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Crítica: The Monkey

Un cortometraje necesario ante los tiempos de intolerancia y xenofobia en que vivimos.

6 de septiembre de 2022
Por Luis Miguel Cruz
Crítica: The Monkey
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Cuenta la leyenda que a inicio del siglo XIX, en plena guerra napoleónica entre Francia e Inglaterra, un navío galo fue destrozado por una tormenta y sus restos desviados hasta la costa del pueblo británico de Hartlepool. El único sobreviviente fue un mono que fungía como mascota del barco, pero que al estar vestido con el uniforme francés, fue confundido con un espía, juzgado como tal y finalmente ahorcado. La llamada leyenda del mono de Hartlepool ha sido analizada hasta el cansancio, no desde la perspectiva histórica, sino desde la simbólica por todo lo que el suceso, cuya veracidad nunca ha sido confirmada, dice sobre la naturaleza humana. Este fascinante legado continúa de la mano de The Monkey

El cortometraje dirigido por Lorenzo Degl’ Innocenti y Xosé Zapata reinventa el mito al trasladar sus acciones al siglo XVI y así poder incluir a la Armada Invencible en la narrativa. Una decisión que va más allá del país de origen del cortometraje y que realmente busca adaptar los valores simbólicos de esta vieja historia al marco contemporáneo. Algo que logra con creces. 

Resulta imposible no equiparar la tragedia del recién llegado con las numerosas crisis migratorias que aquejan al mundo entero. Algo que incluye la respuesta de las autoridades que en muchos casos manipulan la información para promover la histeria colectiva; la ignorancia del pueblo convertido en masa y que es incapaz de ver más allá; y la trágica noción de que un migrante es un ser inferior. Un mono.

Los valores simbólicos de The Monkey son brillantes y se ven reforzados por una animación 2D sobresaliente que por momentos remite a la estética de Frank Miller. La influencia que resulta especialmente palpable en los minutos iniciales del corto cuyo navío en apuros remite al metacómic Tales of the Black Freighter que fuera incluido en la edición extendida de Watchmen (2009). Las tensiones también se ven favorecidas por una paleta netamente cálida que genera una sensación de peligro en todo momento. Esto no significa que la técnica sea perfecta, de hecho tiene algunos errores primarios de movimiento y perspectiva, pero sí que es refrescante en una industria claramente dominada por la tridimensionalidad. 

El mayor problema de The Monkey proviene del guion. La historia y la estética garantizan la inmersión inmediata, el desarrollo es poderoso y el giro es tan brillante como brutal. Aun así, el proyecto nunca se afianza del todo por la ausencia de un clímax. Lo más lamentable es que la historia abre muchas posibilidades para que este suceda, pero el momento nunca llega, lo que invariablemente deja la sensación de una historia tibia o que permanece inconclusa. Un proyecto que se queda a un paso pequeño pero decisivo de la grandeza.

Esto no evita que The Monkey sea un cortometraje necesario y más para los tiempos de intolerancia y xenofobia en que vivimos. No sólo permanece en el imaginario, sino que invariablemente invita al diálogo y la reflexión. Y ese es uno de los mayores logros de cualquier proyecto audiovisual sin distinción de técnica o formato.