Trasladar series al terreno del largometraje siempre ha sido un arma de doble filo. Quizá por esto los aficionados de The Casagrandes manifestaron su emoción sin echar campanas al vuelo cuando se reveló que el show tendría su propia película. Después de todo, muchas adaptaciones de este tipo son concebidas como poco más que episodios extendidos o sufren incontables comparaciones con el material fuente. Los seguidores de la alocada familia finalmente pueden celebrar con la certeza de que The Casagrandes Movie ha hecho justicia a la producción en que se inspira al tiempo que ha llevado a sus protagonistas a niveles inimaginables.

Para lograrlo, el equipo encabezado por el director Miguel Puga ha sido profundamente respetuoso con la esencia de la serie y todas las cualidades que le ayudaron a conquistar al público, pero sin perder la oportunidad de rendir honor al apellido de la familia pensando a lo grande.

Su estrategia parte del terreno ordinario para garantizar la identificación de las audiencias. En este caso, con Ronnie Anne Santiago haciendo intrépidos planes para su fiesta de cumpleaños, los cuales se ven interrumpidos cuando su familia revela sus intenciones de llevarla a un viaje sorpresa a México. Es aquí cuando podemos disfrutar en todo su esplendor de la adorable locura que siempre ha caracterizado a esta familia, pero sin perder de vista a la joven protagonista cuyas crecientes diferencias con su madre fungirán como eje de la trama.

Este plano terrenal también es aprovechado para rendir un homenaje a México, sus escenarios y tradiciones, así como a todos aquellos migrantes que intentan preservar sus raíces y extenderlas a su descendencia. El esfuerzo inicia con un ingenioso dardo que revierte la imagen que la industria hollywoodense ha dado al país iberoamericano, concretamente con un mapa que muestra a los Estados Unidos como un territorio árido y a México como un sitio verde y colorido. Lejos de quedarse en territorio fronterizo, la producción lleva las acciones hasta Pátzcuaro en Michoacán, una zona conocida por su riqueza cultural y que de este modo recibe un hermoso homenaje desde la vía animada.

La brecha hacia lo extraordinario sólo se abre cuando nuestro personaje central libera a una deidad prehispánica adolescente cuyos ancestrales rencores amenazan con destruir el mundo. Es aquí cuando ingresamos al terreno épico con una aventura sin precedentes dentro del universo Casagrandes. A pesar de lo titánico de estos acontecimientos, las bases originales se mantienen firmes con un guion que aterriza a la diosa al ahondar en los problemas con sus propios padres, lo que garantiza que el conflicto funcione de manera orgánica. Es espectacular, pero nunca apunta a lo épico, pues su verdadera intención es ahondar en que las eternas diferencias entre padres e hijos son incapaces de quebrar un amor tan puro como incondicional.

La escalada va más allá de las acciones y se extiende al carácter artístico con un diseño fidedigno pero dotado de bordes ligeramente más afilados y colores más brillantes, en un cambio sutil pero perceptible. Más evidente es el flamante trabajo del diseño de producción que nos adentra en los más espectaculares escenarios y de iluminación que es utilizado para llevar la historia al plano fantástico. Ambos son fundamentales para enfatizar el calibre de la aventura.

Y lo que muchos se preguntan con este tipo de adaptaciones, ¿es necesario estar familiarizado con la serie original? No. Si bien es cierto que el largometraje está plagado de referencias y gags que serán muy apreciados por los amantes del show, la producción ha concebido una historia que puede ser disfrutada por todos.

La de The Casagrandes siempre ha sido una historia curiosa. Personajes secundarios de The Loud House cuyas cualidades les valieron su propia serie y que ahora saltan al largometraje. No uno cualquiera, sino uno que marca un punto de no retorno para esta familia que nunca deja de sorprender. Una obra trabajada con una meticulosidad que cautiva y obliga a más exploraciones de estos personajes, que enamora con su representación de nuestras culturas, y que saca a relucir el gran talento que siempre ha caracterizado a nuestros artistas.