¿Qué se necesita para estudiar animación? Con Animum, Lightbox, Pepe School Land y U-tad
Representantes de cuatro de las principales instituciones educativas especializadas en animación nos ayudaron a resolver las dudas recurrentes de quienes desean incursionar en esta industria.
14 de julio de 2022Por Luis Miguel Cruz
¿Qué carrera estudiar? Es la pregunta que cada año aqueja a incontables jóvenes de todo el mundo. Después de todo, hablamos de una decisión que podría definir buena parte de su futuro. La duda no es más sencilla para todos aquellos interesados en la animación, pues son muchos los dilemas que deben enfrentar antes de dar sus primeros pasos en la industria.
Así lo consideran Roger Giménez, director académico y supervisor de Animación de Animum en Málaga, Daniel Martínez Lara, director de Pepe School Land en Barcelona, Juan Nieto director de formación y cofundador de Lightbox Academy en Madrid, y Samuel Viñolo coordinador académico del grado en animación en el centro universitario U-tad en Madrid, con quienes conversamos para esclarecer las preocupaciones que rodean a todos quienes aspiran a integrarse a las nuevas generaciones de animadores.
Todos ellos coinciden en que es un buen momento para estudiar animación por la amplia gama de oportunidades que existen en la actualidad. “Estamos en la cresta de la ola”, afirma Nieto. “Llevamos casi 15 años desde que se hizo Tadeo Jones por ponerte ese hito, peleando para intentar hacer industria. Es verdad que en España ha sido mucha pelea hasta que ahora estamos llegando a algo parecido a lo que es industria. Puedes buscar trabajo en cientos de productoras de cine, de videojuegos, agencias de publicidad, empresas que se dedican a vender figuritas modeladas. Tienes un montón de sitios donde acudir. Antes era imposible”. La demanda es tal, que no duda en asegurar que a los jóvenes animadores “nos los quitan de las manos”.
Eso sí, Martínez Lara es cuidadoso al asegurar que este auge no significa que uno deba estudiar animación sólo por encontrar trabajo ni mucho menos por intereses meramente económicos. Más bien si se está convencido de que la animación es lo que apasiona. “Ahora mismo es un buen momento porque hay muchas producciones”, explica, “pero como el trabajo es tan exigente y requiere tanto esfuerzo, como no sea algo que realmente quieres, pues vas a convertir tu vida en un infierno. Claramente tiene que estar en consonancia con si es algo realmente quieres aprender, porque requiere mucho esfuerzo el conseguir unas habilidades que te abran puertas”.
Giménez complementa asegurando que esta pasión es necesaria porque “el viaje para ser [animador] requiere sacrificio y trabajo. Así pues, además de pasión, necesitará las siguientes aptitudes: capacidad de sacrificio, capacidad de trabajo, humildad, perseverancia y resistencia a la frustración. En cuanto habilidades, el estudiante desarrollará las habilidades durante su formación”.
Hablando de habilidades, la creencia popular dicta que no se puede ser animador si no se sabe de dibujar. Esto nunca ha sido cierto, pero sí que se necesita una sensibilidad artística y creativa para salir a prosperar en la carrera de animación.
“Lo que claramente cuenta es la parte artística”, asegura Martínez Lara. “Un animador es el que más fácil tiene que cambiar de software. Con lo cual la parte artística de saber expresar, contar, cómo crear una respuesta emotiva en el espectador, no a través de la animación, porque no se trata eso. Todo este negocio, lo que queremos es sentir emociones delante de una pantalla y al final lo que te define es lo bueno que eres haciéndolo. La parte técnica va cambiando. Ahora son unas herramientas y dentro de cinco años serán otras”.
Giménez, coincide al considerar que “en animación, los aspectos técnicos son ínfimos y además no se valoran en absoluto puesto que, al ser tan fáciles de dominar, se toma por hecho que los vas a controlar. No se valoran”.
Esto puede representar un dilema para muchos. O al menos esa es la experiencia que ha tenido Viñolo, quien comparte que “hay un pequeño prejuicio por algunas personas que piensan que no tienen creatividad o que no son artistas, pero realmente es algo que se puede practicar”. De hecho, asegura que “hay muchas estrategias para para poder desarrollar la creatividad: ver mucho, ser capaz de consumir muchas cosas que puedan inspirar y practicar muchísimo”. ¿Cómo aplicar esto último? “Hay muchos alumnos que tienden a dibujar copiando. Siempre les digo que es interesante como un pequeño ejercicio, [pero] tienen que salir de la zona de confort, tienen que intentar hacer cosas que no están acostumbrados a hacer”.
Aunque claro, tampoco podemos olvidar que, aunque tradicionalmente se habla de la carrera de animación, ésta sólo es un departamento al interior de una profesión que siempre ha tenido un proceso de producción amplio y complejo. Más ahora que cada vez hay más áreas de especialización en las que hay espacio para todos. No es exageración, ya que su combinación de elementos artísticos y técnicos amplía la baraja de posibilidades para todos los interesados.
Más allá de la animación
Todo interesado en esta profesión debía detenerse a ver con calma los créditos finales de estas producciones. No sólo por respeto a quienes las hacen posibles, sino también para conocer las numerosas áreas que integran una de las industrias más importantes de la actualidad. Algo clave para comprender que, por irónico que suene, no todo es animación dentro de la animación.
