De Cuerdas a Buffalo Kids: La animación como ventana a la inclusión de la discapacidad
Buffalo Kids hereda las bases del multilaureado cortometraje Cuerdas, así como sus esfuerzos en la búsqueda de representación y empatía.
16 de agosto de 2024Por José Roberto Landaverde
A lo largo de la historia, las personas con diversidad funcional no han aparecido tanto como deberían en medios audiovisuales. No escribo esto a la ligera. Soy una persona con diversidad funcional que usa una silla de ruedas y que, por la naturaleza de mi profesión –el periodismo cinematográfico–, he podido explorar las formas en las que se nos ha retratado en producciones fílmicas. Lo cierto es que, para que se empezara a hablar con dignidad de nuestras experiencias en el mainstream de las películas y series, tuvieron que pasar décadas. Afortunadamente, hoy son más las obras que cuentan con una perspectiva humanizada de nosotros, y que nos ponen al centro de sus narrativas. Da gusto ver que uno de los medios que avanza a pasos firmes en cuestión de representación es la animación.
Para entender cómo el cine animado ha sido esencial para romper paradigmas sobre la discapacidad, cabe rescatar una vieja entrevista [vía] al director y guionista Pedro Solís a raíz del éxito de su cortometraje Cuerdas. Ahí se le preguntó si el protagonista de la película, un niño con parálisis cerebral severa, usuario de silla de ruedas, tenía algo en común con su hijo, quien compartía estas características. A esto respondió:
“El Nico de Cuerdas es mi hijo, tal cual, con su misma silla, su expresión, su mirada… El modelador de los personajes fue mi hermano, Juan Solís, un gran modelador, muy reconocido a nivel mundial, que ha trabajado para Disney. Por lo tanto, el creador del personaje era su tío y su padrino. Y recuerdo la primera vez que me mandó una imagen del niño modelado en 3D. Iba yo en el tren, camino de Guadalajara, porque a mi hijo le había dado una crisis y le habían tenido que ingresar”.
Sobre su reacción ante el modelo, compartió que “cuando vi la primera propuesta del personaje me puse a llorar porque era él, mi Nico, con su gesto, su rictus, la cara más paralizada por un lado, la boquita torcida, los dientecitos rotos por la medicación y la rigidez. Unos rasgos comunes en los que sufren parálisis cerebral. Por eso también, muchos padres de niños con parálisis, cuando lo ven dicen: ‘¡Es que es mi hijo!’”.
En el corto, el niño inspirado en Nico conoce a María, quien de inmediato lo incluye en sus sesiones de juego y lectura diariamente a la hora del recreo. Como siempre ocurre en la infancia, hay inquietudes: “¿No sabes andar?”, pregunta María. “¿Ni hablar?”. Cuando ve que no hay respuesta por parte de su futuro amigo, no se aleja ni lo mira con extrañeza. Lo que sucede, más bien, es que toma una cuerda que sus compañeras dejaron en el suelo del patio, la amarra cuidadosamente a las muñecas y piernas del niño y se pone a jugar con él, tirando de la soga para guiarlo y hacerlo patear un balón, y también para ayudarlo a mover sus manos y pasarlas por las páginas de un libro. Ya está. El recién llegado alumno del orfanato se desenvuelve en varias actividades, como el resto de sus compañeros.
Cuerdas se alzó con el premio Goya a Mejor Corto de Animación en 2014, y fue reconocido en el libro de Record Guinness como el corto más premiado a nivel mundial con aproximadamente 400 galardones en su haber. Sin embargo, la obra puede presumir un logro aún más grande: Ir más allá…
Una nueva aventura sin distinciones ni barreras
“Con toda la repercusión que tuvo Cuerdas a nivel mundial, mucha gente nos preguntaba ‘¿Para cuándo un largo?’, comparte Solís [vía]. “Pero no era hacer un largo por hacer un largo; había que encontrar una historia lo suficientemente potente y el momento adecuado”.
Pasaron los años y de pronto varias piezas encajaron para que se pudiera desarrollar la idea de su nueva película, Buffalo Kids. Se trata de un western ambientado a finales del siglo XIX, en el que Tom y Mary, dos niños huérfanos, viajan a Nueva York para encontrarse con su tío. Pero su plan inicial no sale como esperaban, así que terminan como polizones en un tren donde conocen a Nick, un chico con parálisis cerebral severa, usuario de silla de ruedas.
No es coincidencia que la descripción de este personaje suene tan parecida a la que hice, algunas líneas más arriba, al protagonista de Cuerdas. Tanto Pedro Solís como Juan Jesús García Galocha ‘Galo’ director de arte del mencionado cortometraje y quien también funge como director de Buffalo Kids, querían que María y Nico tuvieran una nueva aventura y, con esto en mente, se pusieron manos a la obra para crear una película que expandiera la historia de ambos niños. Aunado a esto, los cineastas ansiaban homenajear a las muchas cintas del viejo oeste que crecieron viendo.
