Olivia y el terremoto invisible ha dado un paso importante en su producción. El largometraje stop motion dirigido por Irene Iborra ha concluido la construcción de todas las marionetas que formarán parte de la historia. Un total de 64 marionetas que permiten ver la magnitud de esta obra.

“Finalmente. Después de un año y medio de duro trabajo, nuestro equipo de títeres ha completado esta semana los 64 puppets que ‘actúan’ en la película”, puede leerse en las redes sociales del filme.

Además de la actualización, el post aprovecha para agradecer y dar un merecido reconocimiento al extenso y talentoso equipo que lo ha hecho posible. “Liderado por Edu Puertas, el equipo internacional está formado por profesionales especializados en peluquería, vestuario, armaduras, modelado, pintura y moldes, con miembros de España, Francia y Chile. El magnífico resultado de su esfuerzo es evidente, y no sólo eso: ¡los animadores también disfrutan trabajando con ellos!”.

Los festejos son más que merecidos. Hacer animación no es una tarea fácil, especialmente si consideramos que cada técnica se enfrenta a retos muy propios, muchos de los cuales son completamente desconocidos por la acción real. En el caso del stop motion, uno de los mayores desafíos recae en la construcción de las marionetas que deben cumplir con todo tipo de exigencias. Por un lado están las estéticas al ser la cara de las producciones, por el otro las técnicas ya que las piezas requieren la mayor cantidad posible de articulaciones para garantizar todo tipo de movimientos, pero también tienen que ser extremadamente resistentes para soportar la manipulación diaria.

El anuncio también deja ver el paso firme de Olivia y el terremoto invisible en su producción. Una noticia satisfactoria al tratarse de un filme sumamente ambicioso tanto en sus aspectos técnicos como narrativos, el cual ha brillado en los más diversos escenarios como Weird Market y Annecy, y que tiene todo para potenciar aún más el éxito del stop motion iberoamericano.

La película invisible contará la historia de una niña de años que ve colapsar su vida cuando su familia es desahuciada, por lo que la pequeña, su hermano y su madre deberán ocupar un apartamento vacío en un barrio periférico. La adulta, naturalmente optimista y llena de energía, cae en una depresión, así que Olivia se ve obligada a ocupar su lugar mientras se enfrenta a su propio terremoto emocional. Pero en el núcleo de la dificultad, Olivia encuentra una nueva ‘familia’ que le ayuda a reconstruir su vida y aprender a sobrevivir los terremotos vitales.

En su momento, la directora Irene Iborra nos dijo que “es importante que los niños tengan referentes de adultos que se quiebran, de adultos que pasan por este tipo de situaciones y que luego de alguna manera remontan. Que tengan referentes para intentar entender, o al menos tomar conciencia de los adultos que los cuidan”.