Diego Porral y Joaquín Garralda: «En todos los lugares del mundo hay un Leopoldo»
La dupla creativa de Leopoldo el del bar nos comparte las fortalezas de su corto preseleccionado al Oscar y nos adelanta detalles de su nuevo proyecto Manolitos.
11 de octubre de 2022Por Luis Miguel Cruz
La historia del cine esté plagada de duplas memorables, integradas por individuos cuyos talentos complementarios son capaces de crear grandísimos trabajos. No sabemos qué depara el futuro de Diego Porral y Joaquín Garralda, pero hay buenas razones para pensar lo mejor.
Primero por los logros de Leopoldo el del bar, cortometraje que nos traslada a lo más profundo de Madrid para contar una historia de desesperación y desencanto, pero también de reencuentros y nuevas oportunidades. Un corto cuya localía no está peleada con su universalidad, lo que aunado a sus intrigantes personajes y su exquisito diseño le valió la preselección al Oscar 2023. Ahora viene Manolitos, proyecto de serie presentado en Weird Market que explora la desilusión de tantísimas personas que ven sus vidas pasar desde una oficina.
Radix entrevistó al director Diego Porral, quien posteriormente fue acompañado por su guionista y buen amigo Joaquín Garralda. Conversamos de sus proyectos, sus intereses narrativos y un futuro que luce muy prometedor. Transcribimos sólo algunas de las bromas para enfatizar la estupenda química entre ambos creativos y que puede apreciarse en sus colaboraciones.
¿Qué es Manolitos?
Manolitos es principalmente una excusa para que Joaquín y yo sigamos colaborando porque somos amigos desde la infancia. Los dos ahora estamos muy ocupados con nuestros trabajos, pero siempre queremos trabajar juntos. Joaquín escribió un guion que me encantó y es una ocasión para hacer otro proyecto juntos. Ahora mismo es un proyecto de serie. Vamos a empezar a hacer un corto del primer capítulo, a ver si con esto ayuda a que sea la tarjeta de visita de la serie. Pero bueno, ahora mismo está un poco verde, así que estamos haciendo las primeras tomas de contacto a ver cómo responde la gente. Es un proyecto muy divertido, un poco crítica social, algo muy cómico, muy distinta a Leopoldo [el del bar] en ese sentido, pero siempre con un tono de humor, un tono irónico y a ver cómo se desarrolla. A lo mejor cambia y en un mes ya no se llama Manolitos y se llama otra cosa.
La primera línea de su sinopsis presentada en Weird dice que “la vida es una mierda”…
¡Eso lo ha escrito Joaquín! [ríe] Él es el guionista de la serie y creo que es un poco del personaje protagonista, González. Creo que Joaquín y yo estamos muy contentos con esta vida y trabajar en animación es su sueño, pero sí que estamos rodeados de amigos que están un poco quemados con sus trabajos. O nosotros mismos, todo mundo pasa por momentos un poco más duros. Es de donde parte el protagonista y por eso la sinopsis empieza así, pero no creo que hable de nosotros [ríe].
¿Cuáles son las complejidades de explorar la tragedia humana desde la animación?
Creo que es una forma de aliviar. Como todo lo contamos con un tono de humor… La verdad es que Leopoldo tenía, como siempre decimos, la parte visual es la dramática, la parte auditiva es la cómica y a veces hay un choque entre las dos. Yo siempre lo he visto como un corto cómico, aunque cuando lo hemos enseñado, la gente ha llorado, entonces tal vez no era tan gracioso como pensábamos. Pero este en cambio sí que es un corto puramente de comedia, pero como siempre queremos contar algo en profundidad, pues por eso hemos querido que tenga un poco de crítica social o un poco de sentido para que no sea un gag propiamente.
¿Por qué la animación sirve para narrar este tipo de historias?
Con animación se puede caricaturizar, no sólo el personaje, sino las emociones. Entra mejor la metáfora, de una forma un poco menos directa, porque tienes el papel en blanco en el fondo. Puedes hacer lo que te da la gana con los personajes, no tiene límites. En cambio, la imagen real, ya la simple apariencia de un actor o una actriz te limita, te condiciona la historia. Tienes ya la personalidad del personaje, lo quieras o no. En animación tienes vía libre, puedes hacer lo que te da la gana y yo creo que por eso es una herramienta tan buena que conecta con gente de todo tipo.
