Reseña: Nayola: A Journey Through the Creative Process
Más que un artbook, Nayola: A Journey Through the Creative Process es un libro cinematográfico total que ahonda de lleno en una de las películas más fascinantes de su tiempo.
17 de noviembre de 2023Por Luis Miguel Cruz
Es común que los libros dedicados a los detrás de cámaras de producciones animadas sean promocionados como artbooks. Hablamos de publicaciones que han resultado decisivas para que cada vez más personas asimilen que la animación es arte y de una palabra bien establecida entre el grueso de la gente. Dicho esto, no es de sorprender que el de Nayola recurra a esta etiqueta aun cuando basta el más breve vistazo para darnos cuenta de lo corta que le queda. Más justicia le hace su título en inglés, A Journey Through the Creative Process (Un viaje a través del proceso creativo), que refleja con fidelidad el tipo de obra ante la que nos encontramos, al tiempo que mantiene la meticulosidad vista en el largometraje dirigido por José Miguel Ribeiro.
Si Nayola ha sido reconocida como una de las mejores películas animadas de los últimos tiempos, no sólo en nuestra región, sino en el mundo entero, se debe en buena parte al detalle en cada uno de sus cuadros. Una sensación que se traslada a las páginas del presente libro y que resulta en una serie de peculiaridades que no hacen sino enriquecer la obra ante nuestros ojos.
No hay que avanzar mucho para que nos crucemos con ellas, ya que la primera aparece en el prefacio. El honor de este espacio de apertura casi siempre corresponde al director o al productor, pero en este caso es concedido a José Eduardo Agualusa, autor del cuento They Are Not Like Us que lo inició todo. Le sigue Mia Couto, quien junto con el anterior escritor fue responsable de The Black Box, obra teatral que inspiró el largometraje. Ambos comparten sus sensaciones ante el desarrollo de una historia que evolucionó hasta convertirse en el filme que todos conocemos. Sus palabras son seguidas por las del realizador José Miguel Ribeiro y el guionista Virgílio Almeida, quienes aprovechan la oportunidad para exigir paz, tema central de una película que deja muy en claro que nadie regresa de la guerra.
Una vez hecho esto, se extiende hacia las más profundas bases de este drama: el ya mencionado cuento de José Eduardo Agualusa sobre un sujeto enmascarado que irrumpe en la casa de tres mujeres de distintas edades y que parece ocultar una extraña conexión con la tercia. Se comparte la anécdota familiar que inspiró la historia, así como el inicio de la misma. El que no pueda leerse de manera íntegra podría resultar triste para los amantes de la lectura, pero es reconfortante descubrir que puede escucharse mediante un enlace que saca provecho de la naturaleza digital del libro. La exploración continúa con la puesta en escena que preservó esta misma premisa y que también puede escucharse. Todo esto para desembocar en una pregunta clave: el propósito de una adaptación cinematográfica.
Nayola: A Journey Through the Creative Process rememora cómo los misterios en torno a la identidad del invasor suscitaron todo tipo de posibilidades, pero éstas sólo alcanzaron su máximo potencial cuando el equipo creativo profundizó en los elementos diferenciadores. La guerra lejos del campo de batalla y trasladada a la intimidad del hogar para ahondar en las vidas destrozadas por las secuelas del conflicto, esto desde la perspectiva de tres mujeres de distintas edades que reaccionaban a la crisis de formas distintas. Una ficción que no tardó en ser reforzada desde el realismo con los libros Combater Duas Vezes de la angoleña Margarida Paredes y The unwomanly face of war: An Oral History of Women in World War II , todo un clásico de la bielorrusa Svetlana Alexievitch. Dos obras que ponen el foco en la participación de la mujer en la guerra.
