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Por qué el reciente interés de la animación iberoamericana por los pueblos originarios

En los últimos años hemos visto numerosos proyectos de la región que han abordado el tema desde distintos ángulos.

17 de junio de 2022
Por Luis Miguel Cruz
Por qué el reciente interés de la animación iberoamericana por los pueblos originarios
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Uno de los mayores dilemas de la animación iberoamericana ha sido encontrar argumentos que apelen a la universalidad sin sacrificar elementos característicos de la región. Aunque las culturas prehispánicas y originarias siempre han sido asociadas con los países del nuevo continente que integran el bloque iberoamericano y como tal han sido un tema recurrente en sus respectivas industrias audiovisuales, su exploración animada no se hizo tendencia sino hasta hace muy poco tiempo. Una práctica en boga que actualmente incluye títulos como Nikté (2009), Tainá e os Guardiões da Amazônia (2018), Maya and the Three (2021), Ainbo: Spirit of the Amazon (2021) o Batman Azteca: Choque de imperios sólo por nombrar algunos.

Más allá de los deseos propios de las industrias del área por hacerse de una esencia distintiva para alcanzar la consolidación, el interés en torno a estas narrativas es mucho más complejo. De trata un esfuerzo que pretende dar a conocer nuestra identidad cultural mediante la narración de historias propias que ameritan ser narradas por nosotros mismo.

“Esa debe ser la fortaleza”, considera el fundador de Ánima, Fernando de Fuentes, “no tratar de emular a grandes estudios, sino no ocultar quienes somos, de dónde venimos y al contrario: mostrarlo”. 

Además de una oportunidad de dar a conocer nuestras historias, esto favorece además la representación de nuestras raíces. Tal fue el caso de la diseñadora Sandra Equihua, cuyo trabajo en Maya and the Three muestra “los rasgos físicos de mucha gente en Mesoamérica” como son tez morena, ojos almendrados, labios llenos y cabello oscuro. “Somos una cultura muy bonita”, considera la creativa, lo que muchas veces no se manifiesta en el trabajo de los grandes estudios que se decantan por una belleza más caucásica. 

José Zelada, director de Ainbo, coincide al asegurar que “tenemos la ventaja de que nuestra tierra, toda Latinoamérica, está llena de una cultura indígena y de leyendas, de una historia impresionante. Tenemos una gran riqueza y un gran patrimonio. Siempre me gustó sacar ideas de nuestra selva, al menos nosotros que venimos de ahí, [y pensé que] faltaba que el mundo tuviera una princesa amazónica. Y esta princesa era Ainbo. Cuando he visto otras historias otros colegas de otros países casi representan lo mismo”.

El cineasta considera además que “hay una necesidad de la gente de mostrar al mundo lo que somos nosotros, la riqueza que tenemos como latinoamericanos y mucho de enseñanza en un mensaje. Casi todos tocan el tema de una protección, no solamente cultural sino geográfica y natural”. 

Tainá e os Guardiões da Amazônia es un claro ejemplo de ello, pues su naturaleza netamente infantil y su exploración de la amazonia son determinantes para inculcar una cultura de respeto entre los más pequeños. “La idea es que el niño reflexione con su realidad, aprenda y se divierta con la serie”, explica el director brasileño Andre Forni [vía]. “El mundo amazónico es muy lejano para la mayoría de los niños. Queríamos combinar elementos [para que los] niños aprendieran sobre la Amazonía y su vida cotidiana”.

Se incluyen además lecciones propias de las distintas culturas a través de la exploración simbólica de los distintos espíritus y deidades. Tal fue el caso de Ainbo con el despiadado Yacuruna que representa la destrucción; Maya con un Mictlán que plasma los horrores de la guerra y la muerte; Batman Azteca hará lo propio con el dios murciélago Tzinacan que inspirará al joven héroe en su búsqueda de justicia.

Mensajes de gran importancia que pueden apelar a las audiencias de todas las edades en la búsqueda de una auténtica reflexión en beneficio del bloque. Tal es el caso de Maya and the Three, que más allá de una princesa guerrera mexicana, fue concebida como un símbolo de unión cultural mesoamericana. Así lo confesó en su momento el director Jorge Gutiérrez al explicar “el viaje épico [de su protagonista] por todos los reinos. Es la idea de que tenemos hermanos en toda Latinoamérica y nos tenemos que ayudar”.

Que así sea. Porque nuestros puntos en común son más que nuestras diferencias, porque nuestra cultura es rica y porque merece ser conocida a lo largo y ancho del bloque, y por todo el mundo.