El elegido: La animación entre el culto, el algoritmo y lo absurdo
Un transmedia divertido, inquietante y provocador que plasma la irracionalidad del mundo contemporáneo.
30 de diciembre de 2025Por Luis Miguel Cruz
“Influencer”. La palabra suena a un invento del siglo XXI, pero realmente existe desde el XVII, mientras que su esencia, la de convencer multitudes, es aún más antigua. Desde profetas hasta gurús digitales, siempre ha habido alguien dictando cómo pensar, sentir y vivir. Algunos lo tachan de moda pasajera, pero su legado incluye sectas, fanáticos y crecientes hordas de individuos en posesión de un light ring como herramienta para alcanzar sus sueños de fama y fortuna. Un mundo absurdo que sirve como el punto de partida perfecto para un proyecto como El elegido.
Se trata de un proyecto transmedia encabezado por los directores Agustina Isidori, César Blázquez y Gervasio Canda. Isidori explica que el concepto “viene de observar los tiempos en que vivimos, la influencia que tienen las redes sociales y los líderes mundiales. Encontrar una forma satírica de contar una historia que refleja el mundo real que se habita hoy en día, y las ganas de encontrar formas divertidas de contar un tema que no es del todo divertido”.
Para ello, la producción se ha decantado por una ambiciosa propuesta que consiste en un cortometraje, una experiencia inmersiva con una banda en vivo, un documental, y el uso de redes sociales para el desarrollo del personaje central. “Con estas intervenciones, la idea es invitar a la audiencia no solo a ver la historia, sino a participar”, explica Canda, “reflexionar desde lo lúdico, lo divertido y lo absurdo, pero diciendo ‘ojo, que estoy cayendo también en la trampa’”.
El dios aguacate
El proyecto nos presenta a Javier, un sujeto que quiere triunfar a partir de una idea revolucionaria con la que cambiará al mundo. O algo así, ya que su plan es convencer al mundo de los incontables beneficios del aguacate para así forjar su propio imperio. Para lograrlo, hará lo que cualquier otro aspirante a influencer: tratar de ganar seguidores a partir de la construcción de una imagen. Una cuya autoridad no puede ser cuestionada por nadie, lo que lo llevará a aceptar un desafío que lo dejará al borde de la muerte, para luego conducirlo a la revelación divina: el aguacate es sagrado. Es aquí donde inician los problemas.
Adorar al fruto como una imagen divina podría sonar absurdo, pero en un mundo que parece haber perdido la cordura, el delirio colectivo se concreta. ¿Y después? Solo diremos que su ficción luce peligrosamente cercana a la realidad, pues la historia nos dice que basta con que una persona tenga el carisma necesario y el suficiente potencial mediático para convencer a las masas de lo impensable.
Pero, ¿por qué el aguacate? Es lo primero que nos preguntamos cuando la tercia creativa nos adentra en este mundo dominado por formas ovaladas y los colores verde y negro. Isidori explica que “es algo con lo que la gente puede conectar. Antes no era un producto que se consumía habitualmente y ahora hay un boom absoluto [de derivados] que están saliendo a la venta. Tiene que ver con algo que se pone de moda en nombre de una especie de figura saludable. Pero la idea es preguntarnos a qué costo. Nada al extremo es bueno”.
Sobre esto, Cabda resalta que el fruto opera en sustitución de otros recursos, ya que “si hablábamos directamente de algo que esté relacionado con la explotación del suelo, no tenía el mismo impacto. Por eso hacemos este paralelismo entre la palta, el litio y otros minerales que son necesarios para generar energía limpia, pero que tienen un costo ambiental durísimo”.
Finalmente, Blázquez atribuye la carga simbólica a que el aguacate “es un símbolo ambiguo entre lo sagrado y lo absurdo, [pues] representa un fruto de una abundancia desbordada. Una metáfora [de] algo que nos dé alivio en un mundo que realmente está saturado de símbolos vacíos”.
La combinación abre el camino a una epifanía que pasa de lo individual a lo colectivo, para desembocar en el extravagante culto que sobresale como eje central del proyecto.