La sinopsis también habla de personajes desesperantes, que remite a la paloma de Leopoldo, ¿por qué este interés?
Creo que es un poco es la personalidad de Joaquín. Él y yo somos amigos de toda la vida, pero somos un poco distintos en ese sentido. Él es muy elocuente, un poco como la paloma y yo soy más serio, con los pies en el suelo. Es un poco la forma de representarnos, obviamente exagerando y llevándonos a polos opuestos. Pero a Joaquín se le da muy bien escribir este tipo de personajes y son muy divertidos de animar, de escribir, de leer. Creo que por eso hacemos este tipo de cosas, ¡por ahora! Nunca sabe qué haremos más adelante, pero por ahora es puramente divertimento.
Fuera del proceso de escritura, ¿qué tan difícil es trasladar estos personajes a la pantalla?
Es simplemente algo que a ti te entretenga y te gusta, y tener la esperanza de que le resuene a la gente. La verdad es que en el caso de la paloma sí que tengo muy claro los referentes: un poco el genio de Aladdin y el gato de Alicia en el País de las Maravillas. Esa forma de personaje de sidekick, pero con poderes divinos. Creo que tener referentes claros y buenos es una buena forma de tener un camino.
¿Podemos esperar referencias de Leopoldo en Manolitos? ¿Quizás la paloma?
Podría ser, la verdad. No lo habíamos pensado, pero la verdad no me importaría que retomara a Mauricio, que así se llama la paloma, aunque no se diga en el corto. Podría ser. Es muy divertido. Joaquín hizo la voz de la paloma y me encantaría que siguiese haciendo cosas. Yo encantado de retomar sus personajes.
¿Manolitos será tan español como Leopoldo?
Va a haber menos elementos castizos, porque Leopoldo el del bar tenía un bar típico de Madrid, los elementos de la casa de Leopoldo, los del autobús, todo era como muy de Madrid. Porque fue la idea principal: acababa de terminar mis estudios en París y vivía en Londres. Quería hacer algo con todo lo que había aprendido fuera, pero contando algo de mis experiencias y mis referentes.
Manolitos es una oficina un poco más genérica. Sí que el diálogo es en castellano, lo que hablan no sé cómo funcionará fuera. Hemos hablado de que si lo traducimos al inglés o al francés a lo mejor no funcionaría bien, pero sí que tiene menos referencias al país como tal, es un poco más genérico el ambiente y todo. Porque en el fondo, gente quemada en los ámbitos de oficina hay en todo el mundo, entonces creo que en ese sentido va a ser un poco más internacional.
Sobre esta misma hispanidad, ¿cómo deciden abordarla en una industria que apela cada vez más a lo universal?
Siempre se dice ‘escribe de lo que sabes’. Cuando intento escribir un personaje que es muy diferente a mí, o de un ambiente que no conozco, me cuesta mucho más. He visto tantos ejemplos de directores que intentan hacer algo que no conocen y se ve porque hay muchos clichés. Yo eso lo quiero evitar a toda costa. Ahora lo poco que conozco es esto y entonces por esto estamos haciendo este tipo de cosas. Me acuerdo que cuando era estudiante y estábamos proponiendo cortos uno era de una madre y dijimos ‘qué vamos a contar nosotros sobre la maternidad’, o queríamos hacer un corto en Nepal, ¡sin irnos a Nepal! Creo que para algo así tienes que documentarte mucho. A día de hoy, prefiero quedarme en el pequeño ámbito que conozco, que son bares en Madrid y oficinas.
¿Cuáles son las fortalezas de Leopoldo en el bar en la carrera por el Oscar?
Creo que la fuerza de Leopoldo es la capacidad que tiene de tratar un tema serio, como la soledad, en un tono más cómico y surreal. Creo que es algo que no se ve a menudo, y también un poco la temática castiza, que hacemos cosas muy de nuestro país, de nuestra ciudad y no intentamos ser alguien que no somos. Entonces no creo que en la longlist de los Oscar haya un corto madrileño, no sé si eso se entenderá en la Academia, pero al menos nos separará un poco de la competencia.
