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Francisco Ibáñez: Leyenda de la historieta española

Creador de clásicos como Mortadelo y Filemón y 13, Rue del Percebe, Francisco Ibáñez es una figura indispensable de la historieta y la animación.

17 de julio de 2023
Por Luis Miguel Cruz
Francisco Ibáñez: Leyenda de la historieta española
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Si de figuras de la historieta se trata, Iberoamérica ha dado algunas de las más importantes de todos los tiempos. Entre las más destacadas se encuentra Francisco Ibáñez, quien enamorara a España y a muchos otros países de la región con una exquisita obra caracterizada por la combinación de aventura, humor y un alocado estilo de dibujo, siendo el clásico Mortadelo y Filemón el ejemplo más conocido de ello.

Francisco Ibáñez Talavera nació en Barcelona, España el 15 de marzo de 1936, sólo cuatro meses antes del estallido de la guerra civil española. Su familia era sencilla, lo que terminó plasmándose en su obra. Una que estuvo peligrosamente cerca de nunca suceder, ya que su padre era contable y el hijo optó por seguir sus pasos e incluso trabajó temporalmente en el Banco Español de Crédito. Al final, la pasión terminó por imponerse.

Porque el artista siempre fue un apasionado de contar historias desde el dibujo y la ilustración. A los once años se le publica su primer dibujo en la sección de Colaboraciones de nuestros lectores de Chicos, una revista de historietas destinada a niños y jóvenes. Decir que en ese momento ya se apreciaban los primeros indicios de su futura obra sería una mentira, pues ni siquiera era una viñeta sino una copia del personaje Halcón Veloz de Jesús Blasco. Sin embargo, el suceso sí que fue determinante para que el pequeño se diera cuenta de algo: vivir de la creatividad y de la historieta era posible. Así lo descubrió luego de que dicha ilustración lo hiciera acreedor a un premio económico que ayudó a sostener a su familia por una semana. Vale la pena destacar que esta anécdota relatada por el propio Francisco Ibáñez ha sido puesta en duda por algunos investigadores que no han encontrado pruebas de dicha suma.

En cualquiera de los casos, la publicación fue un aliciente para que el chico continuara dibujando y perfeccionando su estilo. También para que se adentrara cada vez más en el cómic, con la lectura de cuanta obra fuera posible. En otros terrenos, su infancia también se vio marcada por un nuevo amor como fue el cine, donde manifestó especial predilección por la obra de actores humorísticos como Buster Keaton, Charles Chaplin, Stan Laurel y Oliver Hardy. Una combinación que terminó plasmándose en sus primeras tiras y que resultó clave para su futuro.

La historia empezó a escribirse cuando un joven Francisco Ibáñez entra en el ya mencionado Banco Español de Crédito. A diferencia de tantas personas que se desentienden de sus viejas aficiones cuando incursionan en el mundo profesional, él continuó dibujando historias y más importante aún, dejando algunas muestras de su obra con el fin de alcanzar la anhelada publicación. Un sueño que se cumplió en 1952 con la tira Mucho ruido y pocas nueces que apareció en la revista Nicolás. Un motivante que resultó en más esfuerzos creativos y en más publicaciones. En 1957 llegó un punto en el que no se daba abasto y en el que ganaba más como dibujante que ayudante de cartera y riesgos en la banca. Fue así como decidió dejar la contabilidad para dedicarse de lleno a su arte narrativo. Un punto de no retorno que marcaría la vida de incontables personas en el mundo.

Los frutos no tardaron en llegar. Pasaron sólo unos meses para que se convirtiera en un colaborador recurrente de Bruguera, la editorial más importante de España por aquel entonces. Aunque la incorporación se vio favorecida por la partida de varios historietistas a la revista Tío Vivo, sólo pasaron unos meses para que Francisco Ibáñez escribiera su nombre con letras de oro en sus impresos. El catálogo de Bruguera era amplio y brillante, pues incluía clásicos como Zipi y ZapeLa familia Cebolleta y Don Pío, por nombrar algunos. La lista aumentó de manera brillante de la pluma de su nuevo artista, quien el 20 de enero de 1958 publicó la primera aventura de Mortadelo y Filemón en el número 1394 de la revista Pulgarcito. Una pieza que hoy es de colección.

Francisco Ibáñez Mortadelo y Filemon diseño original

Lo cierto es que si buscan los registros se llevarán una gran sorpresa, pues las versiones originales distan mucho de las que todos conocemos hoy en día. Mortadelo portaba una larga chistera y cargaba siempre un paraguas; Filemón vestía una americana de tweed, un sombrero de ala corta y fumaba una pipa. Una sátira de Sherlock Holmes y el doctor John H. Watson, no sólo en apariencia, sino en una atolondrada y afortunada resolución de casos.

Fue aquí cuando empezó el ascenso de Francisco Ibáñez. Uno que continuó con la evolución estética y narrativa de Mortadelo y Filemón, quienes no tardaron en posicionarse como los grandes favoritos del público. También con la publicación de otros títulos importantes, ya fuera por su éxito o por su representación del contexto sociopolítico de la época. Tal fue el caso de Los Pérez, La familia Trapisonda y Rompetechos que nacieron como un reflejo paródico del español promedio, pero que terminaron convirtiéndose en un reflejo de lo ocurrido en muchos países del mundo. Mención aparte para 13, Rue del Percebe, publicada por primera vez en 1961, y que ha llegado a ser vista por algunos como su obra cumbre.

Francisco Ibáñez 13 Rue del Percebe

La publicación muestra un edificio abierto de forma transversal, lo que permite visualizar distintas escenas al interior de una alocada comunidad de vecinos integrada por los más variados personajes. Gozó de gran popularidad entre los lectores que no tuvieron problema en reírse de sus incontables mofas y arquetipos, pero también padeció los estragos de la censura, concretamente contra el personaje del científico loco que se dedicaba a la creación de monstruos. Fue vetado por las autoridades españolas de la época bajo el argumento de que “sólo Dios puede crear vida”. Una obra tan trascendente, que incluso gozó de una actualización en 2002 que nos permitió ver qué había sido de sus personajes.

Lo mejor todavía estaba por venir. Como no podía ser de otro modo, la llamada Edad de Oro del historietista comenzó con Mortadelo y Filemón. No con otra tira más, sino con El sulfato atómico que además de su larga extensión, marcó un importante salto temático al satirizar el mundo de los espías con nuestros alocados héroes intentando detener un tiránico esfuerzo de dominación mundial. El impacto fue mayor porque su publicación en 1969 se dio en uno de los puntos más críticos de la Guerra Fría. Su estupenda recepción llevó a una franca evolución del artista, que empezó a centrarse en historias seriadas que permitían aventuras más grandes y complejas. También resultó en la llegada de nuevos títulos que continuaban con los intereses temáticos del artista.

Francisco Ibáñez Mortadelo y Filemón El sulfato atómico

Pero el éxito es un arma de doble filo y Francisco Ibáñez lo descubrió en carne propia. La popularidad de su obra hizo que el trabajo se tornara cada vez más demandante, lo que atentó directamente contra la creatividad de un artista que además quería disfrutar de su vida personal. Para colmo de males, la propiedad de sus personajes detonó una disputa legal con Bruguera en 1985, la cual se resolvió un par de años después con la Ley de Propiedad intelectual que daba la propiedad de las obras a los autores.

El legado de Francisco Ibáñez también pasa por el mundo de la animación. Los Estudios Vara manifestaron gran interés en la realización de una serie animada, pero la falta de recursos les hizo decantarse por una serie de 16 cortometrajes estrenados entre 1965 y 1970. Eventualmente, las obras fueron unidas en dos largometrajes titulados Festival de Mortadelo y Filemón (1969), y Segundo festival de Mortadelo y Filemón (1970). La experiencia adquirida con estas producciones abrió camino a El armario del tiempo, que dirigida por Rafael Vara Cuervo y estrenada en 1971, pasó a la historia como la primera película de Mortadelo y Filemón.

Sólo unos años después, concretamente en 1980, estos mismos personajes debutaron en el mundo del videojuego con Mortadelo y Filemón. Las aventuras continuaron en 1989 con Safari callejero, ambos distribuidos en España por Dro Soft. A estos se sumaron una serie de aventuras gráficas producidas por Alcachofa Soft a partir de 1997.

El retorno a la animación se dio en 1994 con una serie homónima realizada por BRB Internacional y Antena 3. Fueron dos temporadas de trece episodios cada una y cuyo carácter seriado permitió adaptar las aventuras de larga extensión de la disparatada dupla.

Francisco Ibáñez Mortadelo y Filemon contra Jimmy el Cachondo

Tuvieron que pasar veinte años para que Mortadelo y Filemón regresara a la animación por todo lo alto. Luego de dos adaptaciones cinematográficas de acción real estrenadas en 2003 y 2008, Mortadelo y Filemón contra Jimmy el Cachondo, dirigida por Javier Fesser y estrenada en 2014, representa el retorno a la gran pantalla animada. Uno que además supone una importante evolución estética al marcar el debut de los personajes en 3D.

Francisco Ibáñez es historia por su obra y sus personajes. También por los incontables galardones obtenidos a lo largo de los años, lo que incluye la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, el Premio al Mejor Comunicador con el público infantil y el Premio Lealtad en la Feria del Libro de Madrid. Asimismo, por su incansable lucha para garantizar que la historieta fuera reconocida como una forma de arte. Pero sobre todo, es historia porque habita en el recuerdo y los corazones de incontables personas en el mundo. Sin duda, el mejor reconocimiento a su encomiable labor.