Radix

Críticas

Crítica: Where is Anne Frank

Un exquisito complemento a El diario de Anne Frank que se apoya de lleno en la imaginación para demostrar que el mundo actual no es tan distinto al que habitó la joven judía.

29 de abril de 2022
Por Luis Miguel Cruz
Crítica: Where is Anne Frank
Compartir

El diario de Anne Frank fue concebido como poco más que un pasatiempo, pero el cruel destino de su joven autora terminó convirtiéndolo en una obra cumbre de la literatura universal. No tanto por su calidad narrativa, sino porque adentra a los lectores en el día a día de una familia judía que se mantiene oculta en un esfuerzo por garantizar la supervivencia en pleno Holocausto. Esto mismo lo ha llevado a ser analizado y desglosado por toda clase de individuos, desde analistas sociopolíticos hasta generaciones de estudiantes, y pasando por Ari Folman.

El creativo israelí aprovechó su creatividad para refrescar la obra, primero llevándola al campo de la novela gráfica. Luego y ante el enorme éxito de esta singular adaptación, complementándola con una secuela impresa que se apoya en las bases del realismo mágico a partir de Kitty, la chica imaginaria a la que Anne dirige sus escritos, y quien cobra vida en el mundo contemporáneo con el firme objetivo de encontrar a su amiga.  Así nació Where Is Anne Frank, que poco tiempo después fuera llevada a la pantalla en una película homónima dirigida por el propio Folman.

Es un hecho que su labor se facilita por su familiaridad con el material fuente, pero esto para nada implica que el film carezca de retos. El primero es la búsqueda de una identidad propia. Lo más sencillo para el realizador sería replicar fórmulas narrativas y estéticas de su multilaureada Waltz with Bashir (2008), pero en vez de ello se inclina por irse hacia los extremos opuestos. En lo técnico con cuadros profundamente imaginativos para la alegría y la desgracia; también en lo narrativo con una historia llena de esperanza aun cuando nunca pierde su aura trágica.

Sumemos la profunda honestidad con la que aborda a Anne Frank. Una chica que sueña, ríe y llora como cualquier otra, pero con la peculiaridad de que debe hacerlo en el momento más oscuro de la humanidad. Una decisión que para nada debe ser tomada a la ligera si consideramos que una de las mayores críticas al diario ha sido la edición de fragmentos en los que la autora se enfurece, bromea o habla de sexualidad. En otras palabras, entradas en las que muestra su cara más humana. Muchas de estas cualidades son trasladadas a Kitty, quien parte como una extensión de su creadora para ir adquiriendo una personalidad propia.

Pero si hay algo en lo que sobresale en Where is Anne Frank es en la manera en que enjuicia los símbolos para desafiar nuestra propia humanidad. No critica su existencia como tal, sino la hipocresía de una sociedad que los alaba sin siquiera considerar los valores que representan, convirtiéndolos así en objetos cualesquiera sin ningún tipo de importancia. Un cuestionamiento al presente a través del pasado, y una crítica que sirve para acentuar un mundo regido por la intolerancia y la xenofobia, y que en muchos aspectos no es tan distinto al que habitó Anne Frank.

Pero la joven autora insistía que “no pienso en la miseria sino en la belleza que aún permanece”. Este es quizá el mayor logro de Ari Folman, respetar este pensamiento hasta el final y recordarnos que incluso en los tiempos de duda, incertidumbre y horror hay espacio para la bondad, el cambio y la esperanza.

 

Ficha técnica