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Críticas

Crítica: La Frecuencia Kirlian

El lugar de pesadilla que todos soñamos conocer en carne propia.

10 de abril de 2022
Por Luis Miguel Cruz
Crítica: La Frecuencia Kirlian
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A nadie debería sorprender que los programas radiofónicos de terror gocen de tanta popularidad. Hablamos de proyectos que se sustentan en los miedos más primarios, que disparan las emociones con sus relatos en primera persona y que aprovechan el poder de la imaginación para llevar el horror al límite. Podría pensarse que replicar estas sensaciones en la pantalla es una misión imposible por la naturaleza audiovisual del medio, pero Cristian Ponce ha descifrado la clave para lograrlo con La Frecuencia Kirlian.

La webserie argentina se desarrolla en el pueblo ficticio de Kirlian, un sitio inaccesible y cuyas noches son engalanadas por una espeluznante transmisión radiofónica que abre sus micrófonos a todo tipo de relatos sobrenaturales. Algunos sustentados en las más oscuras experiencias de visitantes improbables, otros en el conflicto directo entre los extraños habitantes del lugar y finalmente los que suenan como los malos augurios de un locutor que parece ocultar todo tipo de secretos en su voz y que remite muy directamente a la figura de Rod Serling en The Twilight Zone (1959) y Night Gallery (1969).

No es su única similitud con estos y otros shows. Su naturaleza antológica y su uso de elementos sobrenaturales remiten muy directamente a estas y otras series como Tales from the Crypt (1989) y The X-Files (1993). De esta última extrae también un fuerte conspiracionismo que se hace más palpable con el devenir de los episodios. Eso sí, aunque La Frecuencia Kirlian debe mucho a todos estos clásicos de la televisión, dista mucho de ser una réplica. Es más bien un heredero que no batalla en encontrar su propia esencia.

Primero con su técnica animada, sustentada en siluetas 2D. Irónicamente esta simpleza termina convirtiéndose en una de las mayores fortalezas del show, pues su uso de sombras y contrastes por encima de un diseño más detallado es una carta abierta para que el público use su imaginación y detone sus miedos para poner un rostro a los lúgubres habitantes del lugar. Esto potenciado por la hipnótica voz del ya mencionado locutor que no se inmuta ante el pavor, la incertidumbre e incluso el odio de sus oyentes. En tiempos de streaming, móviles y ordenadores, escucharla con audífonos resulta toda una experiencia.

A esto sumemos el atinado tratamiento de los distintos casos aislados. Todos ellos concebidos con una dosis tan exacta de misticismo que en la mayoría de los casos pueden resultar creíbles para los amantes de lo sobrenatural. Historias sencillas pero fascinantes que en ningún momento remiten al fantástico cinematográfico ni televisivo, sino a los relatos de barrio, esos que se transmiten de boca en boca y que cuya veracidad radica en orígenes que suelen remontarse al ‘primo de un amigo’. Sucesos extraordinarios que de este modo son trasladados al mundo ordinario y que invariablemente terminan siendo inolvidables.

Todo esto sin desentenderse de una trama central que invariablemente invita a preguntarse sobre los numerosos misterios que aquejan al pueblo y que termina convirtiendo a La Frecuencia Kirlian en una auténtica adicción. ¿De dónde vienen los enigmas que aquejan al lugar, quiénes son los que desean desvelar sus misterios y sobre todo aquellos que se empeñan en resguardar sus secretos? Dudas que además se ven favorecidas con una duración de apenas diez minutos por episodio. Suspenso en pequeñas dosis que deja rogando por más.

La Frecuencia Kirlian es una de esas pequeñas joyas con las que uno termina cruzándose más por casualidad que por popularidad. Una serie cuyo estupendo manejo de sus elementos técnicos y narrativos conduce a una dualidad improbable, lo simple en lo complejo, y que aunado a su espeluznante naturaleza parece destinarle al culto. Es así como Kirlian termina convirtiéndose en ese lugar pesadillesco que, por extraño que parezca, todos queremos conocer en carne propia.