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Crítica: Sangre de unicornio

El director Alberto Vázquez distorsiona el fantástico con enorme destreza para ofrecer una temible comparación de humanos y demonios.

15 de junio de 2022
Por Viridiana Torres
Crítica: Sangre de unicornio
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Si hay un aspecto que siempre ha caracterizado la obra de Alberto Vázquez es la simbología. No una regida por los convencionalismos, sino su contracara que se inclina por el opuesto más extremo. Una que distorsiona los elementos mejor establecidos en el imaginario colectivo para dar espacio a obras a las que es imposible permanecer indiferentes, como es el caso de Sangre de unicornio.

Seamos sinceros, ¿qué es lo primero que la gran mayoría de la gente pensaría al escuchar de un bosque habitado por rosados oseznos y unicornios? Seguramente en una historia fantástica y de corte infantil. El cineasta español lo sabe perfectamente y por eso no duda en combinar estos ingredientes para luego retorcerlos con la única finalidad de construir un mensaje increíblemente poderoso.

Las sensaciones son contradictorias desde los primeros instantes: una inquietante voz  que nos introduce en las acciones, el diseño infantilizado del título con un corazón por encima de la letra i, así como una paleta de colores dominada por blancos y rosas que remite a salpicaduras de sangre deslavada. Las nociones aumentan con una serie de cráneos que se aprecian en los primeros instantes y una iglesia en ruinas que adelanta la crítica religiosa que veremos más adelante, pero sobre todo con los personajes centrales. Es así como conocemos a Moffy y Gregorio, dos hermanos osos que deambulan por una solitaria senda en busca de unicornios. En una situación tradicional serían tiernos, casi amorosos, pero el arquetipo se rompe rápidamente con elementos que los hacen perturbadores: ambos van armados con arcos y flechas, mientras que uno de ellos lleva un parche que cubre la pérdida de un ojo.

Su peculiaridad construcción no termina en el aspecto físico, sino que se extiende de lleno por sus respectivas personalidades. Uno es inseguro y temeroso, lo que se manifiesta en una terrible ansiedad que desemboca la más grotesca alimentación; el otro es hermoso por fuera pero monstruoso por dentro al tratarse de una criatura hostil, ofensiva y vanidosa. No son los tradicionales ositos de colores que la animación ha dado por generaciones, ni siquiera las irreverentes mofas que hemos visto en tantas ocasiones, sino seres brutales que pretenden dar caza a los unicornios para devorar su deliciosa carne y beber su sangre sabor arándano con el fin de preservar su belleza.

Los viejos mitos heredados por el fantástico dictan que el unicornio representa la pureza y que quienes hagan daño  a estos animales terminarán malditos. Alberto Vázquez es muy consciente y aprovecha esta misma base para apuntar, no al citado género, sino a la religión. ¿Recuerdan la iglesia mencionada anteriormente? No es la única referencia, ya que ésta es complementada por una breve pero importante secuencia de imágenes sacras que remiten a la búsqueda desesperada de una salvación a través del dolor, la sangre y la muerte. De los interesados, como es el caso del osezno tuerto que perdiera el ojo en una búsqueda anterior, pero también de terceras partes, como los mártires o en este caso de los unicornios que deben dar sus vidas en sacrificio de causas aparentemente mayores.

No menos brillante es la manera es la profecía con la que el español compara al hombre con el mismísimo demonio. En maldad y poder destructivo, pero también en una franca belleza que invariablemente recuerda a Luzbel, el ángel caído cuya luz bella cayó a la más profunda oscuridad como resultado de sus ambiciones. También desde el odio ciego, no sólo hacia el prójimo, sino contra el propio hermano en inquietantes momentos que emulan con fuerza a la tragedia de Caín y Abel.

Al final, los osos caídos, la muerte de seres inocentes y el paraíso perdido hacen que el colorido sueño abra paso a la peor de las pesadillas. Sensaciones que se extienden por los agónicos recuerdos de un pasado en el que todo parecía mejor y la incertidumbre de un futuro que invariablemente apunta a la desgracia a partir de la ya referida profecía. Su cumplimiento es predecible, mas no la manera en que ésta se concreta, lo que deja un circulo perfecto con unos osos que remiten a una humanidad tan hermosa como destructiva, capaz de arrasarlo todo en nombre de iniciativas sustentadas sobre la avaricia y el deseo.

Es así como Sangre de unicornio se coloca entre esas historias únicas que marcan al público de tal forma que terminan manteniéndose por siempre en su memoria. Como esos sueños distorsionados cuyo simple recuerdo resulta estremecedor, casi tanto como la certeza de que tarde o temprano, la pesadilla terminará por hacerse realidad.

Ficha técnica

  • Título Sangre de unicornio
  • Director Alberto Vázquez
  • Año 2013
  • País España
  • Técnica 2D
  • Voces originales Lola Lorente, Borja Alonso Bas, Alberto Vázquez