Hacer animación siempre es un acto de fe. Esta aseveración se acentúa todavía más cuando los artistas deben enfrentarse a todo tipo de adversidades e incertidumbres como la falta de apoyos con el único fin de lograr su objetivo, algo que desafortunadamente sucede con frecuencia en muchos países de nuestra región. Uno de los ejemplos más sonados en los últimos años es el de Benito Fernández (Brijes 3D), quien incluso debió hipotecar su casa para alcanzar el sueño. Un esfuerzo que finalmente da sus frutos con el estreno en salas comerciales de Uma & Haggen: Princesa y vikingo.

La historia nos introduce con Uma, joven heredera al trono de Aisza Munna y quien presuntamente debe dar su vida en sacrificio para evitar la destrucción de la urbe. Esta profecía que no convence del todo a Haggen, un pequeño náufrago quien hará todo lo posible por defender la vida de la princesa y garantizar su ascenso como legítima gobernante.

La película sigue la línea de muchas producciones contemporáneas que asientan sus bases en mundos de corte prehispánico. En este caso, el previamente mencionado reino fantástico que se inspira en la cultura maya. Es, sin embargo, una obra diferente debido a que no se limita a esta exploración, sino que la complemente con la incorporación de numerosos elementos vikingos. Esto con el fin de exaltar que el choque de mundos no necesariamente conduce al conflicto, sino que puede ser motivo de comprensión y empatía.

Una dualidad de este tipo es imprescindible para que el filme alcance su objetivo primario: enviar un mensaje de tolerancia muy necesario para un mundo actual que sufre cada vez más roces entre quienes piensan y actúan de un modo diferente. Pero esto no es todo. Es también el punto de arranque para una producción sumamente ambiciosa.

En una industria audiovisual obsesionada con la clasificación y las etiquetas, nadie se atrevería a dudar que Uma & Haggen: Princesa y vikingo tiene una trama eminentemente fantástica. Más fascinante e inusual es que también es una obra de carácter épico, algo que no se refleja en combates multitudinarios de ningún tipo, sino en la grandeza y complejidad de los mundos que convergen. El prehispánico es representado como una urbe esplendorosa que lucha por mantenerse a flote ante las crisis naturales, medioambientales y sociales que le aquejan; el vikingo es habitado por valerosos guerreros que harán todo lo que esté en sus manos por garantizar la subsistencia de un pueblo al borde de la aniquilación.

A esto se suma el carácter mitológico representado con la previamente mencionada profecía, pero también con los más diversos seres y animales fantásticos entre los que sobresalen las serpientes emplumadas voladoras y que son usadas por las armadas prehispánicas. Todo esto aderezado por una espectacular banda sonora que alcanza su punto más alto en su tercer acto, muy concretamente en una escena final que es difícil ver sin estremecerse y sin preguntarnos si eventualmente sabremos más de estos personajes.

Más destacado aún, en las lecciones que deja. Estamos ante una historia de amistad y camaradería, pero también de muchas otras lecciones de vida. La aceptación de nuestras responsabilidades, aunque nunca de una manera ciega; la naturalidad detrás de emociones como el miedo y el dolor; la defensa de lo que realmente importa.

En los apartados estéticos y técnicos, Uma & Haggen: Princesa y vikingo también puede presumir numerosos méritos. Uno de los más destacados es su diseño, claramente inspirado en el anime, aunque con elementos suficientemente diferenciadores para hacerse con una esencia propia. Esta influencia también puede apreciarse en algunos movimientos, como el correr al frente por parte de los personajes, una práctica común en las industrias orientales pero no tan recurrente en las occidentales. Asimismo, resalta su uso de la cámara, dotada de una gran movilidad con la que se da aún más dinamismo a las secuencias de acción, ya sean batallas o catástrofes. Ésta además saca a relucir la estupenda edición de sonido que se aprecia en la concordancia con la música y los múltiples efectos sonoros que engalanan la historia.

El filme dirigido por Benito Fernández tiene numerosas cualidades, pero también tiene algunos tropezones. Las canciones se sienten fuera de lugar y cortan el ritmo de la trama; la revelación del villano es predecible desde el primer acto; los sutiles aires orientales se desbalancean con un clímax con demasiada influencia mecha y los kaiju.  Por fortuna, ninguno afecta el resultado de una trama cuya principal fortaleza recae en la entrañable dupla titular.

Lo decíamos al inicio: hacer animación siempre es un acto de fe. Pero películas como Uma & Haggen: Princesa y vikingo dejan claro que el sueño animado es posible y que vale la pena luchar por él.