Como toda expresión artística, la animación puede manifestarse de distintas formas, dependiendo de las inquietudes de los involucrados. El margen de maniobra es amplio y va de historias construidas sobre las narrativas convencionales a las que se inclinan de lleno por la experimentación. Los primeros cuadros de De Imperio, el más reciente cortometraje de Alessandro Novelli, podrían crear la sensación que estamos ante uno de estos últimos casos, pero una profundización deja claro que estamos en un exquisito e inusual punto medio entre ambos extremos. Una prueba de las dotes y la elegancia del artista.

El cineasta adentra al público en un territorio que en primera instancia deambula entre lo hipnótico y lo hostil. Uno cuyo uso del blanco y negro no se interesa tanto por la falta de color como en los espacios negativos. Que es habitado por los más eclécticos personajes que deambulan por escenarios que parecen inspirados en la escalera infinita de Penrose. Las acciones, la edición y la música plasman una violenta monotonía de la que no hay escape.

Una obra que se mueve entre el reino de lo surreal, lo imposible y lo experimental, y que si bien cuenta con mucho margen de interpretación, tiene el firme propósito de representar la lucha de poder que ha regido a la humanidad desde los inicios de su existencia en sociedad.

Las intenciones narrativas del cineasta son claras. Pueden apreciarse en el reino dominado por gigantes que tienen un control absoluto sobre el resto de los seres, que parecen incapaces de huir del cruel destino que les ha sido impuesto. Al menos hasta que empiezan a unirse para formar una fuerza demoledora que ponga fin a la tiranía. Un final esperanzador, pero nunca feliz, ya que las alteraciones en la balanza detonan una nueva serie de dilemas en torno al poder en lo que parece ser un escalofriante ciclo sin fin.

Este mensaje se potencia con el uso de una exquisita simbología que puede verse en una amplia gama de elementos. Desde la conversión física de los personajes hasta el entorno en que se mueven y pasando por los objetivos que persiguen. Un cortometraje plagado de detalles en el que todo tiene una razón de ser. La meticulosidad de Alessandro Novelli es tal que la simbología trasciende incluso a niveles sonoros, lo que convierte a De Imperio en una de esas producciones que ayudan a recordar las enormes posibilidades del sonido en una industria que suele inclinarse de lleno por lo visual.

Finalmente, no podemos dejar de mencionar que el filme se siente como un importante paso en la evolución del realizador. Queda claro que la obra en cuestión tiene similitudes estéticas con The Guardian y Contact, que complementan la Trilogía de la Deconstrucción. Sin embargo, también es un hecho que De Imperio tiene una vida muy propia gracias a que toma los elementos más sólidos del cineasta y los combina con un enorme poderío. Una muestra de madurez absoluta de un autor que conoce a fondo sus cualidades e inquietudes, y quien parece dispuesto a aprovechar esta producción como el cierre de una ciclo y el inicio de uno nuevo cargado de una infinidad de posibilidades.

De Imperio es una obra de alto impacto en todos los sentidos, entre los que sobresale su mensaje que invariablemente obliga a reflexionar sobre el funcionamiento de la sociedad desde sus más añejas raíces. Es también una invitación a la audiencia a probarse con obras diferentes en fondo y forma. Es, para terminar, una muestra definitiva de las incontables posibilidades narrativas y simbólicas del arte animado.