Carmen Córdoba: «Me siento preparada para casi cualquier cosa»
La directora de Amarradas comparte todos los detalles del que considera el proyecto más personal que podría hacer en toda su carrera.
5 de octubre de 2022Por Luis Miguel Cruz
Carmen Córdoba se ha convertido muy rápidamente en uno de los nombres más reconocidos de la industria animada iberoamericana. Su cortometraje debut, Roberto, sobresalió porque lo ganó todo, pero más importante aún, porque nos presentó con una cineasta valiente al momento de tocar temas poco recurrentes para el audiovisual en general y capaz de abordarlos con una profunda sensibilidad. Ahora la realizadora española regresa con Amarradas, al que describió durante su estreno mundial en el WFets como “el proyecto más personal que haré nunca”.
Sus palabras se deben a la naturaleza de la historia, que se inspira en las vivencias de la creativa al reflejar el nacimiento de sus hijos y el deceso de su madre. El resultado es un cortometraje tan intimista como universal que marca un nuevo paso decisivo rumbo a la madurez de la que aspira a colocarse entre los grandes nombres de la industria animada.
Radix habló en exclusiva con Carmen Córdoba durante Weird Market. La realizadora ahondó en los detalles de su más reciente proyecto, compartió sus intereses narrativos y nos reveló los detalles a futuro de su ascendente carrera.
¿Qué es Amarradas?
Amarradas es una canción de amor para mi madre. Pero es para todas las madres y todas las que somos madres. Viene de una vivencia personal en la que me convertí en madre e hija y al poco tiempo, pues mi madre me dijo que tenía un cáncer terminal y como los momentos vitales opuestos se solaparon en el tiempo y me removieron todo. Y de ahí salieron muchas reflexiones sobre la maternidad unida desde puntos de vista muy diferentes, ahora entendiendo a mi madre y también viviendo una nueva vida y una vida que se iba a ir. Hay muchísimas cosas ahí debajo y se va a construir una historia que se alimenta de todo eso.
Describiste Amarradas como tu proyecto más personal, ¿cómo decidiste hacerlo en este punto de tu carrera?
Es que Amarradas no estaba planeado. Ha sido una cosa que me ha venido por circunstancias vitales y de hecho, cuando empecé a darle forma a la idea estaba todavía terminando Roberto. O sea, no estaba todavía en modo ‘voy a ver qué hago ahora’, sino que me pilló en el momento en el que me pilló y con mi anterior trabajo aprendí a no tener miedo a meterme en lo personal. Porque tuve que dar este paso con Roberto, lo di más tímidamente y la experiencia fue tan buena que esta vez fue muy a corazón descubierto. Para mí además ha sido un proceso muy terapéutico que me ha servido mucho más allá de contar una historia que ha servido para procesar todo lo que estaba viviendo.
El corto viene acompañado de una nueva técnica. ¿Cómo viviste este cambio tras el 3D de Roberto?
Muy bien, la verdad es que me gusta mucho. Me he dado cuenta que lo que me gusta es aprender y hacer cosas nuevas. Soy una persona que cuando domina algo ya pierde interés, entonces me gusta continuamente meterme en cosas nuevas y sobre todo aprender. Me siento muy bien aprendiendo. No fue una elección consciente, sino que la historia que quería contar me pedía 2D. Es una estética muy minimalista, que también es muy alejada de lo que yo hago cuando ilustro o cuando dibujo, pero no sé por qué me vino ese estilo y para mí es muy divertido aprender una cosa nueva y ver un desafío de decir ‘bueno, ¿ahora cómo sacamos esto? Vamos a buscar soluciones’. Me gusta mucho ese proceso.
La paleta de colores también juega un rol decisivo en la historia.