El resultado es un festín de acción que, además de ser una propuesta visualmente apabullante, destaca porque mantiene el compromiso de los directores por dignificar la discapacidad en la gran pantalla. Hay secuencias en las que vemos a Nick combatir con unos bandidos usando las ruedas de su silla o, montado en un mecanismo fijado a las vías del tren. Cada suceso dentro de la trama le afecta igual que a los otros personajes. Sin distinciones. Sin barreras.
“Creemos que el plus de la película es Nick, un niño tan especial, y cómo le incluyen de una manera orgánica, de una manera normal. Es uno más en la aventura”, explica Solís [vía]. El cineasta explica además que la inclusión vista en la trama está inspirada por situaciones que ocurrían en su familia, donde su hija, Alejandra, siempre estuvo acostumbrada a tratar a su hermano Nico como a cualquier otra persona. Sobre esta relación sin tabús, aseveró: “No es algo especial. Es su hermano y juega con él. ¿Cómo juega? Como puede. Punto”.
“Es muy importante hacerlo de forma natural”, complementa Galo tras ser cuestionado sobre la inquietud del equipo de producción por abordar la diversidad de forma honesta, un esfuerzo que no también incluye personajes femeninos con un óptimo desarrollo narrativo y la representación de nativos americanos [vía]. “hay muchas veces en que se quieren coger muchos temas sociales y se meten con calzador. Nuestro objetivo es, siempre, que quede natural, que no notes nada raro. Simplemente es lo normal”.
Empezar a reconocernos como somos
Como alguien a que ha vivido situaciones similares a las de Cuerdas y Buffalo Kids, me llena de satisfacción que existan estas historias, sobre todo porque es una afirmación de que hay quienes se atreven a vernos como iguales. Así es como yo he vivido mi cotidianidad: desde la infancia se me incluyó en la sociedad, ya que quienes me rodean siempre me han tratado respetuosamente.
Quizás lo más valioso de estas propuestas es que, de entrada, están exentas de prejuicios, lo cual ayuda a normalizar la inclusión desde edades tempranas. Prueba de esto son los comentarios en la página oficial de Cuerdas en YouTube: la gran mayoría son agradecimientos de espectadores a los realizadores, pues a través de las imágenes han recordado a amigos con discapacidad que tuvieron en la escuela y cuentan cómo convivir a diario con ellos los ayudó a evitar conductas capacitistas y discriminatorias.
No obstante, y como es sabido, la animación no es un medio únicamente pensado para niños. Afortunadamente, la obra ha marcado a generaciones enteras, como se puede constatar con un comentario que una seguidora dejó en la cuenta de X/Twitter de Alejandra Solís, hija del director, mientras promovía la nueva película de su padre. En el post se lee: “El primer cortometraje que vi. Ahora estudio trabajo social y Cuerdas tiene un huequito especial en mi corazón”.
El primer cortometraje que vi. Ahora estudio trabajo social y Cuerdas tiene un huequito especial en mi corazón :’)
— lau.🥶🔻 (@lauradesastre) August 13, 2024
Además de la naturalidad referida por la dupla realizadora, hay otro factor de suma importancia para sembrar a través del cine la semilla de la inclusión: la empatía. Así lo mencionó en su momento Eduardo Rivero, director de Un disfraz para Nicolás, en una entrevista con el Instituto Mexicano de Cinematografía. La cinta, galardonada en 2021 con el premio Ariel a Mejor largometraje de animación nos presenta justamente a Nicolás, un niño con Síndrome de Down que ama los disfraces que su mamá le hace cada año en su cumpleaños, pero un día ésta muere y Nico –hermosa coincidencia en el nombre– tiene que irse a vivir con sus abuelos y su primo, quien al principio batalla para aceptarlo.
Según Rivero, “estos temas siempre quedan de lado porque a lo mejor son incómodos de ver, pero creemos que es importante generar esta conciencia desde antes, no sólo cuando eres adulto, que ya estás predispuesto. Tratamos de buscar empatía con la gente, nos hace falta como seres humanos ponernos en los zapatos de la otra persona. Si podemos lograr eso, el esfuerzo vale la pena”.
Leyendo las palabras del director mexicano, volvió a mi mente lo que contó Pedro Solís sobre cómo los padres que veían el modelo del estelar de Cuerdas decían que ahí también estaban retratados sus hijos. Creo que de esa representación surge la empatía. Se tiene que asumir que existimos.