Lo visto hasta ahora es impresionante y aun así, no deja de sentirse como una introducción ante lo que viene. Ansioso por trasladar el corazón de la película al impreso, el equipo detrás de Nayola realiza una peculiar deconstrucción del guion en la que profundiza en el tema central del mismo: Angola como tierra ancestral, como colonia, como tierra independiente, como escenario de una guerra y como un país históricamente azotado y ansioso de transformarse para encontrar la paz. La información que contiene no sólo es rica, sino que es trabajada con tal humanidad que es fundamental para entender mejor la situación de la nación y lo necesario que es contar su historia tan particular, pero a su vez plagada de elementos tan universales como son la búsqueda de una identidad y el dolor de la gente en el proceso.
Una vez entendido esto, la publicación explica hasta la más mínima decisión dentro del filme, lo que, como ya dijimos anteriormente, permite conocer el nivel de detalle de la producción. Elementos que rara vez son cuestionados por las audiencias, como el título, los nombres de los personajes, el público objetivo y la duración son explicados junto con otros que son tocados de una manera más recurrente como sería el caso de la música o el diseño. Elementos que enriquecen esta obra al plasmar la meticulosidad, no sólo de la película, sino del buen quehacer audiovisual.
En el que más se profundiza, sin duda, es la búsqueda de locaciones. José Miguel Ribeiro enfatiza que “queríamos construir una ficción genuina y creíble sobre este período en Angola y el pueblo angoleño. Para ello tuvimos que dejar de mirar las cosas a través de nuestra visión europea”. El cambio de enfoque implicó adentrarse de lleno en territorio angoleño con el fin de conocer a sus escenarios, pero también a su gente. No deja de ser curioso que su guía local, Gabi, fuera un excombatiente que terminara dando voz a un personaje secundario.
Muchos se sorprenderán también al descubrir la cantidad de páginas que A Journey Through the Creative Process dedica al elenco de voz. El cineasta siempre exaltó el trabajo de sus actrices y aquí lo hace nuevamente, pero sobre todo permite entender sus razones. Sus tres protagonistas fueron más que un reparto, fueron auténticas aliadas creativas que enriquecieron la obra con su energía y sus experiencias a tal nivel que el guion creció para incorporar algunas de sus vivencias. Esto complementa de manera exquisita con un apartado posterior dedicado de lleno a los personajes, los centrales, pero también secundarios, terciarios e incidentales cuyas aportaciones son decisivas para las intenciones del filme. Nuestro favorito es, sin duda, el chacal, poseedor de una poderosa simbología que remite a los más añejos mitos africanos y que guarda una poderosa conexión con las féminas que fungen como eje central del filme. Finalmente, se desemboca en un timeline detallado de los distintos procesos de producción y en una profunda explicación del guion.
El de Nayola es un libro cinematográfico total, incluso nos atreveríamos a decir que uno de los más completos que hayamos visto. Algo que, por supuesto, también incluye su parte de artbook. No es uno convencional, sino uno que explora la estética de la película con sutileza, recurriendo a imágenes complementarias a los textos, pero apoyándose también en apartados visuales entre cada uno de los capítulos. Estos últimos son los más ricos, ya que son aprovechados para ahondar en temas como storyboards, diseños de producción y personajes, pero también para la inclusión de vídeos que van desde pruebas de animación hasta los avances promocionales.
Esto último también es importante. Nayola: A Journey Through the Creative Process solo está disponible en formato digital, lo que seguramente será desalentador para más de un amante del formato físico y para los coleccionistas de este tipo de libros. Admitimos que su hermosura nos pone a soñar con algo tangible, pero también debemos enfatizar que la publicación no desmerece y saca provecho de su modalidad con las más diversas interacciones en cada uno de sus capítulos. Esto incluye los ya mencionados audios al cuento y la obra, además de los vídeos referidos, pero también se incluyen todo tipo de secuencias, entrevistas, pistas de la banda sonora y más.
“Las guerras plagan nuestro presente”, nos recuerda el epílogo. Una conclusión tan trágica como poderosa para un libro que aprovecha cada oportunidad para recordar los horrores de la guerra, pero también que el arte es una poderosa forma de combatirla. Una que no conoce de tiempos ni espacios, y que como tal, es determinante para alcanzar la anhelada paz.