¿Cómo vivieron la preselección al Oscar? Que además fue extremadamente sorpresiva al ser un nuevo premio en Animayo.
Para empezar, no sabíamos. Sabíamos que Animayo da un premio internacional, nosotros ganamos el nuevo, el nacional. Aparte de eso, hasta donde yo sé, en España sólo se lleva a los Oscar el corto que gana el Goya. Fue muy raro además porque justo estábamos en Canarias el fin de semana, en otro festival en otra isla, pero nos avisaron y estábamos en el avión de vuelta a Madrid y fue como ‘estamos justo en Canarias, nos llegáis a avisar y venimos’. Fue un poco de esas noticias que lees, pero que no te entran inmediatamente. Ya lo procesamos y de hecho cuando lo ganamos todavía no estaban abiertas las convocatorias y era un poco como ‘ah, qué bien, en un futuro podemos presentarnos a los Oscar’ y ahora sí que estamos en el proceso. Nuestra distribuidora va manejando todo y como dijo Joaquín [en la presentación de Manolitos], al recibir correos con el logo de los Oscar… creo que ya empieza un poco a penetrar.
Además de la calidad, el Oscar se basa mucho en la publicidad. ¿Han pensado en algo?
La verdad es que no, o sea [ríe].
[Es en este momento cuando se incorpora Joaquín Garralda]
JG: La verdad es que todavía no lo hemos hablado. [El disfraz de la paloma usado en otra edición de Weird Market] creo que es la estrategia que vamos a seguir. Voy a andar por Estados Unidos vestido de paloma [ríe].
¿Tú cómo lo viviste el anuncio de la preselección al Oscar?
JG: Para mí fue la absoluta incredulidad, porque para mí los Oscar son como Superman, algo que no existe, una ficción en el imaginario. Entonces los Oscar es como esa cosa que existe en Estados Unidos pero que nunca pensé que yo iba a escribir un email a [email protected] diciendo [agudiza la voz] ‘hola, me han dicho que tengo que escribir aquí’. Me parece irreal esta aventura en la que estamos y me parece como que la vida puede dar tantas vueltas que yo intento no tomármela muy en serio, porque si no, ¡qué pánico!
¿Cómo nace tu interés por crear personajes que deambulan entre lo desesperante y lo hipnótico?
JG: A mí algo de la animación que me encanta es que te permite crear muchos contrastes y me parece que en esta tensión es donde realmente los personajes se diferencian, donde chocan, este conflicto es donde identificas los conflictos que tú vives en tu vida. A mí eso me encanta y me encanta crear personajes que representen algo terrible, pero que no se avergüencen de lo que representan. Que no piden perdón por ser quiénes son. Entonces cuando creas un personaje que es lo que es y eso te desespera, para mí crea como una sensación de atracción con la que quieres ver más, quieres consumir más. Lo detestas y aun así estás enganchado a él. Y esto es el objetivo, que es el que intento crear.
DP: Joaquín es así, es su forma de ser [ríe].
JG: No tengo amigos, esto es lo más cerca que he estado de seres humanos en meses, así que por favor, ¡no os vayáis!
Diego, ¿cuáles crees que sean las similitudes de Joaquín con la paloma Mauricio y viceversa?
JG: ¡Lo tengo clarísimo! [ríe]
DP: ¿Qué tiene este de Mauricio?
JG: [interrumpe] ¡Las plumas!
DP: ¡Las plumas y el no callarte! [ríe]. Lo que tiene de Mauricio, obviamente como es Joaquín, es que no ve cosas malas en el mundo. Todo le parece genial y está encantado por todo, como un niño pequeño y muy optimista. Yo creo que Joaquín es un poco en este sentido, siempre está sacando el lado bueno de las cosas.
