Portugal, de la mano de la Academia Portuguesa de Cinema, se une a la lista de países iberoamericanos que celebran su historia animada con la publicación de un libro que rememora el largo camino para la construcción de su industria. Un impreso que lleva por título Um percurso pelo Cinema Português de Animação, volume 1, 1900-1929 (Un viaje por el Cine de Animación Portuguesa, volumen 1, 1900-1929) y cuya redacción corrió a cargo de Paulo Cambraia.

La presentación fue realizada en la Livraria Linha de Sombra en la Cinemateca Portuguesa – Museu do Cinema en Lisboa y contó con la presentación del autor, así como del ensayista y crítico de cine João Antunes y del presidente de la Academia Portuguesa de Cinema, Paulo Trancoso. La sinopsis oficial lo describe como “un recorrido por los inicios de la Animación portuguesa hasta 1929, presentando, de forma profusamente ilustrada, películas de ese período de las que se tiene conocimiento o sólo noticias”.

El legado animado de Portugal inicia hace más de un siglo y es tan extenso que su exploración requerirá la publicación de más volúmenes. Por eso, es bueno ver que la responsabilidad de esta empresa queda en buenas manos. Paulo Cambraia inicia su incursión en la animación diseñador gráfico digital en productoras de cine animado publicitario y posteriormente fue entrenador y gerente pedagógico en el área de Animación en la Escola Técnica de Imagem e Comunicação. Como programador informático, creó software para el procesamiento digital de animaciones. También fue presidente de la Junta de Cartoon Portugal – Asociación Portuguesa de Cine de Animación. Produjo, dirigió y realizó una recreación del cortometraje animado O Pesadelo de António Maria (Dir. Joaquim Guerreiro, 1923) y un plan para Uma História de Camelos (Dir. João Rodrigues Alves, 1930). Entre sus proyectos a largo plazo están la recuperación de los anuncios animados de la Familia Singer (Dir. Mário Jorge, 1987-1988), así como una serie de libros que enumeran películas de animación portuguesas.

El autor reconoció durante la presentación del libro que “investigar los orígenes de la animación portuguesa es un poco como hacer paleontología en busca de eslabones perdidos. Con un poco de suerte, puedes encontrar algunas pistas, y luego tienes que seguir cavando y cavando hasta que puedas encontrar un esqueleto a menudo incompleto”.

Este primer volumen es el mejor ejemplo, ya que incluye “un poco de todo esto: pistas recogidas en periódicos contemporáneos a la película; entrevistas publicadas que contenían referencias no documentadas a algo que supuestamente sucedió 46 años antes; y testimonios de memorias de 68 años”. Un esfuerzo que, de acuerdo con Paulo Cambraia, “valió la pena”, ya que ayudará a otros interesados en la materia a “ir aún más allá”.