Crítica: Olivia & las nubes
La película de Tomás Pichardo-Espaillat exige ser recordada por los riesgos estilísticos que asume y la profundidad estética que conjura en cada plano.
16 de enero de 2025Por Samuel Lagunas
En varias zonas del mundo la animación es todavía una historia de primeras veces. Si hablamos de la forma en la que se ha desarrollado la industria en el Caribe, es cierto que en los años inmediatos al triunfo de la Revolución Cubana en 1959, el departamento de Animados del Instituto Cubano de Arte y Estudios Cinematográficos (ICAIC) se convirtió en el principal referente de toda América Latina; no obstante, esto no garantizó un desarrollo continuo y permanente de la industria cubana, ni mucho menos un impulso a la producción en las islas cercanas.
El flujo migratorio hacia países como Estados Unidos o México influyó también en la dificultad para la formación de una industria en los países del Caribe. Uno de los casos más emblemáticos es el del puertorriqueño Paco López, quien en 1982 codirigió en México junto a Emilio Watanabe la primera película animada en documentar la historia de su región a través de Crónicas del Caribe. El caso de Paco López resulta aquí digno de mención pues él mismo dirigió en 1983 un video musical para la canción Ligia Elena del panameño Rubén Blades.
Es precisamente entre la publicidad y el videoclip que la animación caribeña ha ido adquiriendo relevancia y solidez sobre todo en el siglo XXI. El caso de Tomás Pichardo-Espaillat forma parte de esta tradición que suele perder protagonismo frente a los largometrajes, cuando se trata de recuperar de la historia de una industria. Realizó su formación como animador en la Escuela de Diseño de Altos de Chavón y muy pronto incursionó en la animación de videos musicales, entre los que destaca Cumbia de piedra (2013), realizado para el artista John William Castaño Montoya y en el que se perfilan algunos de los rasgos que aparecerán con mayor solidez en su primer largometraje Olivia & las nubes (2024), especialmente la inclinación por combinar lo abstracto con lo figurativo y la fascinación por animar coloridas secuencias de baile en pareja.
Oliva & las nubes está menos interesada un contar una historia de forma lineal que en crear una experiencia estética donde lo que sobresale, antes que la narración, es el juego sensorial con la técnica. Es esa voluntad experimental la que provoca que la película destaque de inmediato y guarde mayor afinidad con Norman McLaren que con Walt Disney. Desde el largo prólogo de siete minutos en el que el dibujo 2D convive con formas abstractas y con imágenes live-action la atmósfera creada en la película oscila entre lo esquivo del sueño y lo frágil del recuerdo.
Olivia es una mujer que mantuvo en su pasado una relación amorosa con un hombre llamado Ramón, a la cual vuelve una y otra vez después de que ya se ha terminado. La película es, en ese sentido, la exploración de un trauma, de ahí la dificultad de trazar un hilo argumental claro. Sea representada como una mujer joven, como una anciana o incluso como una planta, la figura de Olivia aparece unida siempre al cielo, a la lluvia, a las nubes. La filóloga española Victoria Cirlot escribió que cuando uno mira a las nubes, en realidad está mirando a su corazón. Ese aforismo funciona bien para cifrar la terquedad de Olivia por mantener viva la memoria de Ramón. Su figura se le aparece una y otra vez, sea en una nube, en una vieja televisión, o como una mano que se enrolla debajo de su cama.
La vaguedad de la trama se complementa con una incesante exploración y meditación sobre la particularidad de cada técnica vista en pantalla para abordar el trauma de la protagonista. Este carácter de ensayo, complementado con una sonoridad tan compleja como íntima, aleja a la película de los largometrajes convencionales y la acerca más a la vanguardia y a la experimentación.
No son muchos los largometrajes animados que se han hecho en América Latina siguiendo esta línea. Puedo pensar sobre todo en tres: O Menino e o Mundo (2013) del brasileño Alê Abreu, Los extraños presagios de León Prozak (2013) del colombiano Carlos Santa y La casa lobo (2018) de los chilenos Cristóbal León y Joaquín Cociña. Si algo comparten estas tres películas es su meditación tenaz sobre los límites y la potencia de la animación como forma artística audiovisual. En cada una de ellas encontramos un significado distinto de lo que es la animación y una revaloración de la técnica por sí misma. La técnica como fuego y como abismo. La técnica como cuchillo que horada la piel y extrae de la experiencia vital del ser unas imágenes precisas e irrepetibles. Si se ha dicho mucho en los últimos meses que una película como Flow (2024) de Gints Zilbalodis representa el futuro de la animación más industrial, hay que empezar a decir que Olivia & las nubes mantiene abierto uno de los caminos más prometedores para el futuro de la animación latinoamericana. Ojalá haya más directoras y directores que decidan transitarlo.
Los rompimientos de la imagen en la pantalla, los cruces de personajes animados sobre paisajes filmados con cámara emparentan a la película dominicana con ese otro clásico de la animación contemporánea que es It’s such a beautiful day (2012) del norteamericano Don Hertzfeldt. Ambas coinciden, también, en emplear la animación como ventana al desorden mental y al caos existencial que provoca una ruptura amorosa. Pero mientras que Hertzfeldt entregó una fría parábola de la posmodernidad estadounidense, Tomás Pichardo-Espaillat nos regala un romance apasionado que bien podría ser la letra de una canción de bachata y que, en los momentos más transparentes, remite a esa fantasmagoría de la Cuba posrevolucionaria que fue Chico & Rita (2010) de los españoles Fernando Trueba, Javier Mariscal y Tono Errando.
Olivia & las nubes no debe ser recordada sólo por ser el primer largometraje animado experimental de República Dominicana, hecho que ya en sí mismo debería inmortalizarla, sino por los riesgos estilísticos que asume y la profundidad estética que conjura en cada plano. Si es cierto que, como escribió David Foster Wallace, toda historia de amor es una historia de fantasmas, en Olivia & las nubes la animación es ese recurso mágico que permite asir los fantasmas del pasado y del futuro y darles, a través de la variedad de técnicas, múltiples formas y con ello convocar sentimientos distintos y contradictorios. Así, es cierto, la película se aleja por completo de la tradición hegemónica, pero queda, afortunadamente, mucho más cerca de la vida.
Ficha técnica
- Título Olivia & las nubes
- Dirección Tomás Pichardo-Espaillat (One of the most dangerous men in American history)
- Año 2024
- País República Dominicana
- Técnicas Mixtas
- Reparto Héctor Anibal, Olga Valdéz