Crítica: Sustos ocultos de Frankelda
Excepcional producción en stop motion que combina elementos del cuento y la leyenda para ascender como gran heredera del terror antológico.
8 de septiembre de 2022Por Luis Miguel Cruz
“¿A qué le temen los humanos?”, pregunta una extraña criatura en el quinto episodio de Sustos ocultos de Frankelda. Luego de meditarlo unos instantes, la protagonista de esta historia responde segura: “a su interior”. Un par de líneas que en primera instancia quizá no digan mucho, pero si son analizadas, resultan determinantes para comprender el fenómeno en el que se ha convertido la serie de Cinema Fantasma creada por Arturo y Roy Ambriz.
Después de todo, si hay un género que ha sabido aprovechar las propiedades de la antología es el terror. Breves, pero intensos relatos que invariablemente terminan estremeciendo hasta al más osado. Sus cualidades también se han extendido con enorme éxito a la rama infantil, al grado que muchas de estas producciones han sido claves para que los más pequeños se acerquen por primera vez a todos aquellos miedos que han aquejado a nuestra especie por generaciones. O al menos hasta hace unos años, pues en un mundo cada vez más racional y tecnológico, incluso en uno en el que la pureza y la inocencia parecen difuminarse cada vez más, es difícil no preguntarse si este tipo de producciones que tantas felices pesadillas han provocado a través del tiempo tendrán los días contados.
Sustos ocultos de Frankelda demuestra que hay esperanza al ascender como una digna heredera de esta tradición narrativa. Más importante aún es que lo logra con un profundo respeto a sus elementos más clásicos, pero tratándolos de un modo tan original que los hace lucir profundamente innovadores. Todos ellos, además, potenciados por los beneficios del stop motion.
La trama central nos introduce con Frankelda, quien funge como presentadora de los “sustos”, tal y como Rod Serling, Alfred Hitchcock y muchos otros grandes hicieran en su momento. Su diferenciación radica en que se trata de una escritora fantasma y que lejos de limitarse a las introducciones, está íntimamente relacionada con cada uno de los relatos. No menos destacable es la compañía de Herneval, un malhumorado libro que lejos de ser un simple sidekick, advierte continuamente a la protagonista sobre un peligro que se cierne. Decisión que genera un aura de misterio y resulta fundamental para dotar a la espectral protagonista de una rebeldía decisiva para los objetivos de la trama.
Y más allá de la diversión a través del miedo, Sustos ocultos de Frankelda está plagada de reflexiones que son importantes para el desarrollo de los pequeños, pero que además contribuyen a que la serie resulte profundamente atractiva para las audiencias más maduras. El mejor ejemplo proviene de la propia Frankelda, quien incapaz de hacerse escuchar en vida, sólo encontró la trascendencia narrativa después de muerta. Como tantísimas escritoras a través del tiempo.
No es el único caso, ya que cada uno de los relatos viene acompañado de lecciones morales que remiten directamente a los viejos cuentos de hadas. Enseñanzas que pueden parecer duras si son comparadas con muchas otras producciones destinadas al público infantil, pero que en realidad demuestran un profundo respeto por las audiencias de todas las edades. No es la única fuente de inspiración, pues más allá de la temporalidad, las historias emulan la esencia de las viejas leyendas iberoamericanas que siguen propagándose de boca en boca hasta nuestros días, lo que es clave para estremecer, pero también para el rápido establecimiento de una conexión emocional con lo visto en pantalla.
Este rescate de tantos elementos tradicionales no se queda en lo narrativo, sino que se extiende a lo técnico con un exquisito uso del stop motion que puede apreciarse en todas las ramas de la disciplina. La delicadeza en cada uno de los movimientos animados, el estupendo diseño de sets y props, los elegantes vestuarios de la protagonista y por supuesto el excepcional modelado que conquista a cualquiera desde el primer vistazo.
Con estas cualidades, sobra decir que Sustos ocultos de Frankelda no le pide nada a ningún gigante mundial de la técnica. Aún así, preferimos reservarnos el calificativo de joya para etiquetarla como diamante en bruto. No por falta de calidad, que le sobra en todos los sentidos, sino por todo lo que representa para el futuro de Cinema Fantasma y de toda la industria iberoamericana. La dulce ironía de una serie que invita a soñar aun cuando está sustentada en el horror de la pesadilla.