1. “Hay un momento donde tenemos que adaptarnos a morir”, asegura Alessio del Pozo cuando le preguntamos por una frase de su cortometraje K’uchu: Rincón de la infancia, en la que el personaje principal es invitado a crecer. El cineasta peruano nos lleva a imaginar cómo sería “enfrentar una situación así cuando aun eres un niño. Te vas de tu hogar y resuelves o mueres”.

Sus palabras son clave para entender la fuerza de una obra que ha dado mucho de qué hablar desde sus primeras etapas de producción, y cuya relevancia ha crecido tras ser seleccionada en algunos de los encuentros cinematográficos más importantes del mundo, como Annecy y Chilemonos. Se trata de un coming of age sobre un niño que no quiere dejar atrás sus juegos, pero que se ve obligado a hacerlo en un entorno que le exige madurar mientras la guerra consume su ciudad natal.

El mensaje del artista va más allá de la trama. Su propuesta visual intensifica la carga emocional con una estética repleta de simbolismo: líneas afiladas, composiciones intensas y una paleta de tonos cálidos que contrastan con la dureza del relato. Un universo visual y emocional que no solo invita a mirar, sino también a compartir el dolor que acompaña al protagonista.

K’uchu: Rincón de la infancia se suma así a una ola de cortometrajes animados que abordan conflictos sociopolíticos desde perspectivas íntimas. En este caso, se articulan dos momentos traumáticos en la historia reciente del Perú: el conflicto armado de los años 80 y el retorno forzado al campo durante la pandemia de COVID-19.

“Creo que es algo que marca a la sociedad”, afirma el realizador para referirse a las crisis enfrentadas a través de los tiempos, para luego recalcar que “el corto es sobre lo violento que es crecer porque te tienes que adaptar y tienes que sobrevivir. Si a eso le agregas la violencia del mundo adulto es mucho peor”.

Radix habló con Alessio del Pozo, director de K’uchu: Rincón de la infancia. El cineasta comparte sus influencias y vivencias que contribuyeron a la realización del corto, profundiza en sus mensajes de pérdida, resistencia y esperanza, y destaca el creciente protagonismo de la animación peruana en el escenario global. O como él mismo concluye, el éxito del corto es “un reflejo de un poquito de todo lo que da Perú porque hay mucho más”.