Benoît Chieux siempre ha dejado ver su fascinación por los reinos fantásticos. Más que una continuación de la tendencia, Sirocco et le royaume des courants d’air es la obra que representa la consolidación absoluta del cineasta. Así lo confirma su gran calidad, sellada además con el Premio del Público en Annecy 2023.

La historia, cautivadora de inicio a fin, se centra en dos pequeñas hermanas que descubren un pasaje secreto al escenario donde se desarrollan las acciones de su libro favorito: el reino de los vientos. No pasará mucho para que las niñas, transformadas en felinas, descubran que el entorno es tan bello como peligroso. Ansiosas por volver a casa, sus esperanzas recaerán en la bondad de la cantante Selma, quien a su vez deberá apelar al poder del temido hechicero Sirocco para concretar la transición.

Resulta imposible hablar del título en cuestión sin referirnos a su fortísima carga metanarrativa. La trama celebra el poder de la ficción al desarrollar sus acciones en el interior de un libro; sus pilares argumentales, concretamente las dualidades entre mundos, deben mucho a clásicos literarios como Alice’s Adventures in Wonderland (Lewis Carroll, 1865), The Wonderful Wizard of Oz (L. Frank Baum, 1900) y The Chronicles of Narnia (C.S. Lewis, 1950); los personajes tienen una marcada influencia de Studio Ghibli y el universo Moomin, tanto en estética como en potencia simbólica; los escenarios, tan hipnóticos como inquietantes, remiten directamente a La planète sauvage (René Laloux, 1973), mientras que el uso de colores asemeja al visto en Yellow Submarine (George Dunning, 1968). En un terreno más personal, también comparte su alma con Le jardin de minuit, corto dirigido por el propio Chieux, que por momentos parece resonar como un preludio de la aventura.

Contrario a lo que se podría suponer, esta hibridación hace que el reto sea mayor al tratarse de bases perfectamente asentadas en el imaginario colectivo. Lejos de intimidarse ante el desafío, el cineasta lo abraza hasta hacerlo suyo y así construir un exquisito viaje psicodélico salpicado con tintes de locura e impregnado de un gran corazón. O lo que es lo mismo, uno dotado de gran identidad y que triunfa en la creación de una mitología propia.

Si esto es posible es porque el guion, escrito por el propio Benoît Chieux en colaboración con Alain Gagnol (Une vie de chat), aprovecha la travesía para explorar distintas inquietudes del mundo contemporáneo, que van de la esclavitud infantil y las bodas forzadas con menores a los lazos inquebrantables que unen a las personas más allá de la muerte. Estos acercamientos no son abordados con crudeza, sino con una sutileza y una elegancia que deambulan cerca de lo poético, aunque siempre con claridad para quienes saben ver más allá.

Y es que si de audiencias se trata, Sirocco et le royaume des courants d’air es un cuento cuyas exploraciones de la luz y la oscuridad le permiten ser disfrutado por personas de todas las edades. Esto no necesariamente significa que sea para todos, ya que en realidad va destinado a quienes valoran la animación como expresión artística. Después de todo, el cineasta muestra tal claridad en sus ideas que por momentos parece desafiar las aseveraciones de Selma cuando ésta clama que “es tan injusto, el público puede ver a los artistas que ve, pero los artistas no pueden escoger su público”.

Si la película tiene una flaqueza, es que su desenlace resulta predecible, lo que no entorpece el disfrute de una obra fascinante que deja con ganas de saber más de este Reino de los Vientos. También de disfrutar más de la desbordante imaginación de Benoît Chieux, quien demuestra que los mundos mágicos no sólo se encuentran en los libros y en la pantalla, sino también en la mente de quienes se atreven a soñar.