JG: Yo creo que de Diego es claramente el olor corporal [ríe], ¡la gente que lo está leyendo no sabe el problema que tenemos! Pero en serio, una cosa que me encanta del personaje de Leopoldo es la profundidad silenciosa e invisible que tiene. Es decir, es un personaje que tú lo ves malhumorado, que no entiendes lo que hace, por qué hace lo que hace y de repente, cuando habla te das cuenta que en todo momento que lo que estaba pensando era en su mujer, era en si la reconocerá, era en ese encuentro futuro. Entonces me parece que Diego tiene esa capacidad silenciosa, tú le ves que está mirando algo, que está simplemente callado, pensando. Y luego lo que dice tiene una profundidad que le ha dado como tres vueltas y ha pensado en todas las ramificaciones del futuro de personajes, de historias… Es capaz de repente en una frase de darte o hacer que te des cuenta de todo lo que ya ha planteado y todo el universo que ha creado en su cabeza. Y a mí me parece súper inspirador.
Ya sean ustedes o sus personajes, ¿por qué los opuestos funcionan tan bien?
JG: Creo que cuando hemos ido creciendo y ahora que estamos colaborando en proyectos, que hacemos cosas que no son sólo quedar y beber como los amigos… lo bonito que yo he ido viendo es que las diferencias son precisamente lo que nos hace que trabajemos tan bien, porque nos complementamos desde una relación de mutua admiración. En decir ‘yo respeto y admiro tanto todo lo que aporta Diego y él me deja tanta cancha para hacer el idiota donde me sienta súper cómodo’. Precisamente al principio me asustaba mucho no poder aportar donde él estaba aportando tanto y con el tiempo me he dado cuenta que no, que precisamente es toda esa área que aporta Diego, ya está aportada por Diego. Entonces yo me puedo explayar en las tareas donde yo aporto, entonces no es cuestión de los dos remar. Tenemos dos remos que no tienen que ir en el mismo lado del barco, sino precisamente cuando están en lados opuestos es cuando avanza el navío.
DP: Lo dice mucho mejor [ríe]. Yo quería decir eso, esa metáfora… siempre se dice que polos opuestos funcionan muy bien. Entonces viniendo nosotros de ese pasado, yo creo que es más fácil escribir personajes.
JG: Quizás también el humor fluye muy bien cuando hay una fricción por contraste. Por ejemplo, en Leopoldo el del bar era un objeto inamovible contra un objeto imparable. Y eso creo que es lo que hacía que esa relación funcionase, que ninguno de los dos quería rendirse en cuanto a lo que representa. Entonces, cuando haces dos personajes distintos y totalmente contrastados y logras que se dé eso, que ninguno de los dos ceda, ahí para mí ocurre magia.
Y regresando un poco al Oscar, ¿cómo se trabajará el diálogo de Mauricio de cara a las proyecciones internacionales?
JG: De cara a los Oscar, a lo mejor nos podemos plantear doblarlo e intentar hacerlo lo más nativo posible. El personaje de Mauricio, de la paloma, está hecho para que todo lo que te está hablando, haya en un punto que tu cerebro se quede en plano y deje de escuchar lo que está diciendo. Es un poco lo que le pasa a Leopoldo. Entonces es muy difícil cuando estás leyendo, poder leer tanta cantidad de información que te crees que tienes que entender al principio y aun así ver lo precioso que es la animación, el color, la textura… Entonces quizás es muy difícil que este corto funcione a nivel de subtítulo. A lo mejor tenemos que pensar en doblarlo.
DP: Desde el principio sabíamos que internacionalmente, es un corto que estábamos buscando moverlo más por España o Latinoamérica. Sí que nos dijeron que en América también hay bares muy tradicionales, aunque es un poco distinto. Entonces en distintos países puede funcionar, pero como decía Joaquín, no es un corto para leer ni es corto para entender toda la diarrea verbal de Mauricio. Cuando ponen subtítulos, tu primera fuente de información son los subtítulos, no miras la imagen. Entonces se pierde un poco la intención.
Siendo un corto tan español, ¿qué opinan de que Leopoldo el del bar será una ventana para que muchos conozcan Madrid?
