El del jazz es un caso curioso. Los números sugieren que su popularidad va a la baja, pero su presencia cinematográfica invita a pensar que realmente va al alza. Basta echar un vistazo a algunas de las producciones más celebradas de los últimos años, muchas de las cuales han convertido al género musical en un aliado imprescindible. El ejemplo contemporáneo por excelencia es La La Land (Chazelle, 2016), pero ahí está la animación con títulos memorables como Chico & Rita (Trueba, Mariscal, 2010), Soul (Docter, Powers, 2020), y Dispararon al pianista (Trueba, Mariscal, 2023), por nombrar algunos. Una lista brillante y que aumenta de manera importante con Voz de trompeta.

Si hay algo que caracteriza al cortometraje dirigido por Pilar Smoje y David Monarte es lo ambicioso que resulta en los elementos que lo integran. Algo que no debe tomarse a la ligera por los retos que conlleva, pero también por tratarse del corto debut de la dupla.

La sinopsis oficial habla de “un trompetista [que] convive con sus demonios y sufre el robo de su trompeta por parte de estos. Esto hará que viaje dentro de su mente para enfrentar a sus traumas más profundos con tal de recuperarla”. Un resumen necesario para compartir algunos detalles con el público, pero que se queda corto ante una obra que difícilmente puede describirse con palabras y que exige ser experimentada.

La primera de muchas peculiaridades se da con la incorporación de créditos iniciales. Una práctica más que inusual en la actualidad y que podría hacer pensar que su objetivo no es otro que poner al público a modo con una colorida estética art deco y un estrafalario ritmo que nos adentra de lleno en la era dorada del jazz. Esto sólo es cierto a medias, pues se trata de una auténtica introducción a la trama, mientras que su desenlace nos coloca en una atmósfera oscura y desesperanzadora donde las luces neón nada tienen que ver con los clubes musicales que se erigen en el imaginario, clara muestra de que los tiempos de las trompetas han terminado. Las sospechas son confirmadas cuando se levanta la figura de un músico atormentado al saberse en peligro de extinción y cuyo evidente desencanto lo obliga a revivir su pasado en un viaje que deambula entre lo nostálgico, lo escalofriante y lo psicodélico. Y es aquí cuando Voz de trompeta despega hacia su punto más alto.

En una época en que los debates sobre cuánto cine debe verse para aspirar a ser un cineasta están a la orden del día, Smoje y Monarte dan la razón a los defensores del máximo visionado posible. Estamos ante una obra cuya madurez viene en buena medida de la sapiencia obtenida en la pantalla, lo que puede apreciarse en la claridad de ideas de los realizadores. Si se hizo tanto énfasis en los créditos iniciales fue porque estos marcan la primera de numerosas alteraciones en los diseños y los cambios de ritmo. Mención aparte para la transición de técnicas que pasa del 2D al stop motion, destacando además que este último se da con marionetas, pero también en cutout.

Si los saltos funcionan es porque todos y cada uno de ellos han sido planeados en beneficio de la historia. También porque son aprovechados para dotar a la trama de una potente simbología, como las gigantescas cabezas que muestran todo lo que nuestro protagonista pudo ser, los demonios que lo atormentan durante la crisis y por supuesto, la música que sobresale como un personaje más dentro de la historia. Uno que irradia jovialidad, pero también la mayor de las tristezas en una estupenda banda sonora compuesta por Mariano Ruz. Una cualidad que nos lleva de vuelta al punto de partida de esta crítica, el jazz y el cine, en este caso animado, como aliados para la concepción de obras dotadas de una fortísima emotividad.

Todo esto permite cerrar el círculo narrativo desde la identificación. Estamos ante un personaje con una pasión tan grande que se alza como el eje central de su existencia, y aunque no está exenta de los altibajos propios de la vida, ésta se posiciona como un faro cuya luz guía en los momentos de oscuridad. O en este caso, cuyo suave sonido permite reencontrar el camino.

Las múltiples cualidades exhibidas Voz de trompeta resultan en un cortometraje valiente y entrañable. Su mayor legado es, sin embargo, el prometedor futuro que augura para su joven equipo artístico. Visiones que prometen dar muchas alegrías a nuestras industrias animadas.