formalidad del periodismo y los estudios sociales, tecnológicos y comunicativos hasta la casualidad de las conversaciones cotidianas, muchas de las cuales se desarrollan en redes sociales. Y aunque es un hecho que esta historia ofrece una mirada analítica e incluso crítica desde el humor, también lo es que se decanta por una fórmula inusual, ingeniosa e innovadora con la que resulta difícil no dejarse llevar.
En medio del medievo nos introduce con Fimbar, un atolondrado hechicero medieval convertido en el primer streamer de la historia. Si el personaje sale adelante en sus objetivos se debe en buena medida al apoyo de su nieta Dean, quien aunque por momentos se muestra indiferente o incluso avergonzada, hace lo que está en su mano para que su abuelo comprenda las tendencias vigentes. Éstas también le llegan con los comentarios de sus audiencias, recibidos mediante un par de peces que operan como un peculiar sistema de notificaciones.
No nos cansaremos de decir que es hilarante y aunque esta es su principal característica, es importante enfatizar que no es su única virtud. De hecho, si su humor funciona se debe en buena medida a la estupenda conjunción de opuestos realizada por Pablo Díez al trasladar el fenómeno influencer a la edad media y sin descuidar la adaptación de elementos como los trends, las notificaciones y las recompensas, por mencionar algunas.
El otro choque de contrarios llega desde lo generacional. Aunque es bien sabido que hay streamers de todas las edades, la labor suele ser vinculada con la gente joven. En el caso de Fimbar, su errático accionar no sólo se da por el contexto en que habita, sino que se dispara por la brecha tecnológica que destaca aún más con la presencia de una adolescente como Dean.
Nada de esto funcionaría sin el excelso tratamiento del pacto de ficción. Las grabaciones del hechicero aparecen encuadradas en un marco de filmación engalanado por la leyenda Rec y el icono de la batería. Algo curioso si consideramos que nuestro protagonista no cuenta con tecnología actual y que los personajes secundarios, algunos de los cuales exhiben el carácter supersticioso propio de la época, no reaccionan ante ningún dispositivo que evidentemente resultaría extraño por no decir pagano. A pesar de ello, los streams funcionan para el espectador al estar perfectamente establecidos dentro del imaginario.
Como ya se mencionó anteriormente, buena parte de los mensajes se centran en la tecnología. Sin embargo, la producción nunca descuida el carácter social. De hecho, hace mucho énfasis en las conexiones y desconexiones humanas cuyas altas y bajas son vinculadas a los distintos avances, pero también a muchos otros factores. Esto, es importante resaltarlo, sin caer en moralismos de ningún tipo y sin sacrificar las risas por un solo instante.
Resalta también el carácter netamente seriado. A diferencia de muchas webseries cuyos episodios se conectan por hilos tan finos que terminan perdiéndose en el camino, En medio del medievo se inclina por una continuidad que da solidez a los personajes y la trama. Este tipo de construcción se agradece mucho en las prácticas actuales de consumo y desecho que invariablemente han impactado en el audiovisual.
Toda esta complejidad ha sido envuelta en una estética sencilla que se aprecia en el diseño de personajes y escenarios, el posicionamiento de cámaras, y la propia animación. Una virtud más que concede un toque artesanal al show y saca a relucir el esfuerzo y el talento del ya mencionado Pablo Díez, quien además de creador, escritor y director, funge como el único animador. El artista se convierte así en un ejemplo de perseverancia y resiliencia que puede servir como inspiración y motivación para muchos talentos ansiosos de sacar adelante sus historias.
Estas cualidades hacen de En medio del medievo una webserie que exige verse. Algo que además puede hacerse desde distintos ángulos, del humorístico al social, ya que en todos cumple con la misma efectividad. Una producción refrescante, que engancha con sus divertidos personajes y conquista con su hilarante exploración de temas contemporáneos pero sin caer en la banalidad o el sensacionalismo de otras producciones que abordan cuestiones similares. Situaciones que invariablemente invitan a pensar que podríamos estar ante el surgimiento de un nuevo fenómeno animado al interior de nuestras industrias.