Crítica: Goodbye Monster
Con altas y bajas, resalta por su técnica y por ser un nuevo paso rumbo a la consolidación de la animación china.
15 de febrero de 2023Por Luis Miguel Cruz
Basta con ver Goodbye Monster para entender por qué China es señalada como el próximo gran titán de la animación. Su técnica deambula cerca de la perfección en numerosos aspectos como son el modelado y las texturas, en sutiles detalles como el cabello y los ojos de algunos personajes, sin olvidarnos de la luz, el color y los efectos visuales. Incluso la animación, que a pesar de algunos sutiles pecados, es valiente y fresca. Es en resumidas cuentas un deleite para la vista. Sin embargo, el filme también invita a pensar sobre las razones por las que el gigante asiático no ha sido capaz de conquistar el mercado global: sus inconsistencias narrativas.
La historia nos lleva a las ancestrales islas Kunlun para introducirnos con Bai Ze, un médico que busca el modo de erradicar una extraña enfermedad conocida como los espíritus oscuros. Sus esfuerzos ya son polémicos al ser el único que busca una cura mientras las autoridades sanitarias se han decantado por la contención y se tornarán desastrosos cuando su experimento fracasa rotundamente. Pero el personaje no se rinde y a pesar de los obstáculos, los estigmas y los temores que enfrentará en el camino, llevará su incansable búsqueda hasta los límites.
En el papel, pareciera ser otra historia sustentada en el denominado monomito, que lo es. Pero su gran diferencia radica en que sus orígenes chinos conducen por bases distintas a las que estamos acostumbrados. Una construcción que invariablemente se apoya en numerosos elementos mitológicos y filosóficos del país. Decir que esto es un fallo, tal y como dicen algunos, sólo denota una visión limitada de un mundo que va más allá de las imposiciones occidentales y es tan injusto como decir que las industrias que no pertenecen al eje dominante no tienen derecho a contar sus historias por respeto a las audiencias que no están familiarizadas con éstas. Sólo en el panorama oriental, el japonés Studio Ghibli lleva haciéndolo por décadas sin dar ningún tipo de explicación al respecto. A esto sumemos que las variantes culturales no impiden la exploración de los más importantes valores universales. El problema no está aquí y si Goodbye Monster batalla en la conexión es más bien por lo precipitado de su ritmo.
El director Jianming Huang arranca la película con un ritmo adrenalínico. Un arma de doble filo con la que busca capturar la atención del público desde el primer minuto, pero que resulta contraproducente porque lo difícil que resulta entrar en una historia que arranca a mil por hora. Aunque esta construcción no es del todo inusual en el cine chino, la naturaleza fantástica de esta historia en particular, aunada a sus numerosos estímulos desde el color, el diseño y la acción, complican el adentramiento en la trama y la comprensión del conflicto.
Esto último también puede atribuirse a que la construcción de los elementos centrales no es la más adecuada. Las motivaciones del héroe y el villano nunca son cubiertas del todo, y de los espíritus oscuros no sabemos prácticamente nada sino hasta muy adelante en la historia. Un fallo importante en la construcción del guion ya que impide entender la lucha de nuestro héroe. Las correcciones no empiezan a llegar sino hasta el segundo acto, pero los problemas son reemplazados por otros igual de importantes como la redundancia en el accionar de los personajes centrales.
Estos fallos impiden que una película de muchísimo potencial se acerque más a la grandeza y deba conformarse con ser una más. No evitan, sin embargo, que la experiencia sea disfrutable, pues se trata de una cinta que sacará varias sonrisas en los espectadores de cualquier edad, aun cuando éstas sean a costa de bromas simples y un humor que por momentos se siente demasiado escatológico.
Con altas y bajas, Goodbye Monster, queda lejos de ser una de esas películas que demuestran el enorme potencial de la animación china. Esto no significa que se limite a ser divertida y poco más, pues sus elementos técnicos la convierten en otro paso importante rumbo a la conquista de las audiencias globales, e incluso sus inconsistencias pueden ser de gran ayuda para muchos otros títulos que vienen detrás, lo que incluye algunas coproducciones hechas con Iberoamérica. Después de todo, así es como se forjan las grandes industrias.