“Decir que me quiero dedicar a la animación es vago”, considera Martínez Lara. “Es como decir ‘me quiero dedicar a la construcción’, pero ¿eres el que construye los edificios o el que los diseña? Hay muchas cosas ahí dentro, entonces lo primero es que tienes que tener claro qué es lo que más me atrae de esto”.
De hecho, Nieto enfatiza en que “no hablamos solamente de animación”, razón por la cual prefiere decantarse por el término de artes digitales. Como ejemplo pone tantísimas superproducciones en las que “casi todo es CGI. Se necesitan alumnos que sepan de modelado, de orgánico de escultura de rigging, quitando lo que son los actores reales que son solo eso porque todo lo demás es croma”.
Para ello, los entrevistados recomiendan experimentar un poco con tutoriales o cursos introductorios. Aquellos que no tengan la oportunidad, siempre pueden recurrir a los especialistas para consejo, ya que el proceso de admisión en todas las instituciones aquí mencionadas implica una entrevista que ayuda a definir el rumbo. No conforme con ello, algunas operan con modelos diseñados para ayudar a que el estudiante defina el camino que más se adecue a sus gustos y habilidades. Esto incluye asesorías, exposiciones de reels del propio alumnado, charlas con referentes de la industria y más.
De hecho, es aquí donde las líneas entre lo artístico y lo técnico empiezan a difuminarse. “En preproducción hay menos dependencia de la tecnología y en el momento que te metes en producción o en posproducción, ahí sí que es realmente necesario tener un conocimiento técnico mayor”, señala Viñolo. Eso sí, tanto él como el resto de los entrevistados coinciden en que ni los perfiles más técnicos deben descuidar “la parte artística, porque todos son artistas, en el fondo son contadores de historias, por lo tanto, siempre tienen que tener esa sensibilidad”.
De estigmas y sueños
Son pocos los que pondrían en duda carreras como la medicina o el derecho. Tristemente no es el caso de la animación, una profesión que si bien cada vez goza de más aceptación, aún enfrenta muchos estigmas.
Martínez Lara asegura que “cuando el perfil es de un alumno joven, [hay padres que] esto no lo ven bien, el hacer muñecos que se mueven”. Nieto coincide al asegurar que “es cierto que las familias, los padres, me lo han dicho de toda la vida ‘esto no da dinero, esto lo haces gratis’”, para luego cerrar tajante que “esto es un trabajo a nivel profesional”.
Para Giménez está “la necesidad de viajar a los estudios para poder trabajar. Sin embargo, esto que para unos puede ser un estigma para otros es una gran oportunidad vital para crecer como persona y como animador”. Viñolo concluye que “sin ir más lejos del propio sector audiovisual general, que siempre nos han considerado como, pues una especie de pariente extraño que está ahí y que pertenece al cine, pero realmente como una forma menor, algo que no es capaz de tener la misma seriedad o profundidad que pueda tener la imagen real”.
La buena noticia es que todos coinciden en que los tiempos están cambiando y el auge de la industria ha erradicado muchos de estos viejos estigmas. Queda mucho por hacer, pero el futuro luce prometedor.
Las frustraciones tampoco están ausentes y la más recurrente apunta al desarrollo del alumnado. “[El] no evolucionar todo lo rápido que uno espera y que las expectativas de crecimiento personal no se vean cumplidas”, explica Giménez. “El proceso de convertirse en animador no es milagroso por el cual uno se matricula y sale convertido en animador profesional. El estudiante tiene que ir pasando por los módulos con el afán de esforzarse al máximo, con actitud positiva, encajando el feedback del tutor con la actitud de animarse a mejorar, no de deprimirse y venirse abajo. La maestría viene con la práctica, y el nivel de dificultad es a su vez cada vez mayor a medida que avanzas en los módulos. La paciencia y una actitud positiva son los grandes consejos para superar esa frustración inicial porque con trabajo y determinación los resultados acaban superando las mejores expectativas de los alumnos”.
Y finalmente, con toda su experiencia, no podíamos dejar de preguntarles el consejo que les habría gustado recibir cuando ellos mismos empezaban.
El representante de Animum revela que el suyo sería “que estudiara animación en una buena escuela que me permitiera tener conocimientos muy sólidos sobre los que poder crecer. Por tanto, por un lado huir de un aprendizaje autodidacta y por elegir una buena escuela”. El de Lightbox responde entusiasmado que “todos los consejos del mundo porque cuando yo empecé no había formación en este sector. La gente se autoformaba. No existía, digamos como área. Al final te autoformabas. No había dónde aprender”.
Desde Pepe School Land nos confiesan que “intenta encontrar dónde está tu pasión. Encontrar qué es lo que realmente te motiva y te emociona porque vas a tener que echar tanto trabajo para ser bueno en ello, que al menos estés en algo que te que te motive. Eso va a garantizar que le vas a echar más tiempo. Y si le das más tiempo, pues tiene pinta que serás mejor”. Finalmente, en U-tad es decir a los jóvenes aspirantes a animadores que “aprovechen las oportunidades que se tienen hoy día de poder estudiar animación, que afortunadamente ya no tienen que hacer ese rodeo tan grande [de otras generaciones] y que no se dejen confundir, si realmente quieren estudiar animación, que lo hagan, que inviertan su tiempo y su pasión en su sueño”.