Una experiencia transmedia para explorar una crisis contemporánea
La potente narrativa tras el cortometraje que marca el punto de partida de El elegido sería más que suficiente para interesarnos en este singular proyecto. Sin embargo, una de sus mayores diferenciaciones radica en el uso que hace de las posibilidades transmedia, con las que busca adentrar a las audiencias en un culto ficticio. Todo esto con el fin de demostrar los peligros que representan los falsos líderes en una sociedad cuya masificación se ha potenciado con las redes sociales. Una muestra inusual, pero muy importante, del poder de la animación.
Muchos proyectos de este tipo se cimentan desde un eje central y se refuerzan con propuestas meramente secundarias. No es el caso de El elegido, que parte de una homogeneidad absoluta que concede la misma importancia a cada uno de sus formatos, cada uno de los cuales aporta un punto de vista diferente y complementario, al tiempo que opera como un punto de entrada distinto para el público. Si bien es cierto que todos funcionan de manera individual, la comprensión total del mensaje exige la fusión de estas cuatro narrativas que dialogan entre sí: lo que ocurre en redes influye en el corto; lo que se prueba en el domo modifica al avatar; todo impacta en el documental.

Aunque la singular premisa del corto ya ha sido abordada, la construcción del personaje central solo puede entenderse desde el avatar, que funciona como un personaje vivo que aprovecha las redes y la interacción de los usuarios para dar su posición en el sistema. La contraparte se concreta con la proyección interactiva en un domo, protagonizada por un Javier sectario que invita a la adoración del aguacate en un concierto delirante. Su accionar cambiará con la respuesta de los presentes: el entusiasmo llevará su frenesí al máximo, mientras que una pequeña muestra de tibieza lo hará señalar directamente a todos aquellos que quizá no sean fieles a la causa. Todo esto, además, acompañado por una banda sonora que cambiará en cada presentación y cuya composición ha aprovechado el fruto bendito como un auténtico instrumento.
“La música es un personaje más”, profundiza Blázquez. “Viene a ser un guía espiritual divino. Es parte de la creación de un culto donde hay mezcla de fe, confusión, deseo y redención. Funciona en muchos aspectos, ya que marca momentos clave de transición entre lo que vendría a ser la realidad y momentos de trance o de visión. Viene a dar al espectador esa intensidad, que sienta ese viaje espiritual sin necesidad de un diálogo”.
El ecléctico círculo se cierra con el documental que plasmará todos los fundamentos sociopolíticos de este auténtico experimento animado que apunta a capturar caras tan absurdas como inquietantes de la naturaleza humana. Uno de los puntos más innovadores del proyecto, que recientemente dio un paso fundamental en su realización tras ser beneficiado con el Canada Media Fund (CMF).

En busca del sentido desde la animación
La fusión de elementos vista en El elegido da forma a un proyecto arriesgado, innovador y tremendamente poderoso que ha exhibido una serie de dilemas urgentes al tiempo que ha generado importantes reflexiones desde sus primeras etapas de producción. Estos primeros logros son el reflejo perfecto de las intenciones de un proyecto que no pretende encontrar las respuestas a las continuas crisis sociopolíticas que nos aquejan, sino que realmente invita al público a hacer lo propio desde una mirada crítica.
Que la animación sea capaz de esto y más no resulta sorpresivo para Canda. “Es una hoja en blanco”, asegura. “Hay algo de la necesidad de crear el universo desde lo más simple, de generar todo este ecosistema que permita desarrollar la narrativa y contar una historia que, para mí, hace que la gente se pare desde otro lado. Abre la puerta a reflexionar desde otro lugar. Permite que cualquiera pueda contar una historia, y cualquier historia es válida. Todas las narrativas invitan a ver algo distinto”.
En ese sentido, El elegido invita a cada espectador a sacar sus propias conclusiones a partir de la experiencia transmedia que opera como un cruel espejo de cómo las certezas parecen diluirse entre discursos, promesas y pantallas. Tal vez la animación no sea la salvación, pero sí que puede ser clave en la resistencia contra el sinsentido que domina este “feed” llamado vida.


