“Lumen es luz”, nos explica Enric Sant, creador y director de un proyecto que exhibe las capacidades de la animación para fusionar mundos casi completamente opuestos. Por un lado está el clasicismo de una historia con un título en latín y cuyos pilares narrativos hacen recordar a la alegoría de la caverna de Platón; por el otro está su exhibición mediante vías altamente tecnológicas al tratarse de una experiencia interactiva concebida para la realidad virtual. Lo mejor de dos mundos para una producción que ilumina todos los escenarios en los que se ha presentado.

Su historia gira en torno al ser titular, quien es descrito por el artista como “un personaje luminoso en un universo oscuro”. La guionista Maria Burgués ahonda al detallar que las acciones se desarrollan en “un universo fantástico que es bastante hostil. Es un mundo sólo hecho de piedra, como una especia de desierto y está habitado por seres hechos de luz llamados Animus”.

La realidad de este ente no siempre fue así. La sinopsis adelanta que un día despierta en esta tierra extraña y descubre una serie de signos misteriosos que le ayudan a sobrevivir, hasta que al tocar uno experimenta una visión reveladora que le provoca el intenso deseo de descubrir su significado. Para lograrlo, Lumen comenzará un viaje en el que conocerá a otros seres como él y con los que vivirá muchas aventuras hasta encontrar su propio camino. Resulta curioso que una historia de este tipo, con una premisa fantástica y una trama asentada en el viaje del héroe de Joseph Campbell surge de un suceso sumamente personal como fue el deceso de la madre de Enric Sant.

“Poco después de morir mi madre tuve la necesidad de expresar mi agradecimiento hacia ella por lo que había hecho”, rememora el creativo. “Estaba muy dolido y no encontraba consuelo. Dándole vueltas lo encontré en lo que ella había dejado para mí, cómo su paso por la vida me había aplanado el camino, y cómo después yo seguía aprovechándome de esos beneficios”.

Continúa asegurando que “han pasado unos años y todavía siento que sigo apoyándome en esas ayudas que me dejó. Con este contexto, yo sentía la necesidad de plasmar ese agradecimiento de alguna manera, y me puse a escribir una historia que retrataba un poquito el hecho de cómo alguien apoya a otro sin ningún ánimo de lucro y sin ninguna otra intención más que ayudar. Es lo que hacemos las personas, ¿no? Fue lo que hizo mi madre por mí y tuve la necesidad de escribir este homenaje”.

Podría pensarse que esta noble premisa se toparía con un camino tan complicado como el del propio Lumen. Un concepto necesario para los tiempos que corren, pero que precisamente se da en un contexto dominado en buena parte por el conflicto y la polémica. No ha sido el caso, de hecho ha ocurrido todo lo contrario, ya que el proyecto ha gozado de una estupenda aceptación en los distintos encuentros en los que ha participado. El caso más sobresaliente ha sido Annecy 2023, donde figuró entre los ganadores de Experiencias digitales de los Mifa Pitches.

 

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La dupla considera que el éxito logrado hasta ahora se debe en buena parte a que tienen muy claras sus intenciones. Al respecto, Sant considera que “creemos que se puede contar y que hay herramientas para hablar de estos conceptos más positivos sin la aparición de otros elementos”. Burgués complementa diciendo que “la gratitud es un tema que hemos comentado mucho llevándolo a un ámbito más universal. No sólo [con las] personas, también la naturaleza, los animales, todo lo que nos rodea está colocado de forma armónica para que funcione y nos interesaba la idea de que si todo se trabaja de este modo, el río sigue”.

Estas nociones pueden apreciarse en su excelso modo de introducir el proyecto, ya que suelen abordar su pitch con el cuento El plantador de dátiles. Trata de un hombre mayor que los siembra sabiendo que tardarán varías décadas en dar sus frutos y aunque es consciente que no podrá disfrutarlos, continúa su labor con entusiasmo al saber que las futuras generaciones podrán disfrutar de ellos, tal y como el hizo gracias a quienes hicieron los plantaron antes que él.

En cualquier caso, Maria Burgués confirma que Lumen no está exento de conflictos y que el personaje titular “va a tener problemas. Se va a encontrar con amigos con los que va a vivir tanto buenas como malas experiencias. La idea es un coming of age, un peregrinaje en el cual se va a encontrar con obstáculos”. También con temibles vistazos de lo que puede suceder cuando uno se desvía, ya que “pueden haber otros personajes que por algún motivo se pueden haber corrompido o pueden estar en una situación de vulnerabilidad que quizá los convierta en personas más agresivas”. Y por supuesto, “se va a enfrentar a sí mismo, a sus propios temores a través de lo que se encuentra”.

En una coincidencia metanarrativa, es curioso ver que tanto el proyecto como los artistas han atravesado sus propios procesos de transformación para salir avante. Las bases de Lumen tienen más de una década, fue desarrollado de manera intermitente por años hasta que fue visualizado como un videojuego, al menos hasta que un taller en Next Lab hizo que Enric Sant se percatara de que la premisa se adaptaba mejor a la realidad virtual. “Encajaba muy bien”, recuerda “básicamente por la inmensidad, porque se trataba de entornos muy contemplativos”. Pero sobre todo por “esa esa conexión con el personaje que no me daban otros medios”.

En el caso de los creativos, el cambio de formato ha propiciado una inmersión en un territorio que todavía tiene muchos caminos pendientes por explorar. De momento, describen el viaje como “un híbrido entre videojuego y animación” que se aprecia especialmente en los roles de la producción, en el uso de la cámara y en el accionar de los personajes cuando están estáticos. A esto se suma el desarrollo de la interacción, pues a diferencia de los audiovisuales más convencionales, una obra de este tipo implica una continua experimentación por parte del usuario, quien no puede permanecer estático por demasiado tiempo. En muchos sentidos, una cueva que se ve alumbrada con el ingenio de Sant, Burgués y todo su equipo, y que será fundamental para el desarrollo del formato, pero sobre todo para que muchos otros artistas puedan contar sus historias desde la vía interactiva. Auténticos datileros del mundo digital.

El equipo contempla tener el primero de cuatro episodios a finales de 2024 y mientras tanto los artistas no pueden sino agradecer las muestras de apoyo recibidas. “Hace ilusión el ver que Lumen se va construyendo poco a poco”, concluye Enric Sant con una clara sonrisa. “También da vértigo porque no quieres equivocarte. Pero es verdad que es muy satisfactorio el ver que la gente conecta con el proyecto. Es un combustible para seguir adelante”.