Son muchos los que han soñado con ser héroes, pero absolutamente todos, en algún momento u otro, se han visto seducidos por los encantos de la villanía. Quizá sea porque van contra lo preestablecido, porque no se dejan intimidar ante nadie o simplemente porque, como dicta la premisa básica, estos personajes se divierten más. Sea cual sea la razón, Alan Ituriel ha sabido sacar provecho de esta fascinación con Villanos.

La serie parte de una premisa sumamente original: un grupo de villanos que, bajo las órdenes de Black Hat, ayuda a distintos seres del mal que padecen el acoso de todo tipo de héroes. La idea ya es suficientemente atractiva por sí sola, pero el creativo mexicano la pule con una dosis de exquisita ironía palpable en cada uno de sus personajes, ya sean principales o incidentales.

Es así como el show rompe todos los convencionalismos con héroes que operan bajo una ética dudosa, lo que automáticamente convierten a sus adversarios en las víctimas. A su vez, esto hace que nuestra alianza titular resalte por su heroicidad. No es la primera vez que un proyecto audiovisual, ya sea animado o de acción real, invierte los roles del villano. Pero sí que es uno de los títulos que mejor lo hace, pues la conversión sirve para exaltar lo absurdas que pueden ser las etiquetas en un mundo tan complejo en el que vivimos.

Esto para nada significa que estemos ante una serie moralista. De hecho, el mensaje es sutilmente incorporado en una historia tan divertida como adictiva por lo alocado de sus tramas, lo colorido de los gráficos y sus incontables referencias que van de las leyendas a la cultura popular.

Pero si hay algo que cautiva de Villanos es su cuarteto estelar. Personajes construidos sobre arquetipos (el guardian del umbral, el científico loco, la loba…) que son manipulados para alejarlos de cualquier tradicionalismo y acercarlos al terreno del absurdo. Como el hecho de tener un tierno oso azul en la alianza, o que la más fiera combatiente sueñe en todo momento con el amor de su jefe, o que la mente maestra no sea capaz de ejecutar adecuadamente un solo plan. Dualidades que los enriquecen a su modo y que los tornan inolvidables.

La exitosa construcción no se limita a lo narrativo, sino que se extiende a lo técnico con un equipo de animadores que no vacila en sacar provecho de los principios básicos de la disciplina para romper todas las reglas físicas y recordarnos en todo momento que estamos ante dibujos animados. Un sitio donde no existe el realismo y en donde absolutamente todo es posible.

No menos destacado es el diseño de producción, que lejos de remitirse al reciclaje de escenarios, algo muy común en muchas series, nos ofrece entornos completamente distintos que apelan a la esencia de cada arco. Eso sí, siempre respetando la base de operaciones central que recurre continuamente al rojo para aludir a la peligrosidad del temible Black Hat.

Villanos es una serie que se ha ganado merecidamente su lugar en el corazón de las audiencias. Un show que conquista por su presunta sencillez, cuando realmente es capaz de hacerlo por su capacidad para lograr que lo difícil parezca fácil. Pues si Alan Ituriel ha convertido a un grupo de temibles personajes en seres capaces de arrancarnos tantas sonrisas, es que estamos ante un genio, ¿del bien o del mal? Seguro que Black Hat no puede dejar de reír con este exquisito dilema.