Cuando se lee la sinopsis más básica de Astropackers, un viaje mochilero a través de la galaxia, lo primero que viene a la mente es The Hitchhiker’s Guide to the Galaxy. Pero cuando te aventuras en su piloto, la sorpresa es mayor al ver que, lejos de una variante del clásico sci-fi de Douglas Adams, estamos frente a un canto a la libertad.

Las acciones empiezan en Cuadrópolis. Su nombre no es casualidad, pues todo es cuadrado: inmuebles, estructuras y sobre todo sus habitantes, que son moldeados para encajar desde muy temprana edad. Es así como conocemos a Norman, renombrado como N-5323 y quien no termina de embonar en su reprimida sociedad. Por eso cuando conoce a William Junípero Lazo Posada, quien prefiere darse a conocer por el mote de Willy the Free, el oprimido personaje recupera su vieja esencia y termina saltando a la aventura. Y nosotros con él.

Si hay algo que aplaudir en el primer episodio de Atropackers es la fuerza de su mensaje que insta a la autenticidad y la identidad en un mundo que apunta a la homogeneidad. Concretamente en los viejos modelos laborales y sociales que colapsan contra el pensamiento liberal de las nuevas generaciones.

También resalta el modo en que este se envía, con insistencia, pero de maneras tan diferentes que su recepción es sencilla y natural. Se hace desde la historia con los pesares iniciales de Norman y cómo abre los ojos tras entrar en contacto con Willy. También desde los personajes, ya sean principales, secundarios e incluso incidentales, destacando que estos últimos ofrecen estupendos destellos de la rigidez de la urbe cósmica. También desde el diseño que enfrenta curvas con rectas, colores llamativos con grises y para enfatizar aún más el choque entre una vida libre y una existencia cuadrada.

Igual de sorprendente es que la producción es sumamente fiel a su esencia en estos y otros apartados que evolucionan continuamente. Basta ver la transición de N-5323 a Norman, que se da paulatinamente, pasando de esquinas duras a redondeadas y desembocando en el círculo.

Pero si hay algo que enamora es lo entrañable de sus personajes. Norman es la perfecta representación del yugo laboral padecido por tantas personas y que es tan difícil de abandonar por los miedos que le rodean; Willy es la representación misma de la felicidad desde la autonomía y sobre todo, el respeto de los valores propios y a uno mismo. Cualidades que hacen de Astropackers una obra única para el divertimento, pero también para la reflexión sobre la vida que queremos y merecemos.