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Conoce Kolaval: El proyecto que refuerza la voz de la mujer indígena

Karla Velázquez y Adrián Saldaña ahondan en su proyecto de largo Kolaval, que parte de las mujeres indígenas para dar visibilidad a quienes no la tienen.

13 de octubre de 2023
Por Luis Miguel Cruz
Conoce Kolaval: El proyecto que refuerza la voz de la mujer indígena
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La animación ha sido clave para fortalecer nuestra identidad. Esta cualidad no sólo es capaz de refrendarnos ante la mirada foránea, sino que también es fundamental para alcanzar la aceptación e incluso la sanación desde nuestro interior. Como sociedades, pero también como individuos. Así lo confirma la mexicana Karla Velázquez, quien ha aprovechado las presentaciones de su proyecto de largometraje, Kolaval, para compartir que “gran parte de mi niñez viví en una ignorancia de mis raíces, tan profunda como ellas mismas. Una herencia indígena que rechacé y arrastré con vergüenza por años […]. Tuve que aprender a honrar mi pasado y tomar lo mejor de él para construir un camino del que me sienta orgullosa”.

La sinopsis oficial nos traslada a un pequeño pueblo donde Nichim, una guerrera que nació en una familia de bordadores, será obligada a casarse como la única esperanza para detener a un violento conquistador. Pero creyendo en las leyendas que su abuela solía contarle, la joven decide huir y aventurarse en un bosque ancestral. Es ahí donde Nichim junto a un demonio con dudosas intenciones, deben encontrar el poder secreto de una antigua diosa para desenmarañar el desastre en su pueblo y tejer una mejor vida.

Kolaval Karla Velázquez Adrián Saldaña México

Ya en entrevista, la artista se muestra claramente entusiasmada al momento de hablar sobre sus intenciones con el proyecto. Una historia que “habla de reconciliación, de perdón, de un futuro, de un México con más perspectiva y de mujeres fuertes. Es una propuesta nueva a la animación que se ha estado haciendo en la industria mexicana”. Aclara también que la trama aborda temas tan personales como universales valiéndose de “una herramienta muy poderosa también que son las comunidades indígenas que tienen una tradición y una cultura. Siento que es la manera de nosotros poder compartir esta historia que puede resonar con muchas mujeres y con las personas en el mundo”.

El guionista Adrián Saldaña complementa explicando que Kolaval parte de que “las infancias son súper importantes y nosotros seguimos a una de ellas para darles voz a esos sentimientos de ‘quiero ser adulto, pero no soy un adulto todavía y lo necesito por todo lo que está pasando a mi alrededor’. Es esta niña que se tiene que valer por sí sola. Mucha fantasía, mucha aventura al mismo tiempo, pero al final es eso: esa niña que tiene un valor personal, que cree muchísimo en sí misma y que va a salir al mundo con las herramientas que tiene y que le dieron a ver qué puede hacer con ellas”.

Los orígenes del proyecto son curiosos, pues se remontan a una investigación más académica que creativa. Así lo confirma Karla Velázquez al explicar que su ascendencia indígena la motivó a hacer un viaje al estado mexicano de Chiapas para hacer una investigación sobre las comunidades tzotziles. Durante su labor, le sorprendió que las mujeres entrevistadas siempre terminaban compartiendo todo tipo de historias sobre sus infancias y su vida. “¿Cómo no inspirarse de eso”, rememora, “fue como ‘tengo que hacer algo con esta historia’”. Este interés se vio potenciado por otras fuentes, como la admiración por la escritora Rosario Castellanos y autora de numerosas obras sobre comunidades indígenas, o la inspiración por la diputada indígena, Eufrosina Cruz. “Me siento muy identificada con todas estas historias de mujeres fuertes que vienen de inicios humildes”, asegura, para luego compartir que fue así como surgió el proyecto “donde una niña quiere ser más de lo que su contexto le ofreció”. Las bases estaban ahí, pero consciente de que necesitaba el respaldo de un especialista para aterrizarlas, recurrió al apoyo de Adrián Saldaña para la redacción del guion.

