Hay un momento en que toda franquicia debe decidirse entre terminar la aventura por todo lo alto o arriesgarse a continuar bajo el riesgo de dañar su propio legado. La Saga Las Leyendas no ha sido la excepción. La leyenda del Charro Negro convenció a más de uno de que la aventura había llegado a su fin, pero Ánima Estudios decidió continuar, primero con El origen que aprovechó las propiedades de la precuela para refrescar el concepto, y ahora con La leyenda de los chaneques que regresa a la trama central para dejar en claro que hay leyendas para rato.

Esta aseveración no es sólo por la gran cantidad de criaturas fantásticas y entidades fantasmagóricas que existen en el imaginario mexicano y que están esperando una oportunidad de sumarse a la aventura. Es también porque con más de quince años de existencia, Leo San Juan y compañía ocupan un lugar de honor en la historia de la animación iberoamericana. Algo que puede apreciarse en el deseo de los aficionados por seguir disfrutando de sus espectrales misiones, pero también en lo orgánica que se ha tornado su existencia. Son personajes que gozan de una identidad propia, que viven, respiran y que crecen a la par de sus audiencias para alcanzar el estatus de virtualmente inagotables.

Estos valores pueden apreciarse de lleno en La leyenda de los chaneques. La película, tal y como el título adelanta, enfrenta a nuestros héroes con los seres referidos. Esto ya es motivo de gozo por tratarse de uno de los mitos más conocidos en México. Tampoco podemos dejar de mencionar que se trata de un filme altamente divertido que rescata la vieja fórmula de aventura, comedia y pizcas de terror que tan buenos frutos ha dado en el pasado. Esto, aunque es una lectura necesaria, también es una superficial y apenas parcial de todo lo que esta cinta tiene que ofrecer.

El director Marvick Núñez debuta en la franquicia cinematográfica con una película que sobresale por su madurez en muchos sentidos. Esto puede apreciarse en Leo San Juan, quien ha crecido y decidido que es momento de emprender un viaje en solitario para conocer el mundo y con ello, a sí mismo. Esto, sobra decirlo, después de una infancia inusual y turbulenta, pero que también le ha dejado grandes amigos de los que ha tenido que despedirse.

He aquí otro punto importante. Si bien Charro Negro y El origen ya habían abordado temas como el sacrificio y el dolor de la pérdida, ninguna de ellas lo hizo de una manera que se sintiera tan definitiva como Chaneques. Una construcción que va gestándose desde unos créditos iniciales, que vale la pena estar muy atentos, hasta un tercer acto tan valiente que pone al espectador en jaque sobre cuál será su resolución. No menos importante es la añoranza manifestada por Nando al recordar la partida de su padre y que sirve para normalizar el tema de las paternidades ausentes que por muchos años fue tabú.

Si de temas importantes se trata, esta producción también sobresale por su mensaje altamente ecológico plasmado de lleno en el conflicto central. Concretamente, en unas criaturas altamente peligrosas, pero quizá no tan villanescas como adversarios anteriores. De igual manera, resalta la manera en que la cinta refleja la falta de diálogo y la intolerancia que imperan en la sociedad contemporánea. Una situación que, lejos de ayudar, aumenta los problemas para todos.

Fuera de la narrativa, no podemos dejar de enfatizar el estupendo tratamiento que se le concede al ya mencionado Nando San Juan. Leo sigue siendo el corazón y el eje central de esta historia, pero su hermano tiene un rol tan importante que bien merece ser etiquetado de coprotagonista. Más allá de las etiquetas, esto nos permite conocer más a fondo sus alegrías y sus demonios para dejar muy en claro que bajo esa capa de comic relief que siempre le ha sido dada se oculta un personaje de valor y dotado de un gran potencial.

Esto último es clave ya que La leyenda de los chaneques también se sacude tenuemente la dependencia de Xóchitl y el resto de las nobles entidades fantasmagóricas. No es spoiler decir que todos los espectros regresan y aunque todos tienen momentos para brillar –lo que incluye una de las secuencias más memorables en toda la historia de Teodora Villavicencio–, su rol es definitivamente menor al visto en anteriores ocasiones. Esto no es una debilidad, sino un cambio de fórmula que podría tornarse decisivo para la experimentación de nuevos tratamientos del equipo hacia la inminente expansión.

Porque, como ya es una tradición dentro de la franquicia, esta séptima entrega obliga a mirar al futuro con el desenlace más inquietante desde que La leyenda de la Nahuala nos estremeciera con ese “¡ay, mis hijos!” que apuntaba a la introducción de la Llorona. Sólo diremos que se vienen días muy complicados para Leo y nuestros demás héroes.

Las leyendas: El origen dejó claro que todavía quedaban muchas historias por contar. Ahora La leyenda de los chaneques refrenda esta aseveración con un regreso triunfal a la trama central. Uno que afianza todavía más a la Saga Las Leyendas como una franquicia imprescindible dentro del panorama iberoamericano y como la dueña de un legado que, como las leyendas a las que se refiere, parece destinado a ocupar un lugar cada vez más especial en el corazón y el imaginario por generaciones.