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Pinocchio y Unicorn Wars merecen ser nominadas a Mejor película

Ya sea en el Goya o en el Oscar, ambas producciones tienen los argumentos necesarios para figurar entre lo mejor del año.

23 de noviembre de 2022
Por Viridiana Torres
Pinocchio y Unicorn Wars merecen ser nominadas a Mejor película
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Las grandes premiaciones cinematográficas siempre son controvertidas. Cada año se especula sobre cintas que merecen ser consideradas y otras que logran el objetivo sin tener lo necesario. Aunque cada vez es más común que la animación forme parte de estos debates, cada determinado tiempo surgen cintas que demuestran la urgencia de que la animación pueda competir en igualdad de condiciones con la acción real por el derecho a llevarse la terna a Mejor película. Este año tenemos dos: Unicorn Wars de Alberto Vázquez y Pinocchio de Guillermo del Toro. La primera apunta al Goya, la segunda al Oscar.

Es aquí cuando surge la pregunta: ¿qué méritos se necesitan para que una producción sea nominada a Mejor película? La respuesta tiende a generar grandes debates, pero casi todos coinciden en que las contendientes deben tener calidad narrativa y técnica, pero sobre todo historias que importen. Es decir, tramas que reflejen las preocupaciones de su contexto, que inviten a la reflexión y el debate en el marco contemporáneo, pero que también puedan trascender como un registro histórico en años venideros. Arte. Algo que las dos películas mencionadas anteriormente tienen de sobra.

Unicorn Wars refleja la naturaleza bélica del ser humano desde las posibilidades metafóricas que brinda la fantasía y la religión. Es la historia de un mundo mágico habitado por unicornios y ositos que son incapaces de vivir en paz por el rompimiento histórico que les aqueja y que ha desembocado en una guerra sin fin. La ternura que irradian sus personajes contrasta de lleno con su brutalidad, potenciando así los mensajes simbólicos del director Alberto Vázquez, quien de este modo ofrece una peculiar exploración de los odios ancestrales que continúan manifestándose hasta nuestros días. Su estreno en el marco de la invasión de Rusia a Ucrania continúa demostrándolo.

El caso de Pinocchio es similar, con una marioneta cuyas propiedades simbólicas son perfectas para ahondar en la obediencia ciega. Hablamos de un niño que cobra vida en un mundo que no lo comprende, pero que busca aprovecharlo para sus intereses particulares. Sus inquietudes provienen de un contexto dominado por los extremismos ideológicos en el mundo y que no hacen sino propiciar el rompimiento social. Un resquebrajamiento que sólo facilita el control de las altas esferas.

Dos películas ubicadas en mundos rotos, corrompidos por el nacionalismo, la fuerza militar y fanatismo religioso, y cuya única salvación radica en la defensa de la pureza y la inocencia. Valores en peligro de extinción.

Técnicamente, son obras cumbre a cargo de dos cineastas que hace tiempo se ganaron su carácter de autor. El español recurre a su inconfundible estética con personajes de corte infantil, que en este caso son colocados en los escenarios más improbables jamás imaginados. Una cinta plagada de imágenes icónicas que invariablemente permanecen en el recuerdo de la audiencia. El mexicano traslada todo su estilo, incluyendo sus eternos monstruos, al terreno animado para ofrecer una cátedra de stop motion que ya es vista como una de las mejores exponentes en toda la historia de la técnica.

Lo tienen todo a favor para alcanzar la nominación a Mejor película en sus respectivos certámenes. Pero enfrentan el peor de los obstáculos: los prejuicios que históricamente han aquejado a la animación. Si es para niños, si es un género, si no es cine… los hemos escuchado todos. A esto se suman las ternas animadas, tan necesarias para reconocer a la industria, pero que a su vez pueden entorpecer el camino a lo más alto.

Ninguna película animada ha sido considerada al Goya a Mejor película. Ni siquiera la sorprendente Buñuel en el laberinto de las tortugas que compitió en cuatro ternas y fue contemplada para representar a España en el Oscar 2020. El Oscar, por su parte, puede presumir tres nominaciones animadas a su máxima categoría con Beauty and the Beast, Up y Toy Story 3. Ninguna pudo hacerse con la estatuilla.

Unicorn Wars y Pinocchio aspiran a romper todas las quinielas para hacerse con un puesto en la historia. El objetivo final no es una estatuilla, sino luchar por el derecho a que la animación sea vista como cine.