JG: Como mi ambición nunca llegó tan alto, no lo había planteado desde ese lugar. Yo creo que aunque la estética pueda ser así, la historia sí que me parece universal: en todos los lugares del mundo yo creo que hay un Leopoldo y todos podemos sentirnos también dentro de un mundo que nos ha dejado atrás en ciertos momentos. Lo que me parece interesante es si logra la historia conquistar la universalidad o se nos queda en una estética, pero si alguien llega a identificar que el vestido de chulapo de la paloma es de Madrid, ¡qué bien, ganamos todos!
DP: La verdad que como decía Joaquín, lo importante es la historia. La historia se entiende universalmente y todo lo demás, lo castizo, lo español, las referencias, es simplemente un fondo en el que todo ocurre. Entonces ya la gente puede entender más o menos que este mundo existe, en otro país ajeno al tuyo. Pero tampoco son elementos tan raros. La cultura está tan globalizada y como no hablamos de la cultura tan diferente, creo que la gente va a entender y va a ver un poco a través de ese escenario. Espero que se metan en la historia y no empiecen a decir ‘mira, qué bonito es Madrid’.
Se dice que el arte deja de ser del artista cuando las obras llegan al público, pero no puedo dejar de preguntar sobre el desenlace de Leopoldo.
JG: A propósito, lo quisimos dejar muy abierto. No es que queramos que sea un final abierto, lo hicimos de tal forma que cada uno proyecte en el final y en todo el corto, lo que ellos quieran. Entonces hemos escuchado personas que lo han visto, que nos han dicho finales completamente distintos, y no hay uno mejor que otro. Y esa es la ambición que teníamos y ojalá lo hayamos logrado.
DP: Creo que lo logramos. Yo tengo claro lo que pasa y Joaquín también, nos diferenciamos un poco, no coincidimos del todo, pero de eso se trata. Si haces un corto muy cerrado, sales de la sala y te olvidas. Nuestro caso es distinto, espero. Da de qué hablar cuando dejas un poco abierto, si dejas demasiado es un poco vago, como que no te has atrevido a acabar y nosotros espero habernos movido justo por la línea de sabemos lo que pasa, pero queremos que la gente lo viva un poco y lo interprete un poco. Me gustaría pensar que hemos hilado fino y llegado a ese punto que queríamos.
JG: La verdad, yo creo que hemos sido muy elegantes en no dar una respuesta a esa pregunta [ríe].
¿Sabremos más de Mauricio en un futuro?
JG: Hemos jugueteando con esa idea de transformarlo en largo, o más cortos. Por ahora no tenemos esa ambición, no estamos persiguiendo un siguiente paso con el universo, pero es un universo que está muy cerca de nuestro corazón, con lo cual, si vemos la oportunidad futura, podría ser. Pero yo creo que la historia que queremos contar está contada.
DP: Ha sido muy divertido jugar con esos personajes. Como decía Joaquín, una extensión de este corto en otro formato, ahora mismo a mí me queda un poco grande. La historia está contada. Y es que nos gusta tanto explorar, tenemos tantas ideas que queremos hacer, [pero] lamentablemente la animación se tarda mucho en hacer, entonces solo podemos hacer una cantidad limitada y por ahora nos emociona hacer Manolitos. Si en algún momento nos interesa Leopoldo, no hemos formado un acuerdo de ¡jamás abriremos esa caja!
Para terminar, la historia del cine está llena de grandes duplas creativas, ¿estamos viendo el nacimiento de una de ellas?
DP: A mí no me gusta mucho hablar con gente [ríe], ya conocer a más guionistas, no, yo ya estoy contento. Joaquín en cambio hace amigos con las piedras, entonces tiene una facilidad para conocer gente así que a lo mejor encuentra alguien que le interesa más [ríe].
JG: Yo me siento profundamente afortunado por tener a uno de mis mejores amigos y hermano al lado y que confíe en mí y me apoye en todas las ideas locas que tenga. Sin duda esta relación, esta dupla creativa es de los mayores tesoros de mi vida y ojalá dure todos los años que dure, porque creo que nos complementamos a nivel que no es nada normal. Entonces para mí, ojalá nos lleve la vida donde me lleve, siempre acabemos sentándonos con un pequeño ron cola a decir ¡guay y ahora que hacemos! Y mientras nos sigamos haciendo esa pregunta toda la vida, ¡yo seré feliz!