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Lisboa: Paraíso del cortometraje iberoamericano

Capital de Portugal, cuna de la animación lusa y pilar de la animación iberoamericana.

27 de enero de 2023
Por Luis Miguel Cruz
Lisboa: Paraíso del cortometraje iberoamericano
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La historia animada de Portugal, como la de tantos otros países iberoamericanos, está marcada por la lucha. Una protagonizada por grandes artistas que han realizado todo tipo de esfuerzos por sacar adelante la industria para conducirla a lo más alto. Algo que puede apreciarse a lo largo y ancho del territorio luso, empezando por la cuna de su animación: Lisboa.

Como tantos otros puntos de origen, las glorias animadas de la capital portuguesa no se limitan al pasado, sino que se extienden al presente sin dejar de mirar al futuro. Es una ciudad que ha abrazado la responsabilidad de erigirse como un pilar básico para la animación de su país, empleando además un modelo que bien podría servir como fuente de inspiración para muchas otras ciudades de todo el bloque iberoamericano.

Por esto y mucho más, Lisboa se ha ganado con creces el derecho a ser considerada una tierra de animación. Una que además puede presumir la etiqueta de centenaria.

 

Los inicios de la industria

El 2023 tuvo pase directo a la historia de la animación portuguesa: fue el año que se tornó centenaria. Un logro de O Pesadelo de António Maria, que dirigido por Joaquim Guerreiro, plasma muchas de las inquietudes nacionales de la época. Inestabilidad, corrupción, crisis de autoridad, inflación… problemas cotidianos en el Portugal de inicios del siglo XX y que se acentuaron hacia la década de los 20.

Joaquim Guerreiro decidió enfrentar la incertidumbre desde el humor y la ironía de la caricaturización. Fue así como el 25 de enero de 1923, en el Éden Teatro de Lisboa, estrenó la película portuguesa de dibujos animados más antigua que se tiene registro. Como su título lo indica, la trama se centra en las pesadillas padecidas por el entonces primer ministro António Maria da Silva, quien debe descifrar un modo para erradicar los miedos nocturnos que lo atormentan, algo nada sencillo para un político cuyo accionar le valió el poder, pero también la pérdida de la popularidad entre la gente.

No se tiene la certeza absoluta de lo que vino inmediatamente después, pues el conocimiento de la época sigue siendo escaso. Se sabe que en el transcurso de los diez años siguientes debutaron tres producciones animadas más Tip Top (Dir. Fred Netto, 1925),  Uma história de camelos (Dir. João Rodrigues Alves, 1930) y A Lenda de Miragaia (Dir. António Cunhal, Raul Faria da Fonseca, 1931) que por muchos años fue vista como la primera producción animada del país. Una producción relativamente escasa cuando es comparada con la de otras latitudes, pero más que suficiente para plantar una semilla que ha dado importantes frutos.

Consciente de la importancia de preservar este legado, representantes de la industria lusa han realizado varios esfuerzos por garantizar su rescate y su popularización entre las nuevas audiencias. La primera iniciativa para su recuperación se dio en la 25ª edición de Cinanima con el respaldo de la productora Megatoon de Paulo Cambraia y por Aura Studio; la más reciente fue en 2006 a cargo de Paulo Cambraia, quien recuperó los dibujos originales de una colección particular y los utilizó para la realización de un nuevo montaje titulado O Pesadelo do António Maria. Atención a ese casi imperceptible ’do’ que sirve para diferenciar la obra original de la reedición. Puedes disfrutar de esta última AQUÍ.

Más allá de las variantes, el centenario ha sido la oportunidad perfecta para impulsar esta pieza histórica concebida en Lisboa y asegurar su llegada a nuevas generaciones de entusiastas de la animación. En la ciudad, en el país y en todo el mundo.

 

El poder del cortometraje

Los estudiosos de la animación portuguesa coinciden en que la publicidad fue clave para garantizar la supervivencia de la industria por años ante la falta de apoyos públicos. Esto sólo empezó a cambiar hacia mediados de los 70 con la disolución de la dictadura, y con una producción que concentró casi toda su atención en el terreno del cortometraje. Algo que puede atribuirse a las libertades narrativas que brindaba a los artistas, pero también a sus facilidades económicas que lo hacían más asequible que el largometraje.

Como en todo el mundo, numerosos estudios de animación de Portugal trabajan en la publicidad. Sin embargo, son muchos, por no decir casi todos, los que combinan esta labor con la creación de cortos, series y largos. No menos importante es que cada vez son más las casas productoras que se especializan de lleno en estos formatos. Algo que puede apreciarse de lleno en Lisboa.

La ciudad capital ha albergado la realización de algunos de los trabajos animados más importantes del panorama portugués, lo que incluyen cortometrajes y series de alta calidad que han gozado de gran reconocimiento en todo el mundo. Entre los estudios responsables están Modo Imago con Vigil (Dir. Rita Cruchinho, 2015), Bang Bang Animation con Nutri Ventures (Dir. Rodrigo Carvalho, 2012), Pickle Films con Os Prisioneiros (Dir. Margarida Madeira, 2014) o Presente con Porca miséria (Dir. Joaquim Pinto, Nuno Leonel, 2007).

Mención especial para Sardinha em Lata que ha dado algunas de las obras portuguesas más celebradas de los últimos años como son el cortometraje The Monkey (Dir. Xosé Zapata, Lorenzo Degl’ Innocenti, 2021) y el largometraje Os Demónios do Meu Avô (Dir. Nuno Beato, 2022) que puede ser decisivo para que Portugal aumente su presencia en este formato. Dos títulos que han sobresalido por su potencia narrativa y simbólica, pero también por asentar buena parte de su fuerza en la coproducción, en este caso con España. Una decisión fundamental para garantizar no sólo la realización, sino también una mayor visualización, dejando así en claro, y como han asegurado tantos referentes de nuestras industrias, que la coproducción es el mejor modo de salir avante.

 

Construyendo un futuro

De poco servirían los esfuerzos por consolidar la industria animada si no hubiera una mirada a futuro. Si hay algo que puede presumir Lisboa es precisamente esto.

La ciudad alberga ocho de los 19 centros de formación animada en todo el país, un impresionante 42% que incluye todo tipo de instituciones. Desde generalistas como la Universidade de Lisboa o la Universidade Lusófona, a especializadas como ArCo – Centro de Arte e Comunicação Visual u Odd Digital Entertainment School.

A esto se suman las oportunidades que brindan los Bang Awards y Monstra. Ambos eventos contribuyen de distintas maneras a la exhibición, pero también a la construcción de una cultura animada con todo tipo de iniciativas para público de todas las edades. El último de estos dos certámenes merece una mención especial al ser el segundo festival animado más añejo del país, que con más de veinte años de existencia, ha demostrado en cada una de sus ediciones el poder de la narrativa animada. No sólo a los adultos, sino también a los más pequeños con su Monstrinha.

Entender la animación portuguesa e iberoamericana sería imposible sin hacer una escala por Lisboa. Un punto clave que invita a mirar al futuro de nuestras industrias con ilusión. Cualidades que la convierten en un ejemplo perfecto de lo que implica ser una tierra de animación.