José Miguel Ribeiro debuta en el terreno del largometraje animado. Lo hace además con uno de los proyectos más maduros y ambiciosos de toda su carrera. Se trata de Nayola.

Adaptación de la obra teatral Caixa Preta de Eduardo Agualusa y Mia Couto, la cinta gira en torno a tres generaciones de mujeres azotadas por la guerra civil angoleña: Lelena (la abuela), Nayola (la hija) y Yara (la nieta). El pasado y el presente se entrelazan. Nayola parte en busca de su marido desaparecido durante el conflicto. Décadas después, el país finalmente está en paz, pero Nayola no ha regresado. Es así como Yara termina convirtiéndose en una adolescente rebelde y en una cantante de rap subversiva, pero sobre todo en una joven que no deja de idealizar a su madre como una heroína en tiempos de crisis. Una historia trágica que entrecruza la realidad y la ficción, los recuerdos y la ensoñación, y las más profundas esperanzas con los peores miedos.

“Nunca había tenido la iniciativa de hacer una película animada por iniciativa propia”, confesó José Miguel Ribeiro en su momento [vía]. Por esto mismo la cinta atravesó numerosos cambios en su proceso creativo. La idea inicial nació como un cortometraje y posteriormente evolucionó en un proyecto que combinaría secuencias animadas y otras de acción real.

La transición no fue el mayor reto, sino el empaparse de una cultura ajena. Así lo considera el director portugués al asegurar que “estoy hablando de un país que no es el mío, por lo que la película siempre será una visión de un extraño. Por eso necesito saber cada vez más sobre Angola, porque esa visión se volvió menos superficial sobre su realidad humana. Tenemos un guion, un texto, pero principalmente tenemos intenciones. Quiero una película que nos lleve a Angola”.

Logró el cometido. Con la película, pero también con el impactante material promocional de la película que se enfoca en los horrores del conflicto, pero sobre todo en esas secuelas que nunca terminan de sanar.

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