Kolaval Karla Velázquez Adrián Saldaña México

“Con Karla tenía mucha amistad desde antes”, recuerda el creativo “y siempre quise trabajar con ella”. Esta buena química ha sido clave para el adecuado desarrollo del proyecto, que además se ha visto reforzado por una intensa investigación que avanzó de lo particular a lo general. “Fue conocer su historia, conocer su pasado”, declara, para luego recordar cómo “empezamos a descubrir muchas historias muy parecidas y se me hizo que había una mucho más grande. Ahí fue donde empezamos a investigar un poco más y descubrimos que esta situación no es mexicana y tampoco indígena, solamente es una situación que pasa y sigue pasando día con día”.

Las bases narrativas son sólidas, pero también han sido reforzadas con una potente simbología. La más importante de todas es su protagonista que funge como una representación no sólo del género femenino, sino de todas aquellas personas que han sido históricamente silenciadas. O como dice Saldaña, “personas no representadas que buscan tener una voz y buscan cómo acrecentar su poder”. Por su parte, el nombre de Nichim significa flor en tzotzil, lo que para Velázquez representa el “florecer en cuanto a la manera de pensar, la manera de crecer en su arco. Es esta semilla que contagia a otras mujeres a que florezcan”. Finalmente el propio título de Kolaval, que de acuerdo a la artista “es una palabra que forma parte de una oración que se dice al final cuando uno da las gracias en tzotzil, que significa mi corazón está en paz. La historia va alrededor de buscar la paz para estar todos con un corazón feliz”.

Tampoco nos olvidemos de su estilo sustentado sobre los pilares del realismo mágico. Esto desde una historia que encuentra la fantasía en un bosque mágico y las diferentes entidades que lo habitan, y que la fusiona con la veracidad propia de una serie de movimientos indígenas ocurridos en México durante los 80. Tal fue el caso de los zapatistas y muy especialmente el de las rebeldes. “Fue cuando muchas mujeres [indígenas] decidieron dejar a sus maridos y prefirieron valerse por sí mismas”, explica la creativa. “Fueron muy mal vistas, pero poco a poco esa idea de ‘primero yo, después él’ empezó ahí. Es una semillita que juega un poco en nuestra historia”.

Y finalmente, el carácter autobiográfico manifestado no en las vivencias de la dupla, sino en una serie de personajes que se inspiran en las mujeres más importantes de sus vidas. Féminas fuertes que han debido enfrentar toda clase de adversidades para hacerse escuchar en un mundo adverso que se empeñaba en silenciarlas. Ésta también es su historia.

Kolaval Karla Velázquez Adrián Saldaña México

Las declaraciones de Karla Velázquez y Adrián Saldaña son más que suficiente para entender la enorme potencia de Kolaval, pero si todavía necesitan más pruebas bien podemos rememorar su exitoso recorrido. Uno que incluye encuentros de jerarquía como Animation! Ventana Sur, Premios Quirino y Annecy. Más recientemente también ha sido seleccionado dentro de MIAnima, programa de formación para proyectos a cargo de Mujeres en la Industria de la Animación (MIA). Y esto es sólo el inicio.

Aunque esta historia se encuentra en sus primeras fases de desarrollo, la mancuerna es muy consciente del diamante en bruto que tiene en sus manos y confía en sacar su brillo en todos los niveles. No vacilan en compartir lo mucho que les gustaría estrenar en Chiapas y contar con algunos diálogos en tzotzil. También sueñan con spinoffs, series limitadas y videojuegos que ahonden este mágico universo. Pero más importante aún, confían con que su película será capaz de dar visibilidad a muchas voces que la han exigido por generaciones.

“Estamos en un muy buen inicio donde historias como Kolaval son muy importantes para la representación que se busca”, asegura Adrián Saldaña. “Creo que todavía falta dar ese paso a ese otro lado que es muy real, que mucha gente conoce y que poco a poco se va rascando la pared para llegar ahí, pero creo que aún nos falta para que la visibilidad de la que tanto hablamos ya no sea visibilidad, sino sea lo normal”. Por su parte, Karla Velázquez rememora que “en ciertas juntas que tuvimos en los festivales y en las mentorías, [nos decían] que la historia era muy nicho y era muy mexicana, y nos decían ‘por qué la quieren contar’. La respuesta siempre fue ‘porque tenemos que contarla para que deje de ser nicho’. Tenemos que poner historias así de específicas ahí afuera para que la gente entienda que también estamos aquí, existimos, somos fuertes y podemos contar historias igual de potentes y que se vuelva lo normal”.