Presenciar el surgimiento de un estudio animado que aspira a lo más alto siempre es emocionante y más cuando el proyecto está impregnado de una esencia iberoamericana. Tal es el caso de Skydance Animation, que apenas en 2020 se hiciera con Ilion Animation Studios y que ahora debuta por todo lo alto con Luck.

La película sigue la línea vista en muchas otras producciones de los gigantes de la técnica, empezando por un personaje central que se ve abruptamente inmerso en un terreno fantástico. A esto se suma la falta de villanos, reemplazados por conflictos de naturaleza interna que apuntan a la autoexploración y la comprensión de uno mismo.

Esto para nada significa que estemos ante una cinta formulaica, pues la producción no tiene problemas en encontrar diferenciaciones importantes desde las bases de su protagonista. Se trata de Sam Greenfield, una joven cuya salida al mundo real se ve regida por las inseguridades propias de su pasado, al tratarse de una chica que habitó toda su vida en una casa de adopción sin ser capaz de encontrar una familia. A esto se suma su mala fortuna palpable en toda clase de incidentes cotidianos y a la que ella culpa de su destino.

Sus dualidades la hacen más compleja de lo que podría parecer en primera instancia. Manifiesta su tristeza en incontables momentos de la historia, pero también un enorme entusiasmo en sus continuos esfuerzos por cambiar su fortuna y muy especialmente la de una pequeña por la que siente un gran cariño. Es además el primero de una amplia baraja de personajes entrañables entre los que sobresale Bob, un gato negro que la acompaña con renuencia a lo largo de su recorrido, pero que lejos de ser un simple sidekick, cuenta con demonios muy propios que son decisivos para el desarrollo de la trama.

Este viaje conjunto, como es una tradición en las producciones de corte familiar, apunta a una exploración de valores universales como la bondad y la amistad. No conforme con esto, Luck también invita a reflexionar sobre temas más profundos como son la buena y la mala fortuna, sugiriendo que ninguna es definitiva y que ambas están interconectadas, pues incluso la peor de las suertes puede resultar en consecuencias positivas. Es en otras palabras una invitación a ver la vida de un modo optimista, una lección importante para chicos y grandes por igual.

Los mayores altibajos del film vienen de sus aspectos técnicos, que son buenos a secas y se quedan lejos de lo hecho por los grandes estudios. El diseño de producción incluye algunos elementos curiosos en la tierra de la suerte, pero carece de elementos realmente memorables. Quizá el más destacado de todos sea el uso de una paleta de color verde que se manifiesta con fuerza desde el material promocional. Con los personajes sucede algo similar, pues a excepción de los simpáticos conejos que acaparan la atención cada vez que aparecen, los demás habitantes de estos mundos parecen extraídos de producciones ajenas a Skydance. Una pena si consideramos que muchos de estos seres tenían un enorme potencial, como es el caso de Jeff, unicornio germano que resulta hilarante en muchos aspectos, algunos de los cuales se pierden ante la sensación de que estamos ante una criatura que parece nacida de combinar Zootopia (2016) y Onward (2020).

Más inusual aún es el caso de Sam Greenfield que se siente contenida en varios momentos. No es un problema de interpretación de voz por parte de Eva Noblezada, sino falta de gesticulación que bien puede ser atribuido al rig o la animación. Se manifiesta en su cuerpo, pero sobre todo en su rostro, con expresiones que no coinciden y miradas al vacío que dejan la sensación de una mala interpretación. Algo extraño ante los avances de la industria contemporánea y que resalta todavía más por tratarse del personaje principal.

Luck dista mucho de ser perfecta, pero es un debut lo suficientemente sólido para augurar el mejor de los destinos a Skydance Animation. Después de todo, si hay algo que nos ha enseñado la historia de la animación, es que el éxito no es cuestión de suerte, sino del trabajo duro.