Conoce El viaje de Azul: El largo sobre mito, fantasía y realidad
Aline Romero ahonda en su proyecto de largo stop motion que recurre a la fantasía para abordar temas como la distribución de riqueza, el cambio climático y la crisis migratoria.
7 de noviembre de 2023Por Viridiana Torres
“Para mí, El viaje de Azul principalmente es un reto enorme”, responde Aline Romero cuando le preguntamos sobre lo que significa este proyecto. Las palabras de la artista mexicana radicada en España apenas permiten vislumbrar la magnitud del ambicioso proyecto: un primer largometraje, ideado en stop motion, inspirado en mitos prehispánicos en combinación con el viaje del héroe, y con una base épica que parece decidida a evolucionar muchos de los aspectos que han imperado en nuestro imaginario por generaciones. El calibre de esta proeza contrasta con la actitud tranquila de una cineasta que lleva mucho tiempo germinando esta historia en su cabeza y que luce segura de sus intenciones.
La trama nos introduce en un mundo fantástico sumido en la decadencia. Uno donde la tierra se está secando y la vida de las semillas, vitales para la existencia, está en peligro. La esperanza resurge cuando Azul, la más joven del clan guardián, descubre una cueva secreta llena de semillas que representa el punto de partida de un viaje de autodescubrimiento. Uno que parece extenderse del personaje central a su realizadora.
La inmersión en la aventura ha deambulado entre lo curioso y lo complejo. “Todo empezó como muy plan juego”, rememora la creativa. “En una clase de diseño de personajes y el tema era compartir mitos. Todo el mundo empezó con los griegos, muy eurocéntrico”. Su condición de migrante la hizo mirar hacia otro lado. “Siento que cuando estás fuera de México, quieres agarrarte un poco y que salga [el país]”. Fue así como encontró un mito mexicano sobre un guerrero cuya búsqueda de maíz le hace cruzarse con un ave a la que perdona la vida. En agradecimiento, ésta lo invita a escoger entre sus hijas para contraer nupcias, siendo Azul la elegida. Una historia que, si bien la cautivó, también le pareció un tanto machista, lo que resultó en una suerte de reinvención para su adaptación.
“Mi idea para Azul, y de hecho para todos los personajes, es que me gustaría que todos fueran de un género más neutro”, asegura. “Seres antropomorfos, pero sin rasgos masculinos o femeninos”. A pesar de la variante, enfatiza que “el nombre se quedó desde el tema del mito y porque me gusta mucho como suena, ya que puede ser neutro”.
La exploración de la narrativa precolombina también hizo que Aline Romero cuestionara los vínculos humanos con la naturaleza, inclinándose por la comida como el enlace universal entre los pueblos mesoamericanos. Esto mismo la llevó a considerar el maíz como eje central de El viaje de Azul, pero consciente de que esto resultaría en un proyecto muy local, se decantó por las semillas. Fue así como construyó un círculo profundamente crítico con la sociedad contemporánea en la que cuestiona la distribución de la riqueza, la sobreexplotación de recursos que desemboca en el cambio climático y que a su vez propicia la migración en busca de mejores oportunidades o en los casos más extremos, de la supervivencia.
Finalmente, el regreso a las raíces desde lo prehispánico aun cuando esto colapse con las más añejas nociones. Tal es el caso de Tari, cuya apariencia de serpiente puede sugerir villanía, cuando realmente se trata de un personaje inspirado en Quetzalcóatl que funge como guía ancestral de la protagonista. Quería “tomar la serpiente y sacarla de esta percepción religiosa del pecado y tenerla como como si fuera la sabiduría. Es la que tiene todo el conocimiento, pero también la que está totalmente vinculada con este mundo. Ya sabe lo que ha pasado y quizá sabe lo que sigue”. Detalla la creativa, para luego explicar que su conexión con la tierra será tal que el deterioro de las partes será simultáneo, pues el colapso global provocará que la criatura vaya perdiendo su memoria.
Pocos cineastas, incluso entre los más experimentados, se aventurarían a realizar una producción animada tan elaborada. Esto no intimida a la artista, quien es consciente de su juventud e incluso de su inexperiencia al ser apenas su primer largometraje y su segundo proyecto profesional tras su corto Psychophonic. De hecho, hubo un tiempo en que la mexicana contempló este último formato debido a que “no tenía muchos referentes de gente que dijera ‘ya me lanzo a un largometraje’, entonces lo veía algo muy lejano”. Este enfoque cambió tras una conversación con una persona cercana que “me dio un gran consejo: ‘estás en tu momento de vida más creativo, más potente. ¿Cuánto tiempo vas a tardar en un cortometraje? Mejor ármate de valor y haz un argumento efectivo para el largometraje’. Y ahí se me quedó”.
Esta valentía que remite de lleno a la del personaje titular, aunada a los elementos anteriormente mencionados, son vitales para entender la estupenda recepción de El viaje de Azul. Un éxito que incluye programas como MIAnima 2022 y escenarios como el de Cartoon Springboard 2023, donde hay que decirlo, figuró entre los pitches más ovacionados. Ni qué decir de las Residencias de la Academia de Cine 2023, que serán aprovechadas por la artista para dar forma al esperado guion.
El viaje de Azul y el de Aline Romero todavía tienen un largo trecho por delante. Tanto, que la propia creativa sabe que muchas cosas podrían cambiar en el camino. El diseño es una de las que más resuenan en la cabeza de la responsable, ya que por momentos “estorba que sean tan largos los brazos, la verdad es poco práctico y en ciertas siluetas a veces no se puede entender bien, pero para todo estoy abierta”. El caso del rostro es similar, pues la realizadora piensa que “tendrá que modificarse de alguna manera para que pueda comunicar bien”. Incluso la técnica, ya que no descarta incorporar elementos 2D, aunque siempre priorizando el stop motion que luce como el único aspecto virtualmente asegurado.
El historial artístico de la mexicana está íntimamente ligado a lo tangible, una situación que nace de su familia que trabaja el vidrio y que se tornó decisiva al momento de elegir cuál sería su camino a seguir en la vida. “Tuve una crisis de vida cercana a los 30”, nos confiesa, “y me senté un día con el privilegio de estar en la playa [para preguntarme] qué quiero hacer, qué estoy haciendo con mi vida, a dónde voy. Entonces me puse a hacer un mapa mental, describir qué es lo que me gusta, para qué soy buena y en qué siento que también podría ser buena”. Pensó en sus estudios en artes visuales, en sus inmersiones previas en la escultura y en su interés por la fotografía, para finalmente darse cuenta que “me fascina el cine, ¿qué se puede hacer con esto?”. Fue así como llegó a la animación digital, para darse cuenta que “falta algo que tocar, que ver aquí en real y no solamente enviar archivos. Ahí fue cuando dije ‘es stop motion’.”
Quizá sea por esto que El viaje de Azul luzca como algo más que una película. Es un proyecto cuyo desarrollo ha implicado un largo proceso de autoexploración y la búsqueda de una pasión, lo que invita a soñar con una gran obra, pero también con el surgimiento de un nuevo talento en la artesanal técnica que tantas satisfacciones ha dado a nuestra región. Uno que además se sumaría al de muchas otras mexicanas como Rita Basulto, Sofía Carrillo y Karla Castañeda, por nombrar algunas. “Son personas que están con un nivel mucho más arriba que el mío, que han recorrido más”, reconoce Aline Romero con una sonrisa, pero admitiendo que “las veo como como el referente de que igual puedo llegar así”. Palabras que confirman la confianza de una mente creativa sabedora de sus cualidades y que sellan la promesa de que estamos ante un filme y una carrera que hay que seguir muy de cerca.