Sí, claro. El tema que toca es bastante dramático. Por otro lado, sí que es verdad que hay mucho drama de fondo con la historia que trata, pero yo lo traté de una manera muy positiva. Al final es cómo conviertes eso en algo bueno, en algo que te alimenta y para mí era importante que fuera brillante, un corto brillante que al final manda un mensaje de esperanza y de que todo vuelve a empezar y de vida. Entonces la paleta para mí también era muy importante en el sentido de no llevar al corto hacia más tristeza, sino todo lo contrario: te estoy enseñando algo que es triste, pero visualmente estoy dando mucha vida y esperando ese contraste. Yo creo que narrativamente funciona muy bien. Y desde los primeros bocetos empecé a tirar para paletas muy saturadas y luego sí que jugamos. José Manuel [Palenzuela], que es el director de arte, ha elaborado una evolución también de esa paleta, también con los estados de ánimo, con los momentos que va atravesando.
Tus dos proyectos quitan estigmas al cuerpo humano, ¿de dónde nace este interés?
Bueno, porque como mujer los he llevado a cuestas muchos años y me ha costado mucho deshacerme de ellos. La maternidad para mí ha sido el momento más bonito con mi cuerpo que he tenido, pese a que tenía miedo. Cuando me quedé embarazada fue como ver cómo vivo esta transformación de mi cuerpo y ver que la barriga me crece y no sé qué. Y me pasó todo lo contrario. Me enamoré de mi cuerpo porque ahí entendí para qué sirve el cuerpo. Entendí toda esa evolución de millones de años. Es alucinante lo que hace el cuerpo de una mujer cuando se embaraza y amamanta. Me pareció tan bonito lo que estaba haciendo mi cuerpo y que lo que estaba haciendo por mis hijos, que para mí era un componente muy importante de mostrar. Y demostrar además eso, que los cuerpos reales son hermosos y no hay que edulcorarlos.
Normalmente cuando ves un tratamiento del cuerpo así, se lo llevan poco más a darle un tratamiento más feísta, por decirlo de algún modo y yo quería ponerlo en la playa, con un sol y una luz maravillosa, pero un cuerpo así, porque para mí eso es precioso.
Igual que en el parto. Mostrar la belleza de lo que está pasando y que tiene agua, tiene su sangre y tiene sus cosas. Y eso no le resta, al revés. Es más increíble todavía que el cuerpo pueda hacer eso.
Amarradas es tu proyecto más personal, pero al mismo tiempo resulta muy universal. ¿Cómo viviste tu primera proyección con público?
Es muy bonito. También me pasó un poco con Roberto, ese miedo a que el público no se viera reflejado, pero creo que también eso es lo bonito. Al final si te cuentan una historia que es tu propia historia, te sientes identificado, pero creo que enriquece más ver otro punto de vista. Al final empatizas y acercas posiciones. Creo que eso es una maravilla que consigue el cine.
Con Roberto me pasó eso un poco. Tenía ese miedo, pero primero con el equipo y luego cuando ya estrenamos y el público lo veía, me di cuenta de que la gente al presentar algo tan personal, engancha de una manera también muy personal y se me quitó ese miedo. En Amarradas fue también un poco eso, que es algo como muy de mujeres. Pero primero no pasa nada, porque somos más de la mitad de población, con lo cual es un target bastante bueno. Y luego lo segundo es eso, que al final todas las historias tienen un montón de puntos y te das cuenta que la gente va a enganchar por cada uno desde su experiencia. Te sorprende y es muy bonito ver cómo cada uno lo va recibiendo y más en una historia que es un poquito más abierta, más de interpretación. Es chulo porque al final, el que lo ve lo completa.
¿Seguirás explorando estas vivencias tan personales en futuros proyectos?
Quiero hacer una peli. Quiero hacer un largometraje de Amarradas. Me apetece mucho quedarme en este universo porque es muy rico y tiene mucho que explorar. Todavía no tengo claro por dónde voy a seguir rascando, pero sí que me interesa mucho eso. La maternidad y la relación con los padres. Igual que con Roberto tenía clarísimo que no iba a haber Roberto nunca más, aquí me apetece muchísimo.
¿Cuáles son tus planes a futuro?
Tengo una película como directora, con Nico Matji de productor que tenemos ahora en desarrollo y que estamos intentando levantar la financiación. Si sale la película, a tope con la película, un proyecto super bonito de mujeres revolucionarias y una historia que me enamoró. Y bueno quiero empezar a escribir mi largo. De momento, cortometraje, por lo menos con historia propia no hay. Necesito ahora un descanso. ¡Dos años muy intensos!
Luego de dos proyectos tan desafiantes, ¿cómo de madura te sientes en este punto de tu carrera?
Hay un dicho que me encanta que es ‘o aciertas o aprendes’. Aprendí muchísimo con Roberto porque me equivoqué en todo [ríe]. Y es verdad que cuando te equivocas aprendes muchísimo más. También he partido de un punto en el que la financiación ha venido mucho más fácilmente.
La verdad que me siento como despegando, con una energía increíble gracias a toda la comunidad de la animación que estoy conociendo y que me inspiran un montón. Y me siento con una energía increíble y con un montón de ganas de hacer cosas y con la capacidad de hacerlas. Haber hecho estos dos cortos me ha demostrado a mí misma que soy capaz de sacar los proyectos que no sabía que era capaz. Entonces, la verdad que como me gustan los desafíos, me siento preparada para casi cualquier cosa. Desde la humildad, no de la prepotencia, con ganas de desafíos y de vamos a intentarlo. No tengo miedo a fallar o a equivocarme. Me pueden más las ganas de intentarlo que el miedo a que no se consiga.
¿Cómo abrazas la responsabilidad de ser vista como un referente de la animación femenina en Iberoamérica?
Pues yo estoy muy sorprendida, la verdad, de todo lo que me está pasando. Como irrumpí en este mundo sin haber tenido contacto previo, no sabía tampoco cómo era hasta que no salí con el primer corto, entonces ha sido todo como todo nuevo y muy sorprendente. No sé, tengo una sensación muy extraña porque oigo mucho decir que no hay mujeres directoras en animación y yo conozco muchas. Entonces no termino de entender dónde está el problema. La verdad que en España creo que se están haciendo políticas muy buenas y constructivas para darle a las mujeres una oportunidad. Gracias a la puntuación a la hora de obtener ayudas, que creo que sí está ayudando a que tengamos esa oportunidad. Pero sigue habiendo ahí, el techo invisible, que en mi caso he roto porque me ha producido, he sido autosuficiente, no me he enterado de que no podía ser directora.
Esa ha sido un poco mi experiencia, pero sí que estoy sorprendida que no termino de entender por qué ocurre, porque es mentira que no hay mujeres, hay un montón de mujeres que han hecho sus propios cortos. Hay un montón y con muchísimo talento. Creo que hay un paradigma que es un mundo tradicionalmente de hombres. También entiendo, porque yo misma lo hago, que cuando trabajas con alguien y estás contento, repites. Creo que llevará mucho tiempo eso de ir dando oportunidades y conocer talentos femeninos con los que repetir. Ese es el salto que hay que dar.
Durante la premiere mundial de Amarradas dijiste que “Weird es casa”, ¿cuál es la importancia de este tipo de eventos?
Es que esto es todo, porque tú solo en tu casa haces poco y lo pasas muy mal [ríe]. Claro que una comunidad y que una estructura te abrace y te ayude favorece mucho. El primer corto me lo comí sola, y claro, le doy tanto valor a todo esto que ahora me ayuda. Que creo que es súper importante: conoces a gente, surgen sinergias, te inspira muchísimo. Yo cuando vengo de un evento me tiro dos semanas como una moto, con ideas nuevas y con ganas de hacer cosas. Creo que realmente es el motor, estos eventos.
¿Qué consejo le darías a quienes sueñan con incorporarse a esta industria?
Creo que venir a mercados y hablar con gente y presentar tu trabajo es fundamental. Sobre todo, el mensaje que yo le lanzo a todo el mundo es que persiga sus sueños. Porque si haces lo que te apasiona, llevas una ventaja competitiva, que le vas a poner unas ganas que no le van a poner los demás. Y creo que al final encuentras tu camino. A lo mejor no terminas en el punto en el que tú inicialmente querías ir, pero necesariamente eso no es malo. A veces descubres en el camino que querías ir a otro sitio, pero no sabías que estaba en otro sitio. Pero creo que el viaje merece la pena y que siempre encuentras un modo. Un modo de poder vivir y de poder dedicarte a lo que te gusta.