Qué difícil es ver Becarias sin batallar entre reír o llorar. No nos tomen a mal la expresión, es más bien que la tercia integrada por Marina Donderis, Núria Poveda y Marina Cortón ha concebido una obra que en poco menos de diez minutos plasma de una manera tremendamente divertida lo difícil que puede ser crecer, madurar y alcanzar la independencia. Tanto, que seguro más de uno terminará preguntándose por qué estaba tan ansioso por dar este paso decisivo en la vida.

Podríamos escribir toda clase de adjetivos para describir este cortometraje stop motion: alocado, fresco, jovial… Todos serían adecuados, pero si hay uno que nos resuena en la cabeza es honesto. Si la obra se siente tan natural es porque las artistas responsables han sabido trasladar sus propias experiencias a la pantalla. Esto facilita que la historia sea realmente la de todos nosotros y que alcance así un alto grado de identificación que puede manifestarse en distintos puntos de la obra.

Becarias nos introduce con tres jóvenes recién graduadas que se mudan juntas para dar sus primeros pasos en la adultez. No deberán esperar mucho tiempo para que sus sueños colapsen con la realidad y se percaten de que la vida es muy distinta a todo lo que alguna vez imaginaron. Suena dramático porque lo es, pero todo se aliviana gracias a que el equipo creativo impregna la narrativa de las más curiosas e incluso absurdas situaciones.

Como prueba tenemos a las tres amigas con sus expresiones de franco desencanto al darse cuenta de su incapacidad para crear un hogar de catálogo. Ni qué decir de ese subidón inicial que manifiestan en los primeros días de trabajo y que más pronto que tarde desaparece ante el cansancio. Finalmente, su desesperación cuando se percatan de que alcanzar los sueños puede implicar escalas no planeadas en todo tipo de empleos. ¡Todo sea por obtener ingresos que permitan pagar el alquiler!

El mérito es todavía mayor porque las marionetas usadas tienen un diseño sencillo, pero recurren a los más diversos recursos para transmitir todo tipo de emociones. Esto incluye la caricaturización de las cineastas, las miradas altamente expresivas y el simpático uso de balbuceos como forma de diálogo.

El ingenio de la tercia también puede apreciarse en sus numerosas referencias. Muchas son de carácter audiovisual, lo que incluye Matrix, The Exorcist y Sailor Moon. Más inusual es que también las hay académicas como el título de animadora profesional y profesionales como el contrato con Pangur Animation Studio. Nuestra favorita es la animada con el Animator’s Survival Kit de Richard Williams convertido en un manual para enfrentar la madurez. ¿Alguien sabe dónde podemos comprar uno de estos?

Pero no se confundan, que estas disparatadas ocurrencias no impiden que Becarias tenga una fortísima carga social. Si crecer es algo que se torna cada vez más desafiante es en buena parte porque el sistema socioeconómico así lo ha permitido, lo que puede apreciarse en una serie de titulares periodísticos que exaltan las crecientes dificultades que enfrentan las nuevas generaciones que deben dar el salto a la independencia. El momento es todavía más trágico por la desesperación de las protagonistas, que reflejan el sentir de incontables jóvenes que cada año salen a un mercado laboral sobresaturado.

Ni qué decir de los créditos finales. El cine y las series nos han dado una gran variedad a lo largo de la historia, pero estamos casi seguros de que nunca nadie los había aprovechado para agradecer a su casero por una bajada en el alquiler. Al menos hasta que Marina Donderis, Núria Poveda y Marina Cortón lo hicieron con su cortometraje. Un detalle tan refrescante como crítico, y que nos invita a pensar que estamos ante tres miradas que podrían aprovechar el poder de la comedia para ofrecer las más importantes reflexiones.

Charles Chaplin declaró en 1940 que “la risa es el tónico, el alivio, el cese del dolor”. A más de 80 años de distancia, el equipo detrás de Becarias demuestra que esta aseveración sigue siendo tan veraz como el primer día y que el humor es clave para hacer más llevadero el mundo que nos rodea. Desde las grandes crisis, hasta los pequeños pero importantes pesares que nos aquejan día con día.