Irene Iborra es una especialista en animación, concretamente en la técnica del stop motion. Es también una artista convencida de las propiedades narrativas y simbólicas del cine, y como tal, deseosa de que sus historias no se queden en lo banal, sino que inviten a la reflexión de las audiencias. Inquietudes que pueden apreciarse de lleno en su proyecto de película Olivia y el terremoto invisible.

Se trata de una adaptación de la novela infantil La película de la vida escrita por Maite Carranza. La historia gira alrededor de una niña cuya familia es desahuciada y que en un esfuerzo por garantizar el bienestar de su hermano menor, lo convence de que todo lo vivido es una película. Una trama que aborda temas complejos y maduros, lo que invita a distintos niveles de lectura por parte de adultos y pequeños.

Olivia y el terremoto invisible fue parte del catálogo de proyectos presentados en Weird Market 2022. Radix habló con Irene Iborra sobre este ambicioso filme en el marco del prestigioso mercado español.

¿Qué es Olivia y el terremoto invisible?

Olivia y el terremoto invisible en un largometraje en stop motion para público familiar, que está protagonizado por una niña de doce años que vive un terremoto vital que es el desahucio de su familia, que vive en un barrio de clase media. Entonces, tras el desahucio, Olivia, la protagonista de la historia, Tim, su hermano y su madre, Ingrid, ocupan un piso vacío en un barrio un poco complicado de la periferia de una gran ciudad. Entonces Ingrid, la madre, no puede sostener la situación y poco a poco cae en depresión y Olivia se ve obligada a ocupar su lugar cuidando de ella y de su hermano.

Guiada un poco por el instinto de protección respecto a su hermano pequeño y esto mezclado con la ingenuidad infantil, Olivia convence a Tim de que todo lo que les está pasando es una película que están rodando sobre la marcha con cámara oculta y con su móvil. Entonces, Olivia, al mismo tiempo que mantiene esta fantasía para proteger a su hermano, tiene que luchar para adaptarse en el nuevo barrio, enfrentar sus inseguridades y evitar que se resquebraje el pequeño mundo que tienen bajo el peso de la realidad adulta. Con todo esto lo que aprende es a caer y a levantarse mientras vive sus propios terremotos emocionales.

¿Cómo nace el interés por esta historia?

La historia es una adaptación de una novela infantil juvenil que se llama La película de la vida de la autora Maite Carranza, que es una autora catalana reconocida a nivel nacional e internacional, y es la adaptación del libro. La cuestión es que Maite fue mi profesora de guion y fue pasando el tiempo, colaboramos juntas, trabajamos juntas, nos hicimos amigas hasta el punto que… Digamos que la historia del libro es un juego de espejos entre ficción y mi propia realidad. Va nutriendo hasta el punto que el nombre de la protagonista está inspirado en el nombre de mi hija.

Es curioso cómo se usa la idea de la imaginación para evitar el dolor…

Me parecía muy interesante el hecho de la fantasía como protección. A lo largo del film, lo que sí que se reflexiona o me gustaría reflexionar y un poco sembrar en el público la pregunta, es hasta qué punto nosotros podemos vivir cualquier cosa y no podemos controlar lo que nos pasa, pero sí que podemos controlar la manera en que lo vivimos.

Entonces es un poco como te cuenta la película. Tú tienes el poder de contarte la película de tu vida y de ir viviendo y haciendo elecciones para vivir de una determinada manera. Esto era lo que me interesaba de la parte de esta fantasía protectora.

Hay otras películas que recurren a la imaginación de este modo, como La vida es bella…

Yo sé que Maite, para la novela, por ejemplo, uno de los referentes era La vida es bella. Para la novela ha servido de inspiración, pero para mí la conclusión o lo que me gustaría que se desprendiera de la película no es negar la realidad. Que esa fantasía no te sirva para negar la realidad de lo que está pasando. Decir esto no está pasando, está pasando otra cosa, sino verla desde un punto de vista diferente. A encontrar a las cosas positivas dentro de los momentos oscuros. Esto es lo que a mí me gustaría, no sólo no negar la realidad y disfrazarla, sino decir: la vamos a vivir, pero la vamos a vivir a nuestra manera.

¿Para ti qué es la fantasía?

Para mí, la fantasía sería la capacidad de fantasear. La capacidad de viajar con el pensamiento o con la cabeza. Viajar y poder colocarnos en diferentes puntos de vista y vivir las cosas de diferentes perspectivas, ya sea con elementos fuera de la realidad o no realistas. O en este caso, vivir la fantasía de que está dentro de una película cuando no hay elementos fantásticos en realidad. La vida es fantástica, entonces esa es la fantasía [ríe].

Se habla mucho del cine como entretenimiento, pero ¿qué opinas de su capacidad para encontrar la redención?

Estoy completamente de acuerdo en que tiene capacidad de redención. Luego capacidad de liberar partes que tenemos dentro, que vemos reflejadas y entonces hay veces que ver una película te libera una parte de ti que estaba enquistada y que te da aire. Entonces el cine para mí es redentor, es liberador. Es vivencial, es una vivencia o una emoción que luego da sentido a la vida en determinados momentos. Que te salva, es salvador. Bueno, para mí es que el cine, ¿qué te voy a decir? [ríe]

¿Cómo se plasma visualmente la dualidad entre la realidad y la fantasía?

Aquí tengo que decir que había un tema conflictivo que era si visualmente íbamos a disfrazar, o sea, añadir elementos nuevos a lo que se grababa con el teléfono. Si realmente íbamos a introducir elementos de otro tipo de animación, por ejemplo en 2D, para visualizar esta fantasía. Esto era un punto a discutir. Ahora mismo me estoy decantando a que en realidad no voy a hacer esto, porque para mí el final es lo que te decía, es una fusión, decir yo elijo cómo vivo mi vida, pero no la disfrazo. Entonces sí que va a haber, en principio, otros tipos de animación stop motion, porque dentro de la historia hay relatos que hacen los adultos a los niños. Entonces estos relatos, la idea era hacer pintura sobre pared y hacer sombras tipo Lotte Reiniger. Entonces es combinar pequeños trocitos de otro tipo de animación stop motion, pero no va a haber esta visualización de la fantasía.

¿Por qué consideras que el stop motion es la mejor manera de contar esta historia?

La productora Citoplasmas Stop Motion que tengo con Eduard Puertas, llevamos trece años haciendo stop motion, con lo cual era un poco el núcleo de nuestro trabajo. Entonces creo que esta historia cuando llega, para mí tiene mucho sentido hacerla con marionetas, porque los niños, son personas humanas como ellos, pero no son actores, no son humanos de carne y hueso, con lo cual les permite identificación y al mismo tiempo una distancia para hablar de estos temas que son tan duros. Me pareció que tenía sentido. Aparte, como estamos hablando también de las diferentes realidades según cómo las miramos, para mí era importante también que esa textura conceptual se reflejara en la textura del stop motion, de los muñecos. Yo hago todo motion, en parte por la textura y por trabajar con los materiales. Me parecía que esa calidez de las texturas le venía muy bien a esta historia para darle luz real.

Hablando de fantasía, ¿por qué dirías que el stop motion es tan mágico?

Tiene ese algo porque es de verdad, porque se puede tocar. O sea, tú sientes que se pueden tocar tanto la textura, los volúmenes. Es algo que aporta una magia. Es como una realidad paralela, porque es todo de verdad, pero no son humanos. Entonces yo creo que esta es la magia, la magia de las texturas y del volumen.

Se pensaba que la técnica iba a morir, ¿a qué atribuyes su resurgimiento?

Creo que tiene que ver con la temperatura [ríe]. Digamos que el 3D tiene algo de frío y el stop motion tiene algo de calidez ligada a lo que te decía antes. Ha habido una saturación de esta frialdad entre comillas, que sea frío no quiere decir que no haya 3D realmente fantástico y realmente emocionante, pero tiene esta frialdad que el stop motion compensa con la calidez. Creo que ya estábamos un poco hartos de esta frialdad y entonces volvemos a la calidez de los objetos, de lo artesano, de construir con las manos, de ver las imperfecciones.

¿Cómo debe un adulto vivir la fantasía y qué quieres darles con Olivia y el terremoto invisible?

Para mí es importante que los niños tengan referentes de adultos que se quiebran, de adultos que pasan por este tipo de situaciones y que luego de alguna manera remontan. Que tengan referentes para intentar entender, o al menos tomar conciencia de los adultos que los cuidan.

Los adultos van a encontrar como un consuelo. Al menos yo encuentro un consuelo en este personaje de la madre que se rompe bajo esta presión de esta sociedad un poco individualista. Para un adulto es reconfortante ver una madre en esta situación y para el niño yo creo que también es interesante ver si ha visto a su adulto de referencia, digamos, en determinadas cosas decir ‘ah, mira, hay otros adultos, otros papás, otras mamás que pasan también por esto’. Es un poco normalizar para poder hablar de la depresión y que cuando uno tiene un determinado tipo de problemas puede caer en depresión, puede ponerse enfermo.

¿Qué es lo que más te emociona de este proyecto?

Lo que a mí me parece realmente emocionante de esta historia es poder transmitir a los niños que la vida son los momentos felices y los momentos tristes y que está bien. Porque siempre habrá alguien, siempre habrá personas que te acogerán y te ayudarán. Esto para mí es el mensaje que me gustaría que llegara, decir ‘no te preocupes, la vida es jodida a veces’. Si te dicen es perfecta, te están mintiendo [ríe]. Es imperfecta, es difícil, a veces es muy feliz. Pero no te preocupes que siempre habrá esto, en la situación que te encuentres, siempre habrá un apoyo, siempre habrá personas que te conozcan o no te conozcan, te acogerán.