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Crítica: Buffet Paraíso

Una obra que repugna e hipnotiza, pero sobre todo que obliga a lanzar una mirada crítica a las formas en que la humanidad busca llenar una existencia muy vacía.

11 de octubre de 2024
Por Luis Miguel Cruz
Crítica: Buffet Paraíso
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Qué difícil es ver Buffet Paraíso sin que La divina comedia venga a la memoria. No tanto por las similitudes, pues la obra de Héctor Zafra y Santi Amézqueta nunca replica las descripciones que Dante Alighieri realiza al tercer círculo del infierno que es habitado por los glotones: un pantano infecto en el que los pecadores son azotados eternamente por una lluvia helada. Más bien por su modo de indagar en la gula, tan simplificada como un exceso de apetito, cuando realmente se trata de un vicio que ha condenado a la humanidad en los más distintos ámbitos.

El cortometraje conduce al interior de un restaurante que se prepara para un gran evento. Sin embargo, la elegancia del lugar y de los comensales que portan sus mejores galas se rompe en cuanto estos últimos contemplan el manjar que les espera, el cual es devorado indiscriminadamente ante la mirada atónita de los camareros, quienes no pueden sino esperar por las consecuencias del repugnante espectáculo.

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Si hay una palabra que describa adecuadamente la producción es grotesco. Esto, vale la pena aclararlo, no es dicho como una crítica negativa, sino como una exaltación de las intenciones de la dupla realizadora. No es sólo que los glotones coman mucho, sino también el cómo lo hacen: con platos a rebosar, mordiscos tan grandes que apenas entran en las bocas y miradas perdidas ante el éxtasis de un buffet infinito. Estos excesos son reforzados por todo tipo de detalles como la piel rojiza y los ligeros brillos de sudor de quienes han comido en demasía, además de la franca deformación física de los personajes plasmada en una especie de gigantismo y en la distorsión de algunos rasgos identificativos del rostro.

Y la comida. La animación ha demostrado a lo largo de los años una gran habilidad al momento de replicar los más exquisitos alimentos. No es el caso de Buffet Paraíso, que convierte hasta el más suculento de los manjares en una pieza repugnante. Lo hace mediante la sobresaturación de los platos que además destilan todo tipo de fluidos, en una emanación que alcanza su punto más alto con la cabeza de un cerdo que es abierta a la mitad para revelar sus interiores. También con la presentación de los platillos, muchos de los cuales conservan su rostro, lo que hace parecer que permanecen a la espera de ser devorados.

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La representación de este mundo enfermo es complementada con el uso dominante de tonos amarillos y verdes que aluden a la toxicidad; también de rojos, que apuntan al calor provocado por la demasía de alimentos, pero también al de una infernal condena eterna.

Todas estas decisiones, que presuntamente se limitan a lo estético, tienen un valor altamente simbólico. Los comensales, elegantes y repulsivos en igual medida, pueden ser vistos como esa élite que engulle todo lo que se cruza en su camino sin pensar en las consecuencias. Los camareros, en este caso, aluden a una sociedad que sirve sin chistar, aunque siempre a la espera de un castigo de carácter divino ante su incapacidad de levantarse para manifestar su malestar. El poderío del corto, sin embargo, abre camino a una infinidad de interpretaciones. La más cruenta de todas, sin lugar a dudas, es la que nos hace percatarnos de que los glotones somos todos, ansiosos de consumir los placeres más innecesarios sin preocuparnos por absolutamente nada.

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Ya se ha hablado de La divina comedia, pero el poderío de la obra también conduce a importantes paralelismo con títulos de dos maestros como Hayao Miyazaki y Sylvain Chomet. En el primer caso, con Spirited Away, en que los padres de la protagonista son condenados tras degustar alimentos malditos, mientras que No-Face, representación del aislacionismo de la pequeña, devora todo a su paso en cuanto pierde el rumbo. En el segundo, con Les triplettes de Belleville, concretamente con la celebrada secuencia del restaurante despachado por el disparatado camarero. No está de más recordar que la película francesa cuenta además con dos personajes que parecen haber sido fuente de inspiración para Zafra y Amézqueta en la creación de sus peculiares gemelos.

Buffet Paraíso asciende de este modo como una inquietante muestra del talento que se cocina en nuestras industrias. Una obra que repugna e hipnotiza por igual, pero sobre todo que obliga a lanzar una mirada crítica, no sólo al mundo en que vivimos, sino a nuestra propia existencia, con el fin de cuestionar ese apetito insaciable que aqueja a las sociedades contemporáneas que buscan las formas más absurdas de llenar una existencia muy vacía.

Ficha técnica

  • Título Buffet Paraíso
  • Dirección Héctor Zafra, Santi Amézqueta
  • Año 2024
  • País España, Francia
  • Técnica 2D
